La gran “March for Life” de Washington DC
La paciencia de Dios es infinita, y la tierra sigue girando. Parecía inevitable en las recientes elecciones de Estados Unidos, que la cultura de la muerte y la ideología de género se instalasen ya para siempre en sus formas más burdas y soeces en las estructuras gubernamentales del país más poderoso del mundo. Y parecía que de resultas de esa orientación tan extremada de la Casa Blanca hacia esas políticas, sería imparable la adscripción más o menos fervorosa de otros países a la demolición de la persona a través de ellas. Pero se produjo el vuelco espectacular. Y el instrumento del que se ha servido Dios para darle ese vuelco al mundo, no ha sido precisamente el más vistoso. Es que a Dios se le da de maravilla escribir recto sobre renglones torcidísimos.
He aquí una prueba más de la infinita misericordia de Dios para con el hombre. Poca hilaridad nos hubiese aportado doña Hilaria; así que decidió Dios que los americanos prefiriesen a don Donaldo, con el que están entretenidísimos: el día que no les da a los progres un motivo para criticarle y enfurecerse, es porque les da dos o tres.
Y entre ellos, su plena adhesión a la March for Life del pasado viernes 27 de enero, con la que 700.000 personas abarrotaron la mayor y más larga avenida de la capital de los Estados Unidos de América: la Constitution Avenue. Marcharon hacia las puertas de la Corte Suprema para recordar que la fatídica sentencia Roe v. Wade del Alto Tribunal en 1973, dio paso al asesinato libre y masivo de los no nacidos de esa nación.
La 44 edición de la Marcha se ha realizado en efecto en medio de una circunstancia muy especial, que merecía celebrarse por todo lo alto. La nueva administración norteamericana presidida por Donald Trump se ha apresurado a cumplir una de sus promesas electorales: eliminar la financiación estatal de los abortos en suelo estadounidense y en el extranjero. Un primer gran paso.
Y otro paso de gigante fue que el mismo Vicepresidente Mike Pence dirigió un firme discurso a la multitud prolife que llenaba el National Mall a los pies del obelisco de George Washington: Éste es el mejor día que he visto para la Marcha por la Vida, en más de un sentido. Me siento profundamente honrado de estar hoy ante vosotros. Me siento profundamente honrado de ser el primer vicepresidente de los Estados Unidos que ha tenido el privilegio de asistir a este evento histórico. El presidente Trump me pidió que estuviese hoy aquí con vosotros. Me pidió que os agradeciese vuestro apoyo, vuestra posición provida y vuestra compasión por las mujeres y los niños de los Estados Unidos.
El vicepresidente norteamericano recordó que la nación se fundó sobre la convicción de que todo ser humano tiene ciertos derechos inalienables, y entre ellos están la vida, la libertad y la prosecución de la felicidad. Hace 44 años, nuestro Tribunal Supremo dio la espalda al primero de esos ideales eternos, pero hoy, tres generaciones después, gracias a todos vosotros y a los miles que están con nosotros en manifestaciones como ésta en todo el país, ¡la vida está ganando de nuevo en América! Un ensordecedor aplauso cerró su intervención. Políticos que prometen y cumplen. ¡Lo nunca visto!
Así las cosas, los medios de comunicación, siempre censores de lo políticamente incorrecto, no tuvieron más remedio que cubrir el evento, dada la presencia y el apoyo de tantos pesos pesados de la nueva política norteamericana. La Marcha de las mujeres contra Trump, el “caos” en los aeropuertos por los controles fronterizos y, sobre todo, la contundencia con la que el nuevo presidente afirma que la prioridad para refugiarse en USA la tienen los cristianos, ha desatado la furia del Club de Bilderberg y sus asalariados laicos y hasta eclesiásticos. Y es que resulta insoportable que el presidente del país más poderoso tenga una política no consensuada con los poderes fácticos y mediáticos que gobiernan el mundo.
La resistencia que produjo en la sociedad norteamericana la pretensión del Obamacare, la nueva seguridad social americana, de financiar con dinero público las prácticas abortivas y anticonceptivas, contrasta de manera insultante con el seguidismo eclesial y social que se produjo en España con la financiación pública del aborto. Aquí nadie chistó. Se hizo y punto. Y luego dando lecciones…
El gran acontecimiento es que el país que lideró el aborto en el mundo y que sirvió de luz para iluminar a tantos países para que se sumaran a esta barbarie; el país que tuvo a la multinacional Planned Parenthood como ariete para promocionar sus prácticas criminales en todo el mundo, ese país lidera hoy la defensa de la vida. Y que del mismo modo que hemos visto lo que dio de sí su liderazgo en el mal, veremos cuánto puede el ejemplo y el impulso de este gran país para estimular a otros países en la defensa de la vida.
En España seguiremos empeñados en ser diferentes y en dar lecciones al mundo, tanto los poderes políticos, como la jerarquía eclesiástica, como los medios de comunicación. Aquí seguiremos manteniendo el perfil bajo en este tema tan politizado e ideologizado. Y como queda tan guay entenderse con todas las ideologías políticamente correctas y “colaborar” con ellas, nos seguiremos llevando de maravilla con los abortistas.
Tiempo hubo en que políticos de gran relieve del partido conservador y hasta algún obispo se atrevían a participar en las manifestaciones en defensa de la vida y de la familia. Pero ahora ya no tienen que conservar nada más que el poder. Hoy sería inconcebible que el presidente del gobierno mandase a su vicepresidenta a hacer un discurso a la Marcha por la Vida. O que si no quería molestar tan directamente a las femiabortistas, permitiese que alguno de sus departamentos gubernamentales emitiese de oficio un comunicado de adhesión a la Marcha.
Hoy aquí en España, la Vida lo tiene muy difícil: todas las fuerzas políticas intentan estar a bien con lo políticamente correcto, con lo que se lleva; y las eclesiáticas procuran que nadie se fije en ellas. Y eso a pesar de la tiritera que les ha entrado con el invierno demográfico. Ya están estudiando cómo afrontarlo sin renunciar a sus políticas contra la vida y contra la familia. Exigencias de la ingeniería social… Es que España es un país muy serio que no puede permitirse un Donald Trump.
www.sacerdotesporlavida.es
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Recuerdo al padre Custodio, cuando encabezaba las Marchas por la Vida en Barcelona los 25 de cada mes.
Nos reuníamos delante del Hospital de San Pablo en Barcelona e íbamos caminando hasta la Sagrada Familia, bajando la Avenida Gaudí.
Los perroflautas nos salían al paso, a veces nos agredían, nos insultaban, eran asquerosos; pero eso nos daba más fuerza para insistir.
Abandoné la colaboración porque las plataformas pro-vida eran pro PP.
Un vídeo de entonces:
https://youtu.be/Hmue94KL_9M