El “caranchoa” es el fiel reflejo del Parlamento, pero sin antibiótico
Cuando contemplaba el video que se ha hecho viral bajo el título de “caranchoa”, me vinieron a la mente algunas de las historias que han tenido lugar en el Reino de Valencia, y que ponen de manifiesto la cruda realidad de la España de nuestro tiempo. El “caranchoa”, para quien no lo sepa, es un video grabado por un joven que quiso mostrar al mundo su gracia y su estilo propio, y el resultado de su hazaña fue una lección magistral de como se le debe administrar a un gilipollas con ventanas a la calle el antibiótico infalible “acción-reacción”, cuando sufre del mal de “tocarle los cojones a un currante”, que con su trabajo se gana la vida honradamente.
El primer suceso tuvo lugar en Valencia. Dos ecuatorianos atracan a punta de navaja un locutorio. Como la caja registradora se encontraba vacía, se apoderaron de seis litros de cerveza dándose a la fuga. Posteriormente volvieron de nuevo al lugar del atraco, ¿saben para qué? Para golpear y romper los cristales del establecimiento, lo que dio lugar a que uno de los ladrones fuera retenido por el hermano de la empleada del local para entregárselo a la Policía, que detuvo posteriormente al segundo chorizo.
El segundo suceso tuvo lugar en Sagunto. Un rumano fue secuestrado por sus propios compañeros de cuadrilla, también rumanos, quienes solicitaron 220 euros de rescate a su familia, para su liberación. Los presuntos secuestradores fueron detenidos en una gasolinera cuando se disponían a cobrar el dinero solicitado. Por cierto, la víctima había trabajado para sus verdugos durante quince días en Albacete, a razón de trece horas diarias por cuarenta euros a la semana. Para que luego digan que los españoles los explotan.
El tercer suceso tuvo lugar en Castellón. Un individuo cuya vivienda había alquilado a una mujer, pensó que no era mala idea entrar en la casa de su inquilina para espiarla. Aunque el piso era de su propiedad, no tenía ningún derecho a allanar la morada. El figura, que como espía tiene menos futuro que un piojo en una calva, acabó quedándose atrapado en la vivienda. Como no podía salir, no se le ocurrió otra cosa que llamar por teléfono a su inquilina para que lo rescatase. La mujer llamó a la Policía, y lo detuvieron por allanamiento de morada.
El cuarto suceso tuvo lugar en la provincia de Alicante, concretamente en la cárcel de Foncalent. Una madre gitana se la jugó por hacer feliz a su hijo que cumple condena en dicho centro penitenciario. Esta mujer se escondió diez bellotas de hachís en el sujetador, pensando que nadie se fijaría en ella y no sería cacheada al entrar. Evidentemente fue sorprendida en el punto de control, y detenida.
El quinto y último suceso, tuvo lugar durante el reciente temporal de lluvias en Puerto de Sagunto. El video que recogía lo que allí aconteció, también se hizo viral. La protagonista se metió de lleno con su vehículo en un paso inundable apartando ella misma la valla que impedía el paso, y que había sido colocada por los servicios municipales. Ni valla ni leches. La mujer, ahora rebautizada como “la rubia de Sagunto”, allá que se fue con su coche desafiando al temporal y desoyendo los avisos de emergencia, como si fuese el sheriff del condado. Después de varias horas en el techo del vehículo junto a su mochila, fue rescatada por los bomberos. Con un par.
En resumen, lo del “caranchoa” ha sido simplemente una anécdota, de la que habría que rescatar la lección que en ella se imparte. Es la punta del iceberg respecto a la larga lista de despropósitos que tienen lugar en España, y que explican claramente el rumbo que lleva el país con esta farsa democrática, y cuyo espectáculo circense vemos día tras día en el mismísimo Parlamento.