El oscuro pozo de la droga (3)
En el artículo anterior me refería a las drogas como aquellas sustancias cuyo consumo pueden producir dependencia, estimulación o depresión del sistema nervioso central, y un cambio en el comportamiento y la conducta de las personas. Esa dependencia, viene como consecuencia del consumo periódico y persistente de estas sustancias tóxicas.
El término droga -dentro de la farmacología y la medicina-, puede compararse con un fármaco, un específico, un medicamento o un remedio, es decir, que droga y fármaco son prácticamente sinónimos. En Hispanoamérica –donde gracias a Dios todavía se habla el más puro y genuino idioma español-, los establecimientos que aquí llamamos farmacias allí se denominan también droguerías.
Los fármacos son productos químicos empleados en el tratamiento o prevención de enfermedades, y pueden elaborarse a partir de plantas, minerales, animales, o mediante síntesis. Una segunda denominación, es la de drogas, para referirse a las sustancias prohibidas y nocivas para la salud, de cuyo consumo continuado puede derivarse un grave riesgo para la salud del individuo y por ende, un serio perjuicio para la sociedad. O sea, si esas sustancias logran dañar esas estructuras del sistema nervioso central, constituirán un elemento muy grave para la salud de la persona, y por consiguiente, para la convivencia tranquila de los demás ciudadanos.
De forma muy cuestionada, las drogas han sido tipificadas como “duras” y “blandas”. Estos criterios dependen del grado de dependencia que generen en el individuo. Así, se ha dado en llamar drogas duras, por ejemplo: al opio y sus derivados, a la cocaína, al LSD, a las anfetaminas, etc. Por el contrario, son drogas blandas por ejemplo las derivadas del cáñamo: el hachís o la marihuana; denominación que no comparten para nada algunos autorizados especialistas en psiquiatría. La creencia generalizada de que las duras son malas y las blandas son buenas o menos malas, es un mensaje falso, ya que ambas, pueden tener los mismos efectos nocivos en dosis similares.
Son narcóticos, drogas como la morfina, la codeína y la heroína. Estimulantes, son las anfetaminas, el crack y la cocaína. Y, alucinógenos, el LSD, la mezcalina, el peyote, y los derivados del cáñamo como el hachís, el aceite de hachís, la resina de hachís, o la marihuana.
La drogadicción o adicción a las drogas, drogodependencia, también llamada dependencia a sustancias psicoactivas o psicotrópicos, no es otra cosa que una imperiosa necesidad que tiene una persona de ingerir tabaco, alcohol, marihuana, cocaína, inhalantes, tranquilizantes, alucinógenos, etc.
En nuestro país, como ya dije en artículos anteriores, el problema de las drogas va en aumento cada día. Cada vez son más los menores de edad y las mujeres, los que caen en este pozo oscuro. El alcohol y el tabaco son las sustancias que empiezan a consumirse a una edad más temprana (16 o 17 años), seguido del cannabis (18 o 19 años). El inicio más tardío al consumo de estas sustancias se observa en el caso de los hipnosedantes, que empieza de media a los 35 años de edad.
Hay encuestas para todos los gustos. Algunas hablan de que en España, diez de cada cien personas tienen problemas con el alcohol, con las drogas prohibidas, e incluso con ciertos fármacos que prescriben los facultativos. Estamos hablando de personas con una edad comprendida entre los 14 y los 60 años de edad, es decir, las edades más productivas en la vida de cualquier persona.
En 2015, el Observatorio Europeo de las Drogas, publicaba un estudio en el que afirmaba que España se mantenía -junto a países como Reino Unido o Francia-, como líder de la UE en consumo de cocaína y cannabis entre los jóvenes. Ese mismo Observatorio, alertaba del “marcado aumento de la potencia y la pureza de las drogas ilegales de uso más extendido en Europa, lo que aviva la preocupación por la salud de los consumidores”. También señalaba que se detectaban nuevas drogas a un ritmo de dos por semana, y que Internet, está ganando protagonismo en el suministro y la comercialización de sustancias estupefacientes. Otro dato más para sumar a “la otra orilla de internet”.
(Continuará)