Primero fue el “empoderamiento”, luego el “escrache”, y ahora el “sorpasso”
La contaminación de nuestro idioma es algo fuertemente solapado a la destrucción de nuestro pueblo; algo que se viene extendiendo por toda nuestra geografía como una auténtica pandemia. Un dicho castellano sentencia: “forasteros vendrán que de casa nos sacarán”. Esto es lo que pretende una banda de marxistas bien capitalizados, a la que se ha unido un grupo de argentinos e italianos que un día vinieron a España huyendo de la indigencia, y resulta que su pretensión no era otra que poner en marcha la piqueta demoledora, con la ayuda de “la secta”, “la cuatro” y “tele5”, para acabar con España e imponer la más cruel y terrible de las dictaduras. Han alcanzado la ubre del Tesoro nacional español para vivir parasitando del mismo modo que le atribuían a la “casta”, a costa del sudor, el trabajo y el sacrificio de los contribuyentes, y mientras, nuestros hijos, con una preparación muy superior a la de estos sujetos, han tenido que emigrar fuera de España en busca de un puesto de trabajo.
Definitivamente no los queremos; no necesitamos su “empoderamiento” absolutamente para nada. Nosotros no ladramos “escrache”, decimos intimidación, presión, violencia, chantaje o boicot. Y, en lugar de “sorpasso”, utilizamos verbos como adelantar, aventajar, rebasar o superar. No es necesario que vengan aquí a darnos lecciones de nada; que se vuelvan a sus países de origen a resolver si pueden el problema de las mafias y sus crímenes, el tráfico de drogas, el hambre, la prostitución y el desempleo.
Estoy harto de tanto “empoderamiento” y tanto enaltecimiento de charlatanes con clisé de lumbreras, que en lugar de quedarse en su país a resolver como digo, los múltiples problemas que allí tienen planteados y que no son pocos, vienen a España de la mano de la extrema izquierda y del separatismo, no solo a enmendarnos la plana con sus jergas vomitivas, sino a darnos lecciones de cómo se gestiona un ayuntamiento parasitando, a la vez que atentan contra algo tan sagrado como la unidad de nuestra Patria.
No trabajan, no aportan ni producen nada para el conjunto de la comunidad; son un cómputo de males sin mezcla de bien alguno; su misión es vivir de la política y realizar en España todo lo que no se les deja hacer en su país de origen. Han venido a controlarlo todo, arrasarlo todo, y acabarán comiéndoselo también todo. Vienen a imponernos sus ideas marxistas y hasta su forma de hablar, pero parasitando y sin aportar lo más mínimo al servicio del bien común.
Son estos “pisarellos”, “echeniques” o “grezzis”, los que consideran que el “pueblo” lo conforman únicamente los que los votan a ellos; el resto de las personas no pertenecen al pueblo, son solo minorías que no pintan absolutamente nada en el conjunto de nuestra sociedad. Ellos dicen representar a ese “pueblo” sea cual sea el resultado en las urnas.
La palabra “trabajador”, los “trabajadores”, son únicamente sus votantes. No es un término que utilicen como el resto de los mortales para referirse a la persona que trabaja o se gana la vida con su esfuerzo y dedicación, sino que a base de repetir una y mil veces que solo una parte de los que trabajan son “trabajadores”, han conseguido que esta falsedad haya sido aceptada por una masa amorfa adicta a la “caja tonta”, a la que lo único que le importa es la final de la Champions.
Los crímenes cometidos por la ETA, asesinando a gente que trabaja pero que para ellos no son “trabajadores”, tienen siempre una justificación, por eso hablan de ejecución en lugar de asesinato, o de combatientes gudaris y no de terroristas.
La condición de “españoles” la odian. Ellos tienen un concepto de que sus votantes no es necesario que sean muy ilustrados; son “trabajadores”, o sea, el “pueblo”, y por eso los disfrazan llamándoles ciudadanos y ciudadanas. Esa denominación de ciudadanía haciendo referencia siempre a los dos géneros, aparte de más enjundia les da un tinte moderno, ecuánime y moderado. Así, los insultos que profieren les parecen más inteligentes y sus razonamientos más justos y sensibles, pues entienden que una persona de ciudad es una persona informada y culta. Están convencidos de que el hombre rural o el agricultor, son algo muy anticuado; el campo está bien para sostener su “ecologismo” y recibir subvenciones del erario público, pero no para trabajar la tierra.
Para el común de los mortales, la calle es una vía pública que se utiliza para caminar, circular o desplazarse de un sitio a otro. Por el contrario, para estos del “empoderamiento”, el “escrache” o el “sorpasso”, la calle está para tomarla por la fuerza o pasear en bicicleta. Ordenan peatonalizar y construir una red de carriles “bici” en el centro de las grandes ciudades, con los impuestos que pagan los titulares de vehículos a motor, prohibiéndoles a su vez que circulen con sus coches y motocicletas por esas calles.
