Los almogávares
José María Ortuño Sánchez-Pedreño*.- A primera vista, el nombre de almogávar parece árabe y así se deriva, según unos, de muhavir, que significa el que trae nuevas. Al decir de otros es un compuesto del adjetivo también árabe gabar, fiero, valiente. Y no falta algún orientalista, como Reinaud, que alegue que, a pesar de todas sus investigaciones, no ha logrado enlazarlo a ninguna etimología árabe.
Sea como sea, era el almogávar en España, durante la Edad Media, el soldado de una tropa fronteriza, suelto, ligero y diestro y ejercitado en la guerra, con grandes cualidades de vigor, fortaleza y sufrimiento para soportar todo género de trabajos y fatigas. Su sobriedad eral tal que, al decir de algunos historiadores, solían pasar dos o tres días sin comer más que hierbas del campo.
Se empleaba el ejército de almogávares, cuyas cualidades no han desaparecido de España según algunos historiadores, en el servicio de la frontera, donde andaba siempre la guerra viva y sangrienta, guarnecían los fuertes y castillos avanzados, desde donde hacían continuamente entradas y correrías provechosas en tierras de los musulmanes, tomando y saqueando a veces villas y fortalezas. Soldados veteranos de gran experiencia y valor, prestaban utilísimos servicios de exploración. Aunque su ejercicio era en general más propio de gente de a pie. sobre todo en tierras ásperas y montuosas, hubo no obstante en Castilla almogávares jinetes de preciados corceles. Éstos tenían más alta graduación y ejercían más elevadas funciones que los almogávares de a pie, siendo la escala jerárquica de aquella milicia de la Reconquista la que señalan las Siete Partidas de Alfonso X (Partida II, título 12, ley 6) en los términos siguientes: “Las cosas que an de ir a bien siempre, an de ir e de subir de un grado a otro mejor. Así como facen del buen peón, buen almocadén, e de buen almocadén buen almogávar de a caballo e de aquél buen adalid”.
Esta famosa institución, muy semejante a la de las tropas ligeras de los romanos, conocida con el nombre de velites, era en Aragón y Cataluña, según todos los cronistas e historiadores, gente de guerra que estaba a sueldo con carácter permanente, a diferencia de la que concejilmente se juntaba e iba a servir por tiempo limitado a las milicias feudales. Acaudillaban a los peones los jefes llamados almocadenes, y los adalides gobernaban y dirigían a los almogávares de a pie y de a caballo.
Las Siete Partidas II.XII.7 define así las condiciones que habían de reunir los peones en la milicia almogávar: “Ha de menester que sean fechos e acostumbrados al aire e a los trabajos de la tierra. E si tales non fuesen, non podrían luengo tiempo vivir sanos, maguer fuesen ardides e valientes; … e demás que sean ligeros e ardides, e bien facionados de sus miembros para bien sufrir el afán de la guerra, e que anden siempre guisados de buenas lanzas e buenos dardos e cuchillos e puñales. E otrosí deben traer consigo omes que sepan tirar de ballesta, e que trayan los guisamientos que pertenecen a fecho de ballestería; ca estos omes cumplen mucho a fecho de guerra”.
El servicio del almogávar en campaña consistía en reconocer el terreno donde operaba el ejército, marchando a la vanguardia y a los flancos, inquietando constantemente al enemigo con sus acometidas briosas y cubriendo los movimientos del ejército propio, del que estaba en continua vigilancia. Como tropas ligeras y sueltas, combatían en general los almogávares en orden abierto. Pero en algunas ocasiones, cuando era menester, luchaban también en orden cerrado, reuniéndose repentinamente si por acaso se veían sorprendidos por fuerzas superiores, formando una masa compacta capaz de rechazar las repetidas cargas de la caballería musulmana.
Esta tropa de almogávares vivía siempre guerreando y no llevaba bagajes. Por su movilidad extraordinaria, inquietaba y molestaba continuamente a las pesadas masas de musulmanes de la Edad Media, sobre las cuales caía siempre de improviso. Su vestido consistía en una ropilla muy corta, calzas angostas de cuero, abarcas y sombrero. Llevaban a las espaldas un zurrón con pan y vitualla para alimentarse dos o tres días, yesca y pedernal. Generalmente eran sus armas un alfanje o espada pendiente de una correa, pica o lanza corta llamada azcona y dos dardos.
Por extensión se dio también el nombre de almogávares a los hombres de campo, que, juntos y formando tropa, entraban accidentalmente a saquear tierras de enemigos a las órdenes de un caudillo llamado adalid.
*Historiador y Doctor en Derecho