Las tres “moscas cojoneras”: Pajín, Bibiana, y Sinde
Vosotras, las familiares,
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.
Esto decía antaño en su poema “Las moscas” don Antonio Machado, y digo yo, de tan generosa prosa desenganchado:
Vosotras, las familiares,
-Pajín, Bibiana y Sinde-
inevitables odiosas,
vosotras, miembras vulgares,
me evocáis por apestosas.
Desgranado tierra andada, hechos, dichos y objetares fijémoslos en las venturas de estas moscas singulares.
Pajín, mosca de estío, de los lacios familiares. Mosca entera cojonera de planetarios andares. Mosca ufana de vocablos, vulgar y despreocupada, mosca desaguisada, que bosteza en ministerio de salud anestesiada.
Bibiana, mosca de múltiples brebajes. Mosca de mezquinos ideales que nombra igual por decencia, pedalas y pedales; Rabos y rabas, cuitas y cuetos, sacas y secos, pitas y petos.
Esta “mosca cojonera” famosa por tener amo, echa bilis por la boca cuando habla de humano. Toda lúcida de inopia, al feto llama animal, al ser vivo camuflaje y al fecundar barrizal.
Sinde, mosca plena de untares, de afeites cortometrajes; perita de carne trémula y de ordinarios pajes. Plena mosca liberal de la cultura meada, de guionistas ceñidos, de intérpretes magreadas. Mosca de cisnes negros, de patos desviados, de prostitutas caras y de mancebos capados.
Mosca de enojo social, maniática de las censuras que pulula entre las redes cual mosca entre peladuras.
Tres moscas estas, de distintos arbitrajes y único revolotear, la dignidad de la mujer, en su místico picar.
Dejando a un lado el soliloquio, veamos sus envolturas, sus licitudes mentales.
Las tres, acérrimas defensoras de la igualdad de género, ignoran -lógicamente son moscas luego se alimentan de desechos-, la suprema inopia que conlleva sus diatribas actuaciones.
Pajín, toda ella efímera cultura palabrería barata, varón gesto y verbo soez en ocasiones, lo único que puede trasmitir a la mujer, mujer, es su absoluta incompetencia para tan alto cargo. Tener por referencia a Pajín es igual a ser inculta, mal hablada, vulgar e iluminada: Dedicarse a servir en la fonda de intereses partidistas y tener un buen padrino para llegar a ministra. Es decir, una mujer con pudor de calavera, insípida, asnada menesterosa y desaliñada.
Lo de Bibiana es otro contar, por confundir confunde el parir con el “cagar”.Esta andaluza lozana ignorante con desganas, confunde rano con rana, ser humano con ser vivo, abriga con abrigo. Si no fuera por su asesina ocurrencia bien podría nutrir al psiquiátrico de Palencia. Esta mosca que por volar “flipa un moco” sin duda confunde coca, con coco.
Y por último y esta vez sin pareados hablemos de la Sinde
Esta mosca que dice defender la dignidad de la mujer, entrega grandes cantidades en subvenciones al porno cine español.
Elijan ustedes al azar cien películas españolas y les aseguro que no encontraran más de de media docena cuyo guión no sea un fiel reflejo de la bazofia propia del ser humano.
Repasando sus guiones hallaremos sobremanera la utilización de la carne de la mujer y toda clase de violencia física y psíquica. Humillación a la mujer, a los pilares básicos de la familia, muertes gratuitas para todos los gustos y situaciones, sartas y saetas de improperios propios de Satanás, triviales vivencias de gays y lesbianas, madres o padres sin escrúpulos, hijos endemoniados y demás execrables condiciones que habitan en la imaginación humana.
La última película de Sinde -comedia de sexo implícito- “Mentiras y gordas” se nutre de sexo y drogas mediante un guión sobre la juventud actual forjado de absoluto estremismo. En resumen esto es lo que subvenciona, con el dinero de todos, el maquiavelismo ácrata de la mosca Sinde, la cual dice defender a la mujer exponiéndola cual carne de uso y desuso entera flagelada.
Sin duda esta “mosca cojonera” ignora que la juventud preserva antes los vicios que las virtudes. El cine español de los últimos veinte años, bajo excepciones es el espejo de la actual y decadente juventud.
El cine siempre fue un fiel reflejo de la sociedad, el pícaro maestro de la inocencia juvenil. Siempre fue así, cuando veíamos romanos jugábamos a romanos, cuando no a pistoleros, eso sí, con pistolas de madera y bastante canina, la misma canina mental que hoy padecen estas “moscas cojoneras”.
Termina el poema don Antonio Machado, diciendo:
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.
Y acabo diciendo yo:
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
dejad de ser tan babosas.
Bravo !!!!