En nombre del “pueblo”, cada vez que ocurre algo con lo que ellos no están de acuerdo, los “trabajadores” tienen derecho a tomar la calle; derecho que ejercerán siempre que lo estimen oportuno aunque sea en contra de la ley o de la opinión del resto de la gente que también trabaja, pero que para ellos no son “trabajadores”. Y cuando sus “trabajadores”, aunque sean 200 en total, tomen la calle por la fuerza y paralicen la actividad laboral de los otros 500.000 que también trabajan, nunca se tratará de una revuelta o algarada callejera, será simplemente un “movimiento ciudadano” que, aunque ejerza la violencia, estará justificada porque ellos representan a ese “pueblo” que “habla en la calle con libertad”.
En cuanto al “progreso” tres cuartos de lo mismo. Nos hablan de “progreso” como si progresar fuese algo inventado por ellos. Se olvidan de que su ideología dio origen a regímenes políticos que cargan con una mochila de más de cien millones de seres humanos cruelmente asesinados. Con sus doctrinas totalitarias, son por definición el anti-progreso personalizado. Para ellos, el progreso significa volver a una situación similar o idéntica a la que existía antes de la caída del muro, o a la que aún existe en Cuba y que ellos mismos han llevado hasta Venezuela. Esto es para ellos progresar, es decir, recibir subvenciones y becas de la Universidad del dinero de los impuestos de los demás, para asesorar al chavismo, o dirigir programas de televisión con dinero manchado de sangre proveniente de Irán.
Para estos del “empoderamiento”, el “escrache” o el “sorpasso”, la cultura no debe ser definida como un conjunto de conocimientos científicos, literarios o artísticos conocidos, sino las actividades que realiza el “pueblo”. Así por ejemplo, con la cultura del botellón –muy ecologistas ellos-, dejan su huella a base de vómitos, condones, papeles, plásticos, vidrios rotos y toneladas de mierda por doquier. Las fiestas de “san canuto”, “san cemento” o las fiestas “rave”, les permiten ponerse ciegos de alcohol y de drogas hasta las trancas, teniendo que ser atendidos en hospitales que los que no somos “pueblo” ni “trabajadores”, sostenemos también con nuestros impuestos. La cultura de “los titiriteros” como los que actuaron en el barrio de Tetuan en Madrid, o la de “los de la ceja” de Zapatero, es para ellos el único referente válido. Sus representantes, son aquellos cantantes, actores y comediantes que están en sus filas, y que por tanto están sujetos a la subvención del Estado.
Aquellos otros artistas que no son afines a sus dictados y consignas, deben ser totalmente excluidos de eventos organizados o patrocinados por ayuntamientos, asociaciones, comunidades o gobiernos conformados por la izquierda o la extrema izquierda.
Luego están los intelectuales. Siempre habíamos creído que la inteligencia de todo individuo es la facultad de entender las cosas. Pero para los del “empoderamiento”, el “escrache” y el “sorpasso”, los intelectuales son solo aquellas personas que pertenecen a sus filas y ejercen actividades relacionadas con sus consignas ideológicas. Por ejemplo, si un grupo musical se denomina “montones de guardias civiles muertos” y en sus canciones hacen apología del terrorismo y se burlan de las víctimas de la ETA, estamos ante un conjunto selecto de mentes privilegiadas. Si un cantante se hace llamar “el rey del pollo frito”, y sus letras hablan de “comer mi mierda y oler mis pedos”, es evidente que nos hallamos también ante un intelecto sin parangón. Todo lo que se salga de esto, no tiene cabida en lo que ellos denominan el “pueblo”.
En cuanto a la libertad de expresión, solo puede ser ejercida por ellos para decir lo que les venga en gana, aunque se difame o se trate de calumnias, falsedades, injurias, insultos o amenazas. Si el que hace uso de esa misma libertad de expresión no es de los “trabajadores” pero también trabaja, nos encontramos ante un caso grave de insulto al “pueblo” y a los “trabajadores”, y merece una respuesta del “pueblo” tomando la calle, y su criminalización y linchamiento a través de “la Ser”, “la secta”, “la cuatro” o “tele5”.
Demostrarán su compromiso, pondrán a prueba su arrojo y valentía, solo asaltando capillas de culto católico y agrediendo a sus feligreses. Las mezquitas por el contrario, serán cuidadosamente respetadas por considerar que no tienen nada que ver con el ser mismo de España ni con nuestra civilización cristiana y occidental. Y todo aquel que trabajando y pagando sus impuestos no pertenezca a los “trabajadores”, y defienda el derecho a la vida oponiéndose al aborto, será insultado, amenazado y agredido por ir en contra del “progreso”.
Si hablamos de democracia no creo que los del “empoderamiento”, el “escrache” y el “sorpasso” crean en ella, porque el comunismo solo cree en la dictadura del proletariado. Esto implica la defensa de un partido único y un sistema estatal para someter y esclavizar al pueblo. La victoria en las urnas solo es legítima cuando ganan ellos; si los que obtienen la victoria son de signo diferente, la victoria podrá ser democrática pero no legítima. Esto quiere decir que no está refrendada por el “pueblo”, por los “trabajadores”, y por tanto, no es democracia verdadera.
