Simeone, en la final de la Champions League.

Adrián G. Roca.- “Es un momento para pensar”, dijo Diego Pablo Simeone tras otra cruel derrota en una final de Champions League. Nunca antes una frase se había interpretado tanto y de forma casi angustiosa en el Atlético de Madrid. ¿Qué quiso decir el técnico? Sólo él lo sabe, pero en esas muchas interpretaciones caben que se está pensando su futuro, que está pidiendo más refuerzos al club porque poco más puede hacer con los recursos que tiene o, simplemente, porque estaba dolido por volver a caer así en una final.

Si realmente Simeone se está planteando abandonar este proyecto (renovó su contrato recientemente hasta 2020), el Atlético de Madrid, de repente, tendría un serio problema para encontrar a un sustituto que fuera capaz de mantener esta idea de juego y por ende esta época ganadora o de al menos luchar hasta el último segundo por todos los títulos.

Adiós a un ídolo que ha cambiado al club

Con Simeone volvieron los títulos tras el doblete de 1996 o la Europa League de 2010. Y también el posicionamiento del Atlético de Madrid en la élite absoluta del fútbol español y europeo, compitiendo de tú a tú y situándose a la altura de Real Madrid y Barcelona, rompiendo esa bipolaridad. Pero la gran huella que deja el Cholo es la perfecta comunión con la grada y la afición y que nunca nadie cuestione sus decisiones, ya que gracias a su influencia ese aficionado y el entorno se encargan de animar en todo momento y nunca a criticar o cuestionar a los jugadores.

Sin un sustituto ideal

Se hace muy complicado pensar quién puede recoger ese testigo, porque hay muy pocos entrenadores de sus características. Por no decir ninguno. A finales del pasado año, cuando Simeone no estaba renovado, se vinculó a Eduardo Berizzo (actualmente en el Celta) como futurible para este puesto. Fran Escribá, otro nombre siempre asociado al Atlético y que fue asistente de Quique Sánchez Flores en su paso por el Calderón, fue destituido del Getafe. O el propio Quique, actualmente sin equipo tras la rescisión de su contrato con el Watford, sería una opción impopular para la grada.

¿El fin de una idea futbolística?

Sin Simeone, y fuera quien fuera su eventual sustituto, sería complicado que los jugadores siguieran luchando hasta la extenuación por esa idea futbolística que les lleva al límite en cada partido. Ese grado de compromiso, empezando de cero con otro técnico, sería muy complicado tenerlo a las primeras de cambio, pese a la herencia que dejaría Simeone en los pesos pesados del equipo.