Cuando el voto va por barrios, ríe el PP
Si el voto del 26J va por barrios, ríe el Partido Popular, dominador en los distritos de Madrid, Valencia, Málaga y Zaragoza.
La sonrisa de los barrios de Barcelona tiene el logotipo de En Comú Podem, pero la de Bilbao está repartida entre Podemos y el PNV, al igual que la de Sevilla, que a veces se nota en las filas populares, a veces en las socialistas.
Éste es el balance que dejan las urnas del pasado domingo en los distritos de las principales ciudades.
El escrutinio electoral en la ciudad de Madrid se divide en 20 distritos, en los que el PP se comportó el domingo como absoluto dominador al ganar en todos ellos menos en Villa de Vallecas y Puente de Vallecas.
En ambos vencieron Podemos y uno de los residentes de la zona, Pablo Iglesias.
Puente de Vallecas es de los dos barrios madrileños que arrancaron media sonrisa al PSOE y a Pedro Sánchez. En los dos fue segundo.
Sin embargo, en todos los demás queda desplazado del segundo cajón del podio electoral por Podemos e, incluso, por Ciudadanos, tras el PP en Chamartín, Chamberí, Fuencarral-El Pardo, Hortaleza, Moncloa-Aravaca y Retiro.
El resto muestra la amplia sonrisa del PP y de su número uno, Mariano Rajoy, especialmente en Chamartín, donde más del 57 por ciento de las papeletas llevaron las dos “pés” del Partido Popular.
El distrito madrileño por antonomasia del PP, el de Salamanca, les reportó un apoyo algo menor, el 56,9 por ciento.
La risa por los barrios de Barcelona es de En Comú Podem y de su candidato del 26J, Xavier Domenech, ya que arrastró más votos que nadie en ocho de los diez distritos electorales.
Sarriá-Sant Gervasí y Les Corts rompieron la tónica general al dar como vencedores a CDC y al PP, respectivamente. Son barrios, además, que relegan a las fuerzas principales de la ciudad, En Comú Podem y ERC, a puestos más bajos.
El equilibrio electoral en Barcelona está más ajustado y es difícil ver a unas siglas ganar con amplio margen, salvo en Ciutat Vella, donde las de “ECP” aventajaron en casi 20 puntos a las de ERC.
Los distritos de Valencia son territorios abonados al PP, al menos una inmensa mayoría de ellos, porque la candidatura popular acaparó más papeletas en todos menos en tres (Benicalap -donde la distancia entre primero y segundo es de 28 votos-, Pobl.Maritims y Poblats Oest), que se llevaron la sonrisa de Podemos-Compromís.
El PSPV no aparece en ninguno de ellos, siquiera como segundo, mientras que Ciudadanos irrumpe por detrás del PP sólo en Pla del Real.
Málaga es la única gran ciudad española cuya alcaldía retuvo el Partido popular tras las elecciones locales del año pasado; en Málaga, en diciembre, el PP sacó cinco puntos al segundo, el PSOE; en Málaga, hace seis días, la diferencia se fue a casi diez puntos.
Siguiendo esta “tradición”, la candidatura liderada en la provincia por la popular Carolina España se alzó victoriosa en diez de los once distritos electorales, salvo en Carretera Cádiz, barrio en el que resistió el PSOE como primero.
Zaragoza, en cambio, ha virado el rumbo electoral que adoptó en 2015, cuando Podemos arribó al Ayuntamiento, y ha dado el timón del 26J al PP, que excepto en los distritos de Las Fuentes (PSOE) y de Torrero (Podemos), ha movilizado más votos.
Cuando la risa va por los barrios de Sevilla, se oye al PP en siete y al PSOE en cuatro (Cerro-Amate, Este-Alcosa-Torreblanca, Macarena y Macarena Norte), así que la sonrisa electoral se quedó repartida el domingo pasado.
Uno de los barrios de la capital hispalense, Los Remedios, dio al PP el 70,7 por ciento de las papeletas, por lo que cabe suponer que la sonrisa, aquí, brilla en la cara de los populares.
Bilbao es un caso de empate técnico. En el global de la ciudad el PNV ganó por sólo cuatro décimas a Podemos, lo que en la distribución por distritos se tradujo en la victoria de los nacionalistas vascos en tres (Abando, Deusto y Uribarri) y de la formación morada en cinco.
El voto, por tanto, puede ir por barrios y puede ir por el entorno rural, en algunos incluso en una sola dirección.
Más de un 70 por ciento de los votantes de Marinaleda (Sevilla) escogió a Podemos y un 95,5 por ciento de los de Orexa (Guipúzcoa) se decantó por Bildu, o lo que es lo mismo: de sus 65 votos, sólo uno cambió el paso y se quedó con el PNV.
Dos ejemplos en los que ni el voto ni la risa van por barrios. Sencillamente, son el barrio.
En los pueblos pequeños de pocos habitantes, que se conocen casi todos, ya saben quien es el que no ha votado, en este caso a Bildu. Yo tenía unos primos en Cegama (Guipuzcoa) que eran los únicos que votaban, entonces a AP, luego PP, y ya sabía la gente que eran ellos y les señalaban, hasta que se fueron de allí