Daniel Caballero.- No hay lugar para el llanto entre la familia del Atlético de Madrid. Pueden estar más que orgullosos de su equipo. Se han dejado todo sobre el campo y tan solo la mala fortuna les ha arrebatado de nuevo la ansiada Champions League. Como ya dijo Juanfran tras perder la final de Lisboa, volvería a jugar un partido como este. Y seguro que ahora, viendo cómo se desempeña este equipo, lo repetiría sin dudarlo.

Cada jugador, cada línea del campo, cada miembro del staff técnico. El Atlético se ha dejado las fuerzas literalmente para intentar derrotar en Europa al eterno rival y conseguir su primera Champions League pero el fútbol ha vuelto a no hacer justicia para este equipo. El Real Madrid ha jugado tan solo 30 minutos de partido a buen nivel. Los 90 restantes, pura defensa y ocasiones aisladas que no iban a ninguna parte.

En cambio los colchoneros han transmitido sensación de peligro desde que marchaba el marcador 1-0. La entrada de Yannick Carrasco ha resultado fundamental para terminar de equilibrar la balanza y dar la posesión al Atlético. Sí, han leído bien. La posesión ha quedado del lado rojiblanco y el fútbol, el corazón, el ímpetu, la valentía, el coraje, lo ha puesto el equipo del ‘Cholo’ Simeone.

La mala suerte de Juanfran al fallar el penalti en la tanda ha dado alas a este Madrid que ni mucho menos ha merecido la victoria más que su rival. El primer tanto merengue provenía de un fuera de juego claro de Sergio Ramos mientras que el de Camas bien debió ser expulsado en la prórroga por una entrada criminal por detrás. Esto no es excusa para nadie, y no merece la pena atacar al árbitro por sus decisiones, pero es necesario ponerlo de manifiesto para evidenciar quién ha puesto lo que había poner sobre el campo.

A la tercera no fue la vencida pero no se puede permitir ver caras largas en el Atlético y tampoco en sus aficionados. Ahora más que nunca los futbolistas necesitan sentir el calor de su hinchada. Los colchoneros son como una gran familia y todos pueden estar orgullosos de todos por lo demostrado en Milán. ¿Derrota? Solo en el marcador. Moralmente, el Atleti es campeón.