El concepto informático de la vida
Un amigo me hace llegar un power point con diapositivas acerca de la irrupción de la inteligencia artificial a través de la informática, y su repercusión en nuestra vida diaria. Es una obviedad que desde la llegada de los ordenadores, muchos aspectos de nuestro día a día ha ido cambiando, que se ha ido transformando y que hoy, desde casa, con un ordenador y una conexión wifi puedes resolver un buen número de problemas que unas cuantas décadas atrás te habrían obligado a desplazarte a las compañías de la luz, el gas, el Banco, o la agencia donde tienes contratada, por ejemplo, la póliza de defunción. ¿No es impactante el hecho de hacer una fotografía y al momento ponerla en Tokyo o en Nueva York?
Los cambios que estamos viviendo nos llevan a una dimensión diferente. Un mundo muy distinto y opuesto. Los expertos dicen que sólo hemos visto al punta de ese iceberg en el que las máquinas sustituyen en gran medida al trabajo del hombre; la eficacia de aquellas, los resultados, formarán parte de una estadística que verá reducida paulatinamente su nivel de incidencias a medida que los técnicos se ocupen de reducirlas, y del modus vivendi de las personas se irán eliminando aquellas conductas que no tengan gran influencia en el bienestar y en los estados de ánimo. Es la nueva educación de cada momento histórico. La gente se terminará acostumbrando a estos cambios.
Están de moda los coches eléctricos, aunque la mayoría, de momento, son los híbridos. Hace tiempo leí un libro de un ingeniero militar español sobre el coche eléctrico. La conclusión era que el vehículo era viable, pero en aquel tiempo, allá por los años cincuenta del siglo XX, los acumuladores todavía tenían muy poca autonomía y por otra parte, crear una red de puntos de carga era más complicado y caro que extender una red de gasolineras para el abastecimiento de gasolina y gas oíl. Una cuestión de preferencias según los tiempos. Hoy en cambio se apuesta por esta clase de vehículo que, allá por 1900, ganó la prueba de velocidad frente a los de gasolina y gas oíl. Pero la apuesta por el coche eléctrico tiene aún pendientes algunos temas, que por supuesto, se resolverán pronto. Me refiero a la autonomía. Los eléctricos de mayor autonomía son los Tesla, con unos seiscientos kilómetros en teoría. En teoría porque el aire acondicionado, o la calefacción, tiran de la misma fuente, por lo que la autonomía será menor que la que indican.
El segundo asunto a mejorar es el del tiempo de recarga… en un viaje largo no puedes dedicar cinco o seis horas para recargar y seguir… y luego hay un asunto que no se dice y es que las baterías, que cuando son nuevas soportan una carga pero que a medida que las vas usando van perdiendo parte de esa carga, nunca son tuyas. Cuando compras un coche eléctrico, las baterías son del vendedor a quien pagas una cantidad a modo de alquiler. En cualquier caso, si la industria y las autoridades quieren, los coches del futuro inmediato serán eléctricos y los sistemas de viaje evitarán que el coche sea un objeto necesario en las familias…
En Medicina, se utilizan ordenadores para ciertas operaciones con la ventaja de que el cirujano puede estar manejando el bisturí en Nueva York, y el paciente estar dormido en un quirófano de un hospital de París, Londres, Madrid o Estocolmo. La precisión, la ciencia…Una aplicación para Smartphone parece capaz de leer tu retina e informar a un centro médico sobre tu estado de salud. ¿Cuántas de estas saldrán a la luz en un futuro inmediato? Y los resultados de la inteligencia artificial dejan en pañales la imaginación de nuestros científicos de hace un siglo… no es de ninguna complejidad preguntar a tu Smartphone por el tiempo, o por cualquier artista, futbolista o político con la seguridad de que te contestará con prontitud. Incluso algunas cuestiones más complicadas, respondiendo con una información encontrada en internet.
Cuando yo presenté mi Diccionario de Historia de España, hace unos años, me aventuré a decir algo que no había leído todavía, pero que luego leí a los expertos. Las cuatro edades de la Historia: Antigua, Media, Moderna y Contemporánea, ya eran cinco, porque habría que añadir otra, a la que podríamos llamar la edad Informática. La irrupción del ordenador, mediados los cincuenta, pero sobre todo, a partir de que una persona podía llevarse a su casa uno personal, ha supuesto un cambio radical en nuestra manera de vivir e incluso de pensar, como dije al principio. En los periódicos digitales, que hoy son mayoría, son técnicos informáticos los auténticos baluartes. La redacción prácticamente no existe, y sólo las firmas completan el equipo.
Todo esto tiene, indefectiblemente, un coste. Recuerdo que hace ya unos años, con unos amigos sindicalistas solíamos bromear acerca de los mítines, en este mundo donde el ordenador copa la actividad de todos y aquellas acumulaciones masivas de las grandes fábricas son ya historia, y les decíamos que sus mítines, en el futuro, tendrían que celebrarse por videoconferencia. Creo que la broma es una realidad.
En los últimos 50 años el desarrollo ha sido asombroso . Yo termin’e la carrera con la regla de cálculo . Cuando comencé a trabajar no existían los ordenadores en las fábricas, no existían las calculadoras (las primeras que llegaron los números se formaban con resistencias eléctricas). Para trabajar con las ingenierías en Alemania, Japón, USA, Etc… por correo postal, luego llegó el teletipo que revolucionó el intercambio de información, luego el fax, !!se podían mandar dibujos por teléfono!! Y ahora el Email. Coches eléctricos, pero la electricidad viene de las Centrales Térmicas que queman combustibles fósiles, con un rendimiento… Leer más »
El digital que tenga la capacidad de que por un cable un usuario lo conecte al terminal doméstico y ofrezca algo tan sencillo como la realidad, las cadenas o los grupos dedicados a moldear la ficción a la carta sobre el pensamiento complejo están abocados a diluirse en sus propias manipulaciones, se podría conseguir en una operación de pequeños y numerosos accionistas que cotice, la verdad será un valor al alza en tiempos de tribulación.