Creo que es la pregunta que todo español sensato debe formularse, después del linchamiento político y mediático sufrido por todo festejo que haya tenido que ver con los toros bravos en muchos pueblos de España.

La campaña llevada a cabo por el comunismo o la izquierda podemita contra el mundo taurino, perfectamente orquestada y dirigida por sus cuadros de mando, y en la que los actuales dirigentes de la Comunidad Valenciana han tenido un comportamiento muy activo y destacado, ha sido la de mayor apoyo mediático que hemos conocido en los últimos treinta y ocho años. Ha tenido más seguimiento incluso, que la aparición por ejemplo de un bebe en un contenedor de basura o en una plataforma de ferrocarril, o los miles de niños cruelmente asesinados por ser cristianos en manos del fundamentalismo islámico en cualquier latitud del Planeta. Hasta el Papa ha tomado parte en esa campaña antitaurina con motivo de la celebración del “Toro de la Vega”.

Los partidarios del mundo taurino defienden lo que denominan una tradición, una fiesta y un arte. Los detractores por el contrario, hablan de maltrato y violencia contra los animales y muestran su desacuerdo movilizando a un sector de la ciudadanía para oponerse y protestar en la calle, con el uso de la violencia si fuese preciso.

Resulta tremendamente curioso que todos estos festejos taurinos tienen una respuesta inmediata por parte de los grupos de izquierda y de extrema izquierda con marchamo de ecologistas o animalistas, que incluso se desplazan desde cualquier punto de nuestra geografía y del extranjero perfectamente organizados, para oponerse a la muerte de los toros bravos que se lidian en los cosos taurinos, o sirven de diversión en las fiestas patronales de los pueblos de España.

Dicho lo cual, creo que tenemos razones más que suficientes en plena campaña electoral, para formularnos la siguiente pregunta, ¿actuarán los podemitas antitaurinos ante las próximas Fiestas de San Fermín 2016, como han hecho en el resto de España, aparte de colgar la ikurriña e impedir que sea izada la bandera nacional? Me temo que no. Ese feudo que quieren anexionarse para lo que ellos llaman “euzkalherria”, no se toca. Aquí les pasa como con las sinagogas o las mezquitas, respecto a las capillas católicas. Ahí ya no tienen tantas agallas ni cojones para entrar en pelota picada gritando “arderéis como en el treinta y seis”, u organizar una movilización política en contra de una fiesta parodiando una matanza.

Pero, sigamos preguntándonos, ¿cuál es el motivo? ¿Acaso esos toros son menos animales o sufren menos que los que se lidian por ejemplo en Bilbao, Madrid, Sevilla o Valencia? Por supuesto que no, pero nos encontramos ante la hipocresía de unos activistas antitaurinos teledirigidos, que al igual que los falsos ecologistas que protestan por el uso de bolsas de plásticos en los supermercados y después celebran macrobotellones e inundan calles y plazas de botellas, plásticos y mierda por toneladas, son sus amos los que deciden donde y como tienen que actuar.

Antitaurinos que desatan toda su ira y su odio en la calle porque dicen defender la vida de los animales, pero que lo que realmente persiguen es un único y marcado objetivo: destruir España. No mueven ni un solo dedo por ejemplo, ante el drama de niños recién nacidos abandonados en contenedores de basura o en cualquier rincón de un parque, o simplemente golpeados y asesinados por sus progenitores. Esos crímenes no tienen suficiente importancia para ellos; crímenes que a lo sumo, han originado alguna concentración simbólica y minutos de silencio por organizaciones cristianas, pero que no han merecido ni una sola movilización de los que sí lo hacen para defender la vida de los animales, u oponerse a los festejos taurinos.

Un país, una sociedad y un pueblo, donde los ciudadanos acuden a las urnas para dar su voto a los que convocan movilizaciones contra los festejos taurinos bajo el lema: “por la defensa de los animales”, pero que no mueven un solo dedo contra los asesinatos de niños indefensos o abandonados en contenedores de basura, ferrocarriles y aledaños, es un pueblo deshumanizado, vulgar y de ciudadanos mediocres, que tiene los representantes políticos que merecen.