El pasado siglo XX fue verdaderamente apocalíptico. Dos guerras mundiales, la guerra civil española, la guerra fría y el desmantelamiento de regímenes absolutistas por nuevas ideologías que se han demostrado, igualmente, fracasadas.

De todas estas circunstancias nacieron nuevos organismos que pretendían servir de amortiguador entre las naciones y evitar así los sangrientos enfrentamientos que nos dominaron. Bien es verdad que sin demasiado éxito, dado que los conflictos han cambiado de escenarios. Ahora es el Oriente Medio y África, fundamentalmente, donde se encuentran los “campos de batalla”. Sin mencionar el islamismo que nos trae y nos seguirá trayendo de cabeza durante muchos años.

Hecha esta sinopsis de entrada, me pregunto: ¿qué hemos aprendido?

Humildemente llego a una conclusión, quizás simplista, pero que al final es la semilla que hace que los pueblos salten por los aires en enfrentamientos y guerras; el abuso del poder, el capitalismo desbocado y el dominio de unos sobre otros.

El germen del nazismo se plantó en el Pacto de Versalles por los aliados al imponer a Alemania condiciones humillantes y desproporcionadas. La revolución del 17 contra la injusticia y el poder omnímodo del régimen zarista, y así podríamos continuar hasta nuestros días.

Quiero decir con ello que el surgimiento de partidos extremos como Podemos, los han alentado las políticas injustas y de abuso de poder de dos partidos hegemónicos durante 38 años, creando una partitocracia, un régimen de monopolio excluyente separada de la realidad que la gran mayoría soporta a diario.

Es penoso ver cómo la propaganda y los medios de comunicación hipnotizan a las gentes haciéndolas incapaces de pensar y analizar los hechos que conforman la realidad que vivimos. Nada más tenemos que escuchar a Pedro Sánchez (PSOE) hablar de diálogo y mano tendida a todos. ¡Que hipocresía! cuando ni tan siquiera ha atendido las llamadas del Mariano Rajoy, a la sazón Presidente del Gobierno en funciones, mal que nos pese, para llegar a acuerdos que nos permitan, al menos, formar un Gobierno. Un Gobierno que en cualquier país civilizado de Europa sería posible, porque priman los intereses de sus ciudadanos y no las ambiciones personales, menos aún la egolatría desmedida de estos señores.

Este señor Sánchez, que quiere aparecer como limpio de polvo y paja, acusa al Sr. Rajoy de corrupto, dejando de lado el mayor nido de corrupción en la reciente historia de España, que se llama Junta de Andalucía, donde se ha robado a manos llenas durante más de 30 años y de manera exclusiva e institucionalizada. Por ello, Andalucía con 35 años de Gobierno socialista está en la cima del paro (+35%) y en los peores servicios de la Unión Europea, además de España. ¿Qué me cuenta Vd. Sr. Sánchez?

Por otro lado, la soberbia de este Partido Popular ha fomentado el odio de todos aquellos que se han visto afectados por la gran crisis económica y de valores que estamos padeciendo. Este PP, que ha gozado de la más impensable mayoría de su historia, ha desaprovechado la oportunidad que le dimos en 2011 (Noviembre). Incumplió sus promesas electorales, no ha acometido reformas estructurales que liberen a la sociedad de una insoportable carga impositiva que la empobrece y atenaza, sin dejarle opción al desarrollo a la sociedad civil.

Así pues, unos por otros y la casa sin barrer. Todos dicen estar abiertos al DIÁLOGO, pero ninguno de ellos cede en nada. Todos hacen gala del BIENESTAR de la sociedad, pero nos tienen fritos a impuestos y subvenciones injustas. A todos se les llena la boca de LIBERTAD, pero son incapaces de liberalizar nada. Claro, dejarían en la calle a los propios. Todo esto es una gran mentira de la que se benefician unos pocos a costa de la gran incultura y falta de formación que ellos han implantado. Alimentan el enfrentamiento demonizando al contrario y llamando a los impulsos más primarios, el odio y la venganza.

Este pueblo es incapaz de dialogar, aquí o soy YO, o la nada. Durante todos estos años se ha hablado y anunciado el “paraíso”, pero jamás se ha hecho nada en común, en beneficio de todos, se trabaja CONTRA el otro y jamás CON el otro.

Así pues, yo me remito, como mi madre me decía de pequeño, a esa sabia frase: Obras son amores y no buenas razones. O más bíblicamente: “por sus obras los conoceréis”. De palabrerías ya vamos bien servidos.