¿Miedo al futuro gallego?
Carlos Mallo.- días de sin gobierno transcurren con la finalización del verano y progresivo descenso de las temperaturas, tan tranquilamente, mientras los esfuerzos de todas las formaciones políticas se centran bien en conservar la autonomía restantes en manos del Partido Popular, bien en consolidar o conservar los escaños obtenidos (con la correspondiente cantidad dineraria a percibir) o bien entrar con rotundidad en los últimos parlamentos autonómicos restantes.
En Galicia, el reduccionismo de todos los partidos ha convertido la última semana de campaña en inservible toda vez que los posicionamientos políticos, cuando menos, han quedado reducidos a la elección del miembro del Partido Popular o voto por una conformación entre todos los demás, los cuales, están pecando de ansiedad y desesperación.
Quienes han vayan a depositar su voto el próximo domingo lo tienen irremediablemente claro, o elegir la vía continuista de Don Alberto Núñez Feijóo o votar por no se sabe bien qué, quienes y que políticas a desarrollar, por cuanto las promesas electorales se han basado sencillamente en un ataque sin cuartel al ante citado y al partido al que representan.
En ningún momento de la campaña electora, ningún candidato alternativo ha afirmado con rotundidad y claridad bastante sus futuras acciones de gobierno, pactos post – electorales y futuro económico – financiero para la Comunidad de Galicia, más allá de la defensa de una ideología del bien y del mal respecto de la persona de actual presidente de la Xunta de Galicia. Realmente, el cansancio político derivado de las elecciones generales unido a la desconexión ciudadana han quebrado la imaginación en la campaña electoral de los candidatos a la Xunta, cuyos postulados se circunscriben al voto en contra del candidato popular.
Por contrario, el partido popular ha tratado de defender su cuando menos salvable gestión económica unido al indiscriminado uso de la Consellería de Infraestructuras para todo el territorio nacional, como elementos imprescindibles para la renovación de su mayoría parlamentario. Es cierto que, la defensa del equilibrio presupuestario, los difusos efectos de la crisis en Galicia y la imposibilidad de crispación política por una oposición sumida en constantes batallas internas han permitido una legislatura tranquila, salvo por verdaderos intencionados teatralizaciones en el Parlamento Gallego.
El próximo domingo la victoria del varón popular es más que cantada, desde antes de haber convocado las fecha de celebración de las elecciones, sin perjuicio, de que, solamente milagrosamente, la pérdida de un escaño le impida gobernar en Galicia, tal y como sucedió tiempo atrás con Doña María Dolores de Cospedal, cuando perdió la gobernanza de Castilla-La Mancha ante la inalcanzable representatividad del partido de Ciudadanos.
Finalmente, ante la futura cita electoral navideña, no debe olvidarse que la consolidada victoria del candidato Don Alberto Núñez Feijóo en Galicia podría suponer su salto definitivo a la política nacional, mediando un retroceso del presidente del gobierno, Don Mariano Rajoy Brey como simbolización de la renovación democrática de la formación azul asediada por los numerosos casos de corrupción política cuya cita judicial comenzará en las próximas semanas.