Valladolid se llena al paso de 33 tallas de su museo de la Pasión de Cristo
Valladolid se ha llenado esta tarde al paso de las 33 tallas de su museo de la Procesión General, un derroche de imaginería castellana para la única procesión que abarca todas las escenas de la pasión, con veinte cofradías y miles de fieles y turistas, arropados este año por las altas temperaturas.
El silencio y los murmullos de admiración han abierto paso al recorrido procesional que ha partido desde la iglesia de Las Angustias para desfilar por el casco histórico de Valladolid, atravesando la Plaza Mayor, donde se concentra el mayor número de personas.
Tradicionalmente, dada la larga duración de esta Procesión —entre dos y media y tres horas— la gente sacaba a las calles sus sillas y se reservaba un sitio a lo largo del recorrido procesional, una costumbre que en algunos tramos se sigue manteniendo, aunque cada vez se ve menos.
A principios de los 90 surgió la idea de instalar en la Plaza Mayor un complejo de gradas y tribunas para ser ocupadas previo pago de un donativo (15, 12 y 10 euros respectivamente), lo que permite ver la Procesión General de la Sagrada Pasión de manera más ordenada.
Cada año aumenta el número de espectadores que se acercan a Valladolid para poder presenciar esta procesión, uno de los momentos culminantes de la Semana Santa vallisoletana, la primera de España catalogada de interés turístico internacional, ya en 1980, y que aspira a que la UNESCO la declare patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
En esta ocasión han seguido el desfile procesional desde la Plaza Mayor la presidenta de las Cortes de Castilla y León, Silvia Clemente, los exministros socialistas Josep Borrell, Cristina Narbona y Luis Carlos Croissier y ocho embajadores de países como la República Checa, Turquía, China, Letonia, entre otros representantes locales y provinciales.
Es la más importante de las procesiones que conforman la Semana Santa española por el número de pasos -33- que portan las veinte cofradías y el valor de los mismos, con obras de Juan de Juni y, principalmente, de Gregorio Fernández, y fue recuperada en 1922 por el arzobispo Gandásegui, aunque nació con la invasión napoleónica, en 1810, para controlar a los dominados mediante una pretendida normalidad.
A partir de ese momento, cuando la lluvia no lo ha impedido, el Viernes de la Cruz, se ha mantenido a lo largo del tiempo, con el mismo recorrido y con el añadido de las nuevas cofradías -catorce desde que se recuperara la Procesión General-, que han completado las cinco históricas más la Cofradía de la Orden Franciscana Seglar.
La más antigua de todas es la Cofradía de la Santa Vera Cruz, que nació en 1498 en el seno de la orden franciscana, mientrasque la más actual es la del Discípulo Amado y Jesús de Medinaceli, que procesionó por primera vez en 2014 y se incorporó a la comitiva General de Viernes Santo en 2015.
Cada una de ellas puede presumir de contar con una o varias esculturas de autores tan reconocidos como los ya citados Juan de Juni y Gregorio Fernández, además de Juan de Ávila, Juan Antonio de la Peña, Claudio Cortijo, Alonso de Rozas, Juan Guraya, Pompeyo Leoni, Miguel Ángel Tapia o Ricardo Flecha, entre otros.
Y varias de ellas también tienen bandas, concretamente ocho, aunque la Cofradía de la Piedad cuenta con dos, formadas por cornetas, tambores, dulzainas y gaitas, que han puesto la música para romper el silencio del recorrido procesional y como contrapunto al respeto mostrado por todas las personas congregