Disturbios en Suecia.

El presidente Trump volvió a ser el objetivo de los medios de comunicación al servicio de los planes sionistas al manifestarse sobre los problema que estaban acarreando los miles de refugiados acogidos en Suecia. De inmediato, periodistas y representantes del Gobierno sueco lo tacharon de “loco” y “mentiroso”. Pocos días después, los medios informativos suecos se han visto obligados a reconocer que el país escandinavo tiene un gran problema con la seguridad.

Suecia ya está cambiando sus políticas de inmigración. Hasta hace poco, los suecos no tenían una visión excesivamente crítica contra la inmigración, ni tampoco estaban dispuestos a prescindir de los valores humanitarios de su país en la acogida a los refugiados. Creían que estos son valores firmemente arraigados en la psique nacional.

Hasta hace un año y medio, Suecia ofrecía protección vitalicia, junto con la reunificación familiar, a personas que fueran consideradas refugiados legítimos. En 2015, cerca de 163.000 personas se trasladaron a Suecia en busca de esa protección. Los acontecimientos sin embargo llevaron a este país de aproximadamente 10 millones de habitantes a reforzar sus reglas. Las políticas de acogida de refugiados son ahora revisadas cada año y la reunificación es más difícil. Suecia ya ha dejado de ser un país atractivo para los inmigrantes. Y aún más para los autóctonos.

“Suecia ha sido una de las principales beneficiarias europeas de las solicitudes de asilo. El país se enorgullece de haberle dado un enfoque humanitario a la inmigración”, declaró hace meses Daniel Schatz, académico del Instituto Europeo de la Universidad de Columbia. “Durante la guerra de Irak, Sodertalje, un pequeño municipio sueco, tomó más refugiados iraquíes que los Estados Unidos y el Reino Unido juntos”, añadió.

“Suecia está experimentando un choque de ideales”, continuó el académico. “Mientras el país busca mantener su ideal humanitario, las preocupaciones de los ciudadanos en torno a la inmigración han comenzado a cambiar la política de la Suecia, tradicionalmente liberal, hacia controles de inmigración más estrictos y políticas más restrictivas. El debate sobre la inmigración es, pues, esencial para muchos suecos “.

Donald. Trump no es la única persona que advierte acerca de las consecuencias preocupantes de la inmigración para Suecia. Un experimentado investigador del departamento de policía de Orebro, Peter Springare, provocó recientemente un gran revuelo en las redessociales al desgranar graves casos de inseguridad ciudadana que estaban siendo ocultadas pòr las autoridades. .

“En lo que he estado trabajando esta semana, de lunes a viernes: violación, violación, violación grave, abuso sexual, asalto, asalto a la corte, amenazas, ataques contra la policía, amenazas contra la policía, drogas, drogas serias, intento de asesinato, de nuevo otra violación, otro caso de abusos”, escribió Springare. A continuación publicó la lista de las personas sospechosas de los citados casos. Todas menos una procedían de Oriente Medio.

Su testimonio le granjeó muchos apoyos y adhesiones. Cientos de flores fueron enviadas a su comisaría y más de 170.000 personas se unieron én un grupo de Facebook para apoyarlo. Los superiores de Springare, por su parte, reaccionaron de inmediato contra los “alarmistas”apuntes, señalando que los mismos no se correspondían con los que se registran en todo el país.

Uno de los comercios asaltados en el país en los últimos días.

Esta conmiserativa actitud con los efectos de la inmigración han quedado una vez más desmentidas por los hechos. El pasado fin de semana, disturbios en amplias zonas del país, ataques a la policía y asaltos a locales comerciales nos ofrecieron la imagen de un país en guerra y en las antípodas de la idílica sociedad sueca de los años 60, habitada entonces por autóctonos europeos de forma abrumadoramente mayoritaria.

Manne Gerell, profesora de criminología en la universidad de Malmö, advierte que los políticos y los medios de comunicación no pueden seguir jugando con fuego “ocultando o negando” hechos que han pasado a formar pàrte del debate diario en las redes. “Si siguen en esa actitud, cada vez más suecos se preguntarán qué intereses obligan a sus líderes a negar lo evidente. Esto quizás les lleve a elegir a otros representantes que antepongan la seguridad a las garantías democráticas que beneficia antes a los criminales que a ellos”.

En cualquier caso, las manifestaciones de Peter Springare recobraron actualidad tras las afirmaciones de Trump sobre la inseguridad en Suecia. Existe una opinión pública en Suecia cada vez más alejada de la opinión publicada. A esta le conviene ofrecer la versión de un país en idílica convivencia multicultural. Lo que ocurre es que estos trazos optimistas chocan de bruces con la realidad que viven a diario millones de suecos. La polémica por las palabras de Trump evidencian hasta qué punto a los moralmente corrompidos dirigentes locales no les preocupa la situación de caos en muchos barrios y ciudades. También que carecen de respuestas para hacer frente a la violenta realidad. Han preferido camuflar su criminal complicidad con los criminales y delincuentes y doblegar la voluntad de los suecos para que no cedan a la “incorrección política” admitiendo la convulsa situación.

Es decir, que el estado de catatonia al que ha llegado la élite de Suecia le empuja a llamar “loco” y “embustero” al dirigente de otro país que se atreve a proclamar hechos que están siendo corroborados a diario por los expertos y por los propios nativos. Entre tanto, los representantes de esa misma élite, que está destruyendo el país y exponiendo al vacío la seguridad de sus compatriotas, son en cambio las personas cuerdas.