Los olvidados banquetes caníbales de la Revolución Cultural china
Benjamin Carlson.- En el momento álgido de la Revolución Cultural china, los invitados de macabros ‘banquetes’ devoraban los órganos de sus víctimas ‘contrarrevolucionarias’, escenas de horror que han sido borradas de la memoria oficial, medio siglo después de este periodo sangriento.
Lanzada el 16 de mayo de 1966 por Mao Zedong para acabar con sus adversarios, la Revolución Cultural estuvo marcada por un frenesí de violencia, sumiendo al país en el caos provocado por las luchas políticas.
Adolescentes, los ‘guardias rojos’ golpearon hasta la muerte a sus profesores, los conflictos internos dividieron familias enteras, las facciones se mataron entre sí. Pero el régimen comunista sigue manteniendo en un silencio obstinado los peores excesos cometidos en aquel momento.
En Wuxuan, ubicada en una aislada zona rural de la provincia de Guangxi (sureste), la barbarie llegó a su grado máximo cuando los corazones, hígados y genitales de las víctimas eran cortados y cocinados para que sus verdugos se los comieran.
En la actualidad, la ciudad ofrece un panorama muy distinto: tiendas de yogures, pescadores a la sombra de las altas cimas verdes y carteles rojos ensalzando el Partido Comunista Chino.
Sin embargo, fue allí donde, hace cincuenta años, al menos 38 personas fueron víctimas del canibalismo organizado, informó a la AFP, pidiendo el anonimato, un responsable que participó a principios de los años 80 en una investigación oficial sobre esos hechos.
“Llevando al extremo el principio de la lucha de clases se llegó al canibalismo”, explicó. “Los asesinatos eran espantosos, peor que los de las bestias”. “Durante esta década catastrófica, Guangxi […] fue el marco de una crueldad y de un salvajismo indignante”, escribió este jubilado del partido en un manuscrito consultado por la AFP.
“Personas fueron decapitadas, golpeadas hasta la muerte, enterradas vivas, lapidadas, ahogadas, hervidas, masacradas en grupo, vaciadas de sus entrañas […], detonadas con dinamita. Se utilizaron todos los métodos”, explicaba.
Fanatismo político
Al contrario que las escenas de canibalismo ocurridas durante las hambrunas del ‘Gran Salto Adelante’ (1958-1962), las violencias de Wuxuan estaban motivadas por puro fanatismo.
“Es un canibalismo causado por acontecimientos políticos, un odio político, en nombre de una ideología y de rituales políticos”, explicó a la AFP X.L. Ding, profesor de la Universidad de Ciencias y Tecnología de Hong Kong.
Según los profesores universitarios, el aislamiento geográfico, la brutalidad del jefe regional del Partido Comunista, la pobreza y una multiplicación de las facciones facilitaron que el horror fuese posible en Wuxuan.
Preguntados por la AFP, algunos habitantes de la ciudad niegan saber nada o responden con un silencio embarazoso. Un tal Luo confía, sin embargo: “¿Canibalismo? Sí. Yo estaba ahí, yo viví aquello”. Pero rápidamente agrega que Wuxuan se ha modernizado enormemente desde entonces: el pasado “ya no significa nada”.
Romper el silencio
Los rumores sobre las matanzas en Guangxi -150.000 muertos, según algunos recuentos- llevó a las autoridades a realizar una investigación oficial unos 15 años después.
Sus conclusiones nunca se hicieron públicas. Pero el periodista Zheng Yi sacó un sorprendente libro, ‘Estrellas rojas’, publicado en el extranjero a comienzos de los años 1990 y prohibido en China.
Cuando el funcionario entrevistado por la AFP publicó en una revista de poca tirada las conclusiones de la investigación, recordando que al menos un centenar de personas habían participado en actos de canibalismo, se topó con una fuerte resistencia.
Funcionarios regionales retirados contestaron airadamente, enviando su réplica a las altas instancias comunistas. “Me acusaban de ser anti-partido y antisocialista”, y reclamaban una autocrítica, recuerda el responsable.
Zheng Yi, que vive exiliado en Estados Unidos, se muestra preocupado por el silencio que sigue rodeando a la bárbara violencia de la Revolución Cultural.
“Como el Gobierno nunca permitió un examen histórico en profundidad del periodo, es imposible afirmar que se hayan sacado lecciones” de lo ocurrido, declaró a la AFP.
La memoria histórica es buena. La memoria colectiva selectiva muy mala.