Para ellos España no existe, y el himno nacional español es una “cutre pachanga fachosa”. Les es indiferente que los romanos definieran hace 2000 años una unidad administrativa llamada Hispania; que bajo el reinado de los Reyes Católicos se descubriese un nuevo continente hasta donde España llevó su cultura y su Fe, y sellasen para siempre la unidad de todos los españoles. Se niegan a reconocer que nuestro idioma es el segundo más hablado en el mundo, y que lo utilizan más de quinientos millones de personas. Poco les importan las gestas de aquellos vascos como Elcano o Legazpi al servicio de España; o los catalanes, andaluces o navarros, que perecieron en el desastre de Annual; o las victorias de las Navas de Tolosa o Lepanto. Tampoco les dicen nada los Dalí, Picasso, santa Teresa de Ávila, san Juan de la Cruz, Cervantes, Velázquez, Ramón y Cajal, García Lorca, Severo Ochoa y un largo etc. Todo esto y mucho más, que para nosotros es España y forma parte de la historia y la cultura de nuestra Patria, para éstos del “progreso” es solamente “este país”; “el estado”, o “el territorio del estado”.
Cualquier persona medianamente educada y formada, entiende por solidaridad una actitud de adhesión circunstancial por una causa noble y justa. Si por ejemplo una sociedad que no sea la nuestra sufre una catástrofe, le ayudamos, es decir, nos solidarizamos con ella. Pero, ¿qué es la solidaridad para estos del “empoderamiento”, “el escrache” o “el sorpasso”? Pues una palabra para uso exclusivo de sus oenegés, como forma perfecta de ver y sentir la vida de un auténtico ciudadano o ciudadana. Por eso se solidarizan con los terroristas de la FARC o de la ETA; se solidarizan solamente con las mujeres maltratadas y no con los hombres maltratados; se solidarizan con los ilegales que asaltan violentamente nuestras fronteras pero no con las víctimas del terrorismo etarra; se solidarizan con el pueblo palestino colocándose la kufiyya, pero sin abrir la boca por algo que en España provocaría el asalto al Congreso, como es la celebración de bodas en aquel país entre hombres adultos, y niñas de apenas 7 años de edad.
Siempre hemos entendido, y con esto termino, que la paz no solo es la ausencia de guerras; es trabajo, bienestar, concordia, calma y sosiego. Ahora bien, para estos del “empoderamiento”, el “escrache” o el “sorpasso”, la paz es otra cosa muy distinta. Para ellos la paz es lo que se vive en Venezuela, donde las manifestaciones contra el dictador chavista se disuelven con fuego real; o lo que se vive en Cuba, donde las cárceles mugrientas en condiciones infrahumanas están repletas de disidentes; o el régimen teocrático de Irán, país donde se lapida a las mujeres consideradas adulteras y se ahorca a los homosexuales, sin que ellos, los del “progreso”, que abanderan los grupos feministas y los movimientos gay en nuestro país, muestren el más mínimo rubor. Para ellos, la paz sería permitir la independencia de Cataluña, Vascongadas, Galicia, Valencia y Baleares; entregar Ceuta, Melilla y las Canarias a Marruecos, o negociar y dejar en libertad a todos los criminales vascos de la ETA.
Y ante todas estas consideraciones, cabría preguntarse, ¿qué tenemos ahora mismo en España para combatir esto? ¿Qué opciones políticas fuera de las que presentan e imponen las televisiones, tienen posibilidad de darse a conocer sin publicidad y sin dinero? Pues desgraciadamente ninguna. Lo que nos lleva a la triste conclusión, de que todo lo dicho para describir a los del “empoderamiento”, el “escrache” y el “sorpasso”, que representan lo peor de lo peor para nuestro pueblo pero que han tenido éxito gracias a los medios y a una corrupción política generalizada, han sido alimentados por un gobierno que ejerce el control de todos los medios de comunicación, al objeto de anular primero a UPyD y después al PSOE; impedir que un partido identitario fuerte surja en España como en el resto de Europa; y difundir una situación de pánico y zozobra en nuestra sociedad para forzar al electorado, a que se incline por el voto útil o el voto del mal menor.
Con lo que no contaban los asesores de Rajoy, o quizá se les ha ido de las manos, es que ese “monstruo” que crearon para quedarse a solas con él, “bombardearlo” y desprestigiarlo después, y derrotarlo en las urnas más tarde, ha sido tan delicadamente cuidado y vitaminado, que ahora no lo para ni una bala de cañón; más bien amenaza, según las encuestas, con comerse también a sus creadores.
¡BRILLANTE! Análisis perfecto de como se ha engendrado toda la mierda que viene hacia nosotros como un Tsunami.
Extraordinario artículo. Nada que añadir.