El santo hospital de Joan Enric Vives
Pedimos a la Virgen que no salga un pueblo dividido sino hermanado de las próximas elecciones, que cesen las mentiras contra nuestro pueblo, que cese la tergiversación de la verdad, que unos y otros recuperen el seny, que Catalunya viva hermanada con los otros pueblos de España y de Europa. (Monseñor Vives)
Joan Enric Vives Sicilia, obispo de la Seo de Urgel y copríncipe de Andorra, es un prelado singular por simpático, cercano y populista. De verbo fácil, abierto y dicharachero con casi todos, y excelente amigo de sus amigos. El pobre ha tenido que hacer complicados equilibrios para nadar y guardar la ropa o para bailar la música que tocan sin pisar a la pareja -como él mismo solía decir- en el frágil tema de la posible legalización del aborto en el Principado de Andorra, del que hasta el momento ha salido bien librado.
Donde se tira a nadar y de cabeza es en hacer el caldo gordo a los que han tomado partido por la independencia. Eso sí y sin ninguna vergüenza: mentiras contra nuestro pueblo, tergiversación de la verdad sólo en una dirección, los pueblos de España, de Europa y “el nuestro” por separado y al mismo nivel… Y es que siempre juega a caballo ganador. O eso se cree él…
Hace exactamente un año Ara.cat se hacía lenguas de la actitud de monseñor Vives dispuesto, cual nuevo Balduino, a abdicar del coprincipado para no suscribir con su firma una ley abortista. Lo cual, según el diario, le abriría un maravilloso futuro. La configuración política de Andorra exigiría la firma de los dos copríncipes -el presidente francés y el obispo de Urgel- para promulgar válidamente una ley. Así pues, Vives dejaría su cargo para suceder a Martínez Sistach en Barcelona y el nuevo obispo de Urgel tomaría posesión del coprincipado -limpio de polvo y paja- tras la legalización del aborto únicamente con la firma de Monsieur Hollande. Otra jugada maestra de la sesuda diplomacia vaticana: Sí, pero no. No, pero sí… ¡Y tengamos la fiesta en paz! A ver si el tema del aborto va a traer una crisis diplomática inasumible por los achantados monseñores de la Secretaría de Estado.
De momento, monseñor Vives continúa en Urgel luciendo su coprincipado; y la sucesión de Martínez Sistach, pospuesta sine die a la espera de acontecimientos no espirituales, sino socio-políticos. Lo que llama la atención es que lo que parece importante en Andorra -el aborto provocado y legalizado- no lo es tanto en el Sant Hospital de la Seo de Urgell, del que Vives es corresponsable, pues participa en su gobierno y gestión.
En septiembre de 2016, Joan Enric Vives renovó los cuatro vocales que tiene la diócesis en la Junta de la Fundación del Sant Hospital: los sacerdotes Xavier Parés y Josep Maria Mauri y los laicos Luís Clotet y Josep Sanvicens. La junta del Sant Hospital está formada por el presidente y alcalde de Urgel, Albert Batalla (de la antigua CiU). Luego, un vicepresidente y un secretario, que acostumbran a ser los dos curas, y seis vocales. En total nueve miembros, cuatro nombrados por Vives. Los demás por el alcalde. Es decir, los santurrones en estratégica minoría, convidados de piedra, ninots de falla de segunda clase, tal como están allí las cosas ahora mismo.
El alcalde de Urgel, Albert Batalla es un furioso abortista que se expresaba así sobre la reforma del ex ministro Gallardón: “La reforma Gallardón del aborto es una decisión ideológica retrógrada. Desprecia a las mujeres y se carga el amplio consenso existente hasta ahora”. Y es que el tío estaba pletórico. El pleno del Ayuntamiento de Urgel acababa de aprobar una moción por unanimidad -en ausencia del PP, claro, que aquel día desapareció para no retratarse- en la que se exigía el acceso universal y la cobertura legal en las interrupciones voluntarias del embarazo en la red de salud pública.
El Sant Hospital de Urgel, que Vives gestiona con el Alcalde, está en esa Red de Hospitales de Utilización Pública, llamada XHUP por el Departamento de Salud de la Generalitat. Y con un presidente del patronato así, tan liberal y convergente, y un Ayuntamiento tan rumboso y unos vocales tan blanditos, no puede extrañar a nadie que el Sant Hospital de la Seo tenga entre sus “servicios” esterilizar, dispensar la píldora abortiva en las urgencias e interrumpir abortivamente embarazos, siempre en caso de necesidad, claro, cuando no hay más remedio; en fin, por compasión, como en el de San Pablo de Barcelona.
Ahí están los documentos estadísticos o meramente informativos del departamento de Salud. El protocolo para abortar de la Generalitat es el siguiente: En caso de IVE (aborto provocado) cuando se detecten anomalías fetales incompatibles con la vida y así conste en un dictamen emitido con anterioridad por un médico o médica especialista diferente de quien practica la intervención, o cuando se detecte en el feto una enfermedad extremadamente grave e incurable en el momento del diagnóstico y así lo confirme un comité clínico, el servicio sanitario que detecta la causa fetal tiene que atender a la mujer y derivarla al hospital de la XHUP preferentemente y, si el caso lo requiere, se activará el comité clínico, para que emita el dictamen correspondiente.
Para esos abortos de “calidad suprema”, esos que no asumen los abortorios privados por la dificultad que representan dado el tamaño del no nacido (6, 7, 8 o 9 meses y hasta el “nacimiento parcial”), están los hospitales de la Red Hospitalaria de Utilización Pública (XHUP). Entre ellos todos los de la Iglesia en Cataluña: San Pablo en Barcelona, Granollers en Tarrasa, San Bernabé en Solsona, San Pau y Santa Tecla en Tarragona, todos los centros hospitalarios de San Juan de Dios y también, ¡cómo no!, el Sant Hospital en la sede episcopal de Joan Enric Vives.
El ”Santo” Hospital de Albert Batalla, alcalde y Joan Enric Vives, obispo, es un referente para matar con garantías. Y si no consta el Sant Hospital en la relación de centros sanitarios que han notificado abortos durante 2014 (La Interrupció Voluntària de l’embaràs a Catalunya. 2014 pg.49) porque Boi Ruiz, exconsejero autonómico de Sanidad, le hizo un favor -a medias- a Martínez Sistach para sacarse la espina. Al final del documento aparece un asterisco con la cínica nota: La relación de centros no es exhaustiva, ya que la publicación del nombre del centro es voluntaria. Por ello no consta ni San Pablo, ni San Juan de Dios, ni el Sant Hospital de Urgel. En virtud del compromiso del Sseñor Boi con Sistach.
Pero monseñor Vives tiene mayores responsabilidades y no puede ocuparse de estas nimiedades. Él está de santo guardián para que cesen las mentiras contra nuestro pueblo (el pueblo de los obispos separatistas) y para que cese la tergiversación de la verdad (no se refiere a la Verdad evangélica; por lo visto no es de su incumbencia).
El escándalo es monumental: todos los hospitales católicos de Cataluña, uno tras otro, están apareciendo como “oficialmente abortistas”. Como no se plantó cara en los grandes hospitales, las prácticas abortivas se extienden e involucran cada vez más a las distintas diócesis catalanas. Santos hospitales al principio para obrar la misericordia con los enfermos pobres, ahora destinados a asesinar a los más débiles e inocentes ante la resignada mirada de nuestros amodorrados prelados. Y es que son aplicables a este y otros casos las proféticas palabras del Señor: Cuando un espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y cuando llega, la halla barrida y adornada. Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero (Lc 11,24).