La victoria de Donald Trump y el “estado de shock” de Ximo Puig
Es cierto que cinco motivos habrían bastado para desear la victoria de Donald Trump, y después aplaudir su llegada a la Casa Blanca. A saber:
1.- Que Madonna se prestase públicamente a realizar “mamadas” a los hombres que votasen a Clinton.
2.- Que Pedro Sánchez, fiel exponente del fracaso, la decepción, la frustración y el hundimiento personificado, viajase a Washington para apoyar y pedir el voto de los hispanos para Clinton, mientras mira hacia otro lado, cuando tras haber sido muy bien asesorado por sus amigos de PODEMOS, el gobierno marxista y totalitario de Nicolás Maduro, está masacrando y llevando a la miseria y al hambre al pueblo de Venezuela.
3.- Que Alfredo Urdaci, el monaguillo de 13tv, se hartase con sus editoriales de insultar a Trump en un medio de la Conferencia Episcopal española, en favor de la proabortista candidata demócrata Hillary Clinton.
4.- Que el separatista catalán Miquel Iceta, a quien el director de esRadio denomina “la gogó de Llobregat”, pidiese públicamente, con profundo y fervoroso apasionamiento, el voto para Clinton, de la misma manera que solicitó a su mentor Pedro Sánchez, que librase a los socialistas de Mariano Rajoy.
5.- Que en los medios informativos de Jiménez Losantos -mentores mediáticos de Albert Rivera y bestias negras de Mariano Rajoy-, se hayan hartado con machacona reiteración de decir, que el programa de Trump era igual al de Podemos, a sabiendas, de la diferencia abismal entre el discurso marxista y totalitario de Pablo Iglesias, y los pronunciamientos políticos del hoy presidente norteamericano.
Pues bien, si estos cinco motivos expuestos precisaban ser apostillados con algún otro argumento, éste lo encontraríamos sin ninguna duda en el broche puesto con ese “estado de shock” en el que dice haber quedado el “pobre” presidente de la Generalidad Valenciana, Ximo Puig, tras enterarse de la victoria en las elecciones de los Estados Unidos, del magnate Donald Trump.
Comprendo y entiendo el “estado de shock” de un presidente autonómico socialista que adquirió fama por los pactos postelectorales con el marxismo y los comprometidos con el separatismo catalanista, y por aparecer ataviado, engalanado, adornado y acicalado, por un vistoso y llamativo bisoñé. Yo lo comprendo, pero, ¿saben ustedes por qué lo comprendo? Porque cuando se habla de democracia y de la voluntad de la mayoría expresada en las urnas, y vemos como los perdedores en las elecciones norteamericanas felicitan al vencedor con claras alusiones al interés general de la nación y a la unidad de la Patria, y lo comparamos con el de los socialistas perdedores en las elecciones en nuestro país -como es el caso de Ximo Puig-, no es un “estado de shock” el que debería afectar al presidente valenciano, sino un profundo sentimiento de sonrojo y vergüenza, por la forma de llegar hasta la presidencia de una comunidad autónoma, firmando pactos con aquellos que, como él, no solo perdieron las elecciones sino que además, están provocando con sus políticas totalitarias de odio y de rencor el enfrentamiento entre hombres y mujeres; el ataque a nuestras costumbres y nuestras raíces cristianas; la ruptura de la nación española enalteciendo y apoyando al separatismo catalán y vasco; y el fortalecimiento e implantación de una doctrina ideológica de la mano de Podemos, cuyo asesoramiento ha llevado al pueblo de Venezuela a un desastre descomunal, del que nada tiene que ver Donald Trump.
Estas cuestiones y estos comportamientos personales, son los que a Ximo Puig deberían preocupar muy seriamente y no la victoria legítima, abrumadora e inapelable de Donald Trump. Una victoria –y esto es lo que considero que más preocupa al presidente de la Generalidad Valenciana-, conseguida gracias a los votos de los sectores más humildes de la sociedad norteamericana, que han abierto los ojos; que defienden a ultranza la unidad de su Patria; que trabajan y bregan diariamente para vertebrar su nación; que no quieren las imposiciones mundialistas ni la globalización; y que están hasta los tímpanos de tener que mantener con su trabajo, con su sudor y con su sacrificio a millones de delincuentes, narcotraficantes criminales y parásitos que están entrando ilegalmente en su país para vivir de subvenciones estatales sin dar un palo al agua, como desgraciadamente está sucediendo también en España y en el resto de Europa.
Buen artículo.
A este socialista que tanto le gustan los pactos con los marxistas y separatas catalanistas, lo ha dejado usted con la calva al aire. O sea, sin peluquín