Una madre británica, esteticista profesional, ha llevado a un extremo muy cuestionable el deseo de muchos padres de que sus hijos sean estrellas del mañana. Karry inyecta bótox a su hija Campbell Britney, de solo ocho años, cada tres meses.

Se lo aplica en frente, labios y el contorno de los ojos y, además, le hace la cera para eliminar el poco vello corporal que pueda tener. “Lo hago para ayudarla a convertirse en una estrella”, asegura la madre.

La obsesión por la belleza de Campbell, residente en Birmingham, va más allá de los simples juegos de una niña presumida. “Cada noche compruebo si tengo más arrugas y si veo alguna quiero más inyecciones”, apunta la menor, entre cuyas aficiones están bailar las canciones de Lady Gaga, la moda y, claro, maquillarse.