Esto es España, y un pueblo que no escarmienta
El pasado 14 de septiembre de 2016, los casos relacionados con la corrupción política volvían a ocupar las portadas de los principales periódicos españoles. Ningún titular, bajo mi punto de vista, era el acertado. Nuestra clase política, especialmente la que se sienta en los escaños del Congreso y del Senado, son los representantes del pueblo. Pues bien, esos representantes que lo son también en nombre de sus partidos y que muchos de sus miembros que encuentran hoy en prisión o insertos en procesos judiciales por corrupción política, resulta que no todos pertenecen a una formación política concreta, vemos que los hay de todos los colores. Por lo tanto, el titular correcto en esas portadas de prensa a que hacíamos referencia hubiese sido: “La sociedad española en el banquillo”. Y es que realmente, ha sido esa gran mayoría del pueblo español, la que por haber seguido acudiendo a votar y haber legitimado cada cuatro años a los que hoy están procesados, inculpados, imputados y encarcelados, lleva cuarenta años en nombre de la democracia, “sentándose en el banquillo”.
Desde octubre de 1982, fecha en que el PSOE llegó al poder en España al obtener una mayoría absoluta en las urnas, las barbaridades, los despropósitos, las inmoralidades y los casos de corrupción política, no han dejado de aflorar y de extenderse como una pandemia por todo el territorio nacional. Desde esa fecha y hasta nuestros días, la lista socialista es escalofriante. A saber: La negociación con ETA; el 11 M; los GAL; el matrimonio homosexual; el aborto; el despilfarro y el desempleo; el caso Flick; el caso Kio; el caso Rumasa; los casos Filesa, Malesa, Time Sport; el caso Juan Guerra; el caso Ibercorp; el caso Cruz Roja; la estafa de la PSV; fondos reservados; el caso CESID; los ERES andaluces; el fraude de “las peonás”; Urralburu; Sarasola; Luis Roldán; Mariano Rubio; Gustavo Cisneros; el chivatazo del bar Faisán… No sé si me habré dejado alguno, pero hay tantos, que sería lo más probable.
Después llega Aznar y le dice a “Isidoro” el de la rosa, que se vaya: “váyase señor González”. Y se produjo el milagro. En España comenzamos a atar los perros con longanizas. El ramo de la construcción se convirtió de repente en “las minas del rey Salomón”. Cualquier “paleta” de cuarto y mitad, se abrochaba seis mil euros al mes colocando ladrillos a destajo, sin decir esta boca es mía. Los jóvenes abandonaban la escuela sin apenas formación, porque querían trabajar en la “obra” y sacarse una “pasta” que les permitiera fundírsela, primero en un coche, y ponerse después hasta el culo los fines de semana. Las entidades bancarias tiraban la casa por la ventana, y los créditos hipotecarios los daban como churros.
Cómo sería la cosa, que todos estos que de la noche a la mañana vieron en Aznar a un “semidiós con los pies en la Tierra”, compraban viviendas sobre el plano mediante una señal, y se las colocaban por el doble de su valor a los más incautos antes de escriturar, porque éstos a su vez habían vendido su vieja casa a algún inmigrante recién llegado, que tampoco había tenido problemas para adquirir un préstamo hipotecario. Negocio redondo.
Todos tiraban de Audi, Mercedes y BMW, como quien se deja un grifo abierto. Miraban a los funcionarios estatales con cara de asco, porque al lado de los nuevos ricos habían pasado –a pesar de su sueldo fijo-, a ser los pobres del barrio con el salario congelado por orden expresa de Aznar ¡Que os jodan!, pensaban algunos.
Todo era jolgorio y fiesta. Habíamos entrado en lo que se dio en llamar “bonanza económica”, pero sin darnos cuenta de que se trataba de una burbuja inmobiliaria que, más pronto que tarde, acabaría estallando y llevándose por delante a los currantes más humildes entrampados hasta las cejas. Currantes cobrando la mayor parte del salario en negro, la mayoría jóvenes, y que habían obtenido sus préstamos hipotecando la vivienda de sus padres, se quedaron en la puta calle con una deuda eterna, y con una prestación arreglo al mísero salario que les figuraba en nómina. Los desahucios hicieron el resto.
Aquellos miles de millones de euros que se movieron en la época de Aznar, y que a estas alturas nadie nos ha explicado dónde coño está ese dinero, fue solamente el preámbulo de lo que quedaba por venir: la quiebra de las cajas de ahorro, el rescate de éstas, desempleo, miseria, inseguridad, mucha más corrupción, y mucho más latrocinio.
