Crónica de un domingo de otoño
El domingo 2 de octubre de 2016, El Zaragozano anunciaba en su santoral que era el día de los Santos Ángeles Custodios, de San Saturio, celebrado en Soria y de San Teófilo y San Leodegario. Los españoles nos sentimos protegidos de los podemitas (“arderéis como en el 36”, ¿recuerdan?), después del fiasco vivido el sábado en Ferraz. Ha sido un domingo de resaca, después de las intensas horas vividas el sábado en Madrid, pendientes de la resolución socialista acerca del “no es no” con que Sánchez nos asustó y nos mantuvo meses sumidos en la incertidumbre. Por si fuera poco, ni fútbol –salvo alguna excepción- que todos sabemos que es muy socorrido para mantener distraída a la peña y con la poca expectación que congrega el gran torneo del golf, la Ryder Cup, que se celebra en territorio norteamericano en esta edición y con marcador poco favorable para los europeos en las primeras jornadas.
Resulta curioso esta manera de entender la democracia. Los políticos, al ser electos o colocados, se arrogan el derecho a decidir hasta el color del papel higiénico e interpretan no ya las necesidades, sino hasta las voluntades de los votantes. Suárez legalizó al PC un Sábado de Gloria, sin contar con nadie (bueno, dicen que con algunos miembros de la cúpula militar). Aznar nos llevó a una guerra sin haber consultado con los españoles (probablemente lo hizo con la cúpula militar pero eso no es democracia); Zapatero nos impuso la Ley de la Memoria Histórica, claramente pensada para satisfacer al bando perdedor, cuando la reconciliación de los españoles ya se había producido varias generaciones atrás sin más ley que la del sentido común y la que rige los sentimientos de las personas; Rajoy tampoco contó con nadie para derogar la dichosa Ley, ni siquiera consultó a los españoles si debía derogarla o no y no aprobó la del aborto, anunciada en su programa electoral, y Sánchez, presumiendo de haber sido el primer secretario general del PSOE elegido por los militantes, dispuso acabar con la carrera de Tomás Gómez (aunque fue un alivio para los madrileños), y aplazar la de Carmona, un personaje consolidado en los platós televisivos, un gregario que hizo de liebre para llevar a Carmena a la poltrona municipal… y en estos casos tampoco las bases votaron para decidir si Gómez debía seguir o Carmena o Carmona debían presidir el Ayuntamiento .
El espectáculo vivido el sábado en la sede del Partido Socialista Obrero Español, calle de Ferraz, antigua vivienda de su fundador Pablo Iglesias (lo de la linotipia daba para mucho entonces), tiene dos actos, pero permítanme primero hacer un hueco para resaltar que como decía alguien ayer, el PSOE empezó su andadura con un Pablo Iglesias y la pudo haber terminado con otro Pablo Iglesias. Pues dos actos decía yo: el primero es el protagonizado por el ya ex secretario general, Pedro Sánchez, al mantenerse sujeto a una conducta equivocada, a mi modo de ver, desde que perdió su oportunidad el pasado mes de diciembre. No es el único culpable de esta situación porque los barones, los críticos y los responsables de las organizaciones territoriales no deberían haber dejado que las cosas llegaran a este punto. Más vale tarde que nunca. Lo que no terminan de entender sus seguidores es que los planes de Sánchez comprometían el futuro del partido, al tratar de buscar apoyos con otros grupos (¿recuerdan?, partidos del cambio, política del cambio…) Y él, con cierta malicia pero con gran necesidad de supervivencia, consiguió convencer a algunos con una ecuación sin solución, según la cual, desestimar su proyecto era igual a compartir la política de Rajoy. La incógnita que eran sus compromisos con la izquierda a la izquierda del PSOE, no quedaba despejada y la solución parecía peligrosa. El no haber cortado a tiempo esta situación, sobre todo después de los dos reveses sufridos en las urnas, desembocó en la escena del sábado en la que, a pesar de celebrarse a puerta cerrada, todos supimos lo que estaba pasando porque los principales informaciones, las fuentes como decimos en periodismo, fueron precisamente algunos de los participantes.
Sánchez ha sido cesado, aunque lo vistan de dimisión, por las corrientes críticas de su propio partido que no son, aunque algunos no lo crean así, correligionarios de Rajoy y del Partido Popular.
El otro acto lo protagonizaron los agitadores en la misma calle Ferraz. Conscientes de lo que se estaban jugando los socialistas, y por ello, de lo que nos estábamos jugando todos. Los agitadores, los folloneros, los mitineros, los del barullo y la bronca, acudieron a una convocatoria sorda, probablemente hecha a través de las redes, a la sede de Ferraz, cuya calle había sido previamente cortada por la policía, para presionar, insultar, dicen que incluso agredir, a los convocados. Quien más tenía que perder, está claro, son los podemitas, que vieron cómo se esfumaba una oportunidad casi única, para ganar la posición. Por cierto, parece hasta elegante el comportamiento del Partido Popular, en las antípodas (“no es no, señor Rajoy”) de los socialistas si comparamos su proceder el sábado con los que presumían de ser coleguitas progres de Sánchez, que llenaron las redes sociales de chistes y comentarios jocosos sobre el ridículo que se estaba viviendo, como han demostrado algunos medios de comunicación.
Víctor de la Serna, en su libro Nuevo viaje por España, la ruta de los foramontanos, editado en 1959 y escrito en 1953, resalta la aventura de los astures y cántabros para ocupar y repoblar las tierras altas de Castilla y León. Al referirse a Herrera del Pisuerga, acogedora villa que yo visité hace algunos veranos, y en la que tuve la oportunidad de navegar por el Canal de Castilla, se refiere a las excelencias del campo palentino, a la alubia, “un riñoncito blanco y esmaltado, brillante y terso”, y al guisante tardío, a quien considera la joya de la huerta herreriana. Discurre el maestro acerca de las aptitudes del hombre, que pasa la vida “cantando a lo temprano, con la avidez de lo virginal –dice- que luego le trae los quebraderos de cabeza que le trae. Y todo para acabar poniéndose muy contento cuando descubre la vida también y la gracia en lo tardío”. Y remata de la Serna :”lo tardío está hecho por Dios para cuidarnos la esperanza”. Y esta última frase me ha recordado las desafortunadas intervenciones de Rivera, líder de Ciudadanos, y de Carolina Bescansa, que se han quejado de la edad de los votantes, en diferentes ocasiones, como obstáculos para obtener los resultados que anhelan. La resolución del PSOE ha sido tardía, también, pero aún a tiempo para aliviar a la sociedad española de una pesadilla y las manifestaciones de estos, acerca de la edad de los españoles para ser candidatos o para votar dejan ver las intenciones que ambos esconden en sus pensamientos. Bescansa, claro, ni siquiera cree en Dios.