El gran problema de la inmigración a Europa Occidental
José Andrés García Feito.- La inmigración es inevitable y siempre ha existido, como también la emigración, nadie en su sano juicio pretende ni planea acabar con fenómenos demográficos que van acompañados con el devenir de la humanidad y con los ciclos económicos. Pretender acabar con alguno o ambos de esos movimientos migratorios, sería tan absurdo como intentar acabar con los valores culturales y la identidad de los países que forman los continentes.
Pero tampoco tiene mucho sentido que la inmigración que registramos en la actualidad hacia los países occidentales y sobre todo hacia los países de la Unión Europea, haya tomado tal dimensión que ya esté suponiendo problemas de convivencia, de seguridad ciudadana y de cambios sustanciales en la identidad de origen de las naciones que la acogen.
Llega un momento que se impone por el bien de todos y cuando digo todos, me refiero también a los propios inmigrantes, una política racional de inmigración que impida o frene no ésta, sino el éxodo caótico desproporcionado de los países emisores de flujo migratorio que finalmente causa los problemas citados anteriormente y que son patentes como nos ilustran los últimos graves incidentes que se han producido en Alemania, Bélgica, Francia, Reino Unido o España, con el perjuicio producido contra ciudadanos de origen europeo por parte de inmigrantes provenientes de países fuera de la Unión Europea.
Cuando este tipo de atropellos o estas situaciones invasivas o agresivas a la población autóctona se van sucediendo con más frecuencia, es inevitable que la respuesta termine siendo la xenofobia del pueblo receptor y que tanto odiamos todos. Es esta sin duda una de las importantes razones junto con las de índole económica que obligan a adoptar urgentemente medidas correctoras de la permisividad inmigratoria por parte de los gobiernos europeos con criterios estrictamente racionales que a la postre favorecen a todos los agentes implicados.
La situación global actual nos muestra la foto preocupante de un hemisferio norte mundial con una clara mayoría de países con flujo migratorio positivo, es decir, cuya emigración en número de personas es inferior al valor de la inmigración y paralelamente también la de un hemisferio sur con las cifras invertidas, es decir, una clara mayoría de países con flujo migratorio negativo.
Si el problema continua, nos encontraremos no en muchos años con medio mundo despoblado, concentrándose casi toda la población en el hemisferio norte y dejando casi vacía la mitad sur del planeta.
Es manifiesto que una correcta política de inmigración coyuntural, ha permitido en ocasiones levantar países destruidos tras un conflicto mundial, como Alemania tras la segunda guerra mundial, nadie duda del gran beneficio que ha aportado la mano de obra extranjera en economías occidentales emergentes o en expansión económica prolongada que finalmente han nacionalizado a todas esas personas que emigraban de sus países de origen, pero un extremo del fenómeno, es decir, albergar a más población extranjera de la técnicamente necesaria para una economía es malo para todos y los hechos de agitación social, de delincuencia común y de terrorismo islámico generados por ese escenario, evidencian ese perjuicio.
Por pura correlación estadística, tenemos la evidencia de que el saldo migratorio es uno de los parámetros indicadores de índice de desarrollo en una economía, así vemos como los países subdesarrollados, es decir, los del hemisferio sur, emigran al hemisferio norte del planeta, pero; ¿Qué fue antes; la gallina o el huevo ……?, aquí entra también en juego la dialéctica de las capacidades de ciertas razas para emprender, evolucionar tecnológicamente y producir competitivamente. Desde mi punto de vista, las razas que se han aplicado no tienen porqué soportar las consecuencias de la ineptitud de aquellas que no lo han hecho, pero esto es ya una cuestión filosófica que está quizás cargada de subjetividad. Creo que nos podemos quedar como suficiente todo lo anterior.
Lo cierto, es que aquí, no vienen emigrantes, a integrarse, en las culturas cristianas de Europa, llegan, extranjeros, violentos, a imponer su falsa religión, y su forma de vivir de salvajes y violadores. El emigrante, va a unos países, donde hay trabajo, y aquí no lo hay. Estos vienen a vivir de gorra y a exigir.