A esa crisis y a esa corrupción, se unió la llegada a la Moncloa de un indigente intelectual en tren de cercanías. Como de costumbre, la mayoría del pueblo lo legitimó en las urnas haciendo caso omiso a la época anterior del socialismo y sus saqueos. A partir de aquí, a la quiebra económica y a la corrupción, se fueron uniendo uno tras otro todos los despropósitos políticos que éste incapaz tuvo posibilidad de vomitar. El odio vertido por este sujeto contra nuestras costumbres y nuestras raíces cristianas, unido a la crisis y a la corrupción política, no solo ha dividido mucho más a los españoles y enfrentado a mujeres contra hombres, sino que nos ha llevado a la mayor ruina moral, espiritual, y económica, de toda nuestra Historia.
A pesar de toda esta retahíla y con tanta podredumbre sobre la mesa, otra vez el pueblo vuelve a las urnas y reitera su confianza al “supervisor de nubes” o “bobo solemne”, como lo llamó Rajoy. Cuatro años más de hostigamiento marxista al más puro estilo Chauchescu, acabó llevando a nuestro pueblo al borde del precipicio. Pero daba igual, una mayoría de la sociedad le volvió a otorgar su confianza, del mismo modo que lo quitó después para colocar a Rajoy, quien salió vencedor tras los comicios con una mayoría absoluta en 2011, pero que después de cuatro años con todo el poder en sus manos no tuvo cojones de deshacer lo realizado por el incapaz anterior, haciéndose justamente acreedor a ese apelativo que lo asemeja al “asno de Buridán”. La cobardía y el complejo de don Mariano y su equipo de colaboradores, no les dejó enmendar la plana a su antecesor, considerado, según autorizados cronistas y analistas políticos, el peor presidente del gobierno de España de toda su Historia.
Pero, demos ahora un breve repaso al PP de don Mariano. Lo último, Luis de Guindos defendiendo la designación de José Manuel Soria, exministro de Industria salpicado por el caso de los papeles de Panamá, como director ejecutivo del Banco Mundial. Y, Rita Barberá, la omnipotente y todopoderosa exalcaldesa de Valencia, pasaba a ser formalmente investigada (antes imputada) por blanqueo de capitales por el Tribunal Supremo.
Por su parte, Luis Bárcenas, extesorero del PP, retiraba su denuncia contra la dirección de este partido por haber destruido la información de sus ordenadores donde, presumiblemente, almacenaba muchos datos sobre la contabilidad B de la formación política. Mientras, Jaume Matas, ex presidente del gobierno balear, pactaba con la fiscalía para evitar la cárcel.
Incontables causas judiciales abiertas contra cuadros del PP, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de Izquierda Unida (IU), y de otras formaciones regionales como la extinta Convergencia i Unió de Cataluña, se amontonan en los juzgados. Escándalos como el de los ERE, la trama Gürtel, Adigsa, el caso ITV, Pretoria, Taula, Palma Arena, y un largo etcétera, vienen sonando como una letanía infinita que, solo en 2015, alcanzaba la cifra de 1.700 causas judiciales.
Sin embargo, a tenor de los resultados de los últimos comicios generales del 26 de junio, el PP y el PSOE, los mayores protagonistas del saqueo de lo público, volvieron a ser las formaciones más votadas, lo que hace pensar que, una de dos, o las únicas formaciones que se publicitan para sustituirlas: PODEMOS y CIUDADANOS, no son de fiar, una por marxista y la otra por camaleónica, o es que la sociedad española está siendo demasiado indulgente con la corrupción política.
Sea como sea, lo cierto es que mientras la corrupción se considera el segundo mayor problema del país, de acuerdo con los últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), y la abstención sigue en aumento, la merma de votos de los dos partidos más señalados por esta lacra parece no ser tan contundente.
Mucho tienen que ver en todo esto los medios de comunicación al servicio del poder político y financiero, medios, que sólo permiten que se publicite a las formaciones políticas propuestas por sus amos. De ahí, que el PP trate de salvar al PSOE para acabar comiendo en la mesa común. Nos tapamos nuestras vergüenzas, y a otra cosa mariposa.
De momento, y en caso de que se celebren nuevos comicios, el PP saldría vencedor por verse más cohesionado y porque no ha permitido con todo el poder en su manos, que crezca nadie a su derecha, con lo cual, se volvería a asegurar de nuevo el voto del miedo, el del mal menor, y el voto útil. Y mientras, el PSOE conseguirá tomar oxígeno para rearmarse de nuevo, e intentar volver a ser alternativa de poder. Juntos de nuevo, PPSOE, y con todos los medios a su merced, Iglesias y Rivera, metafóricamente hablando, tienen los días contados.
En resumen, los mayores protagonistas del saqueo de lo público volvieron a ser las formaciones más votadas, y todo hace pensar que seguirán alternándose en el poder mientras haya una mayoría de la sociedad, que se encuentre a gusto “sentada en el banquillo”.
Esto es España, y un pueblo que no escarmienta.
Magistral su artículo, señor Román, como siempre. Y la caída hacia abajo continúa. Este abismo no tiene fin, me temo.
Otro artículo para enmarcar.
Menudo repaso, no ha dejado usted títere con cabeza.
Lo suscribo de la “a” a la “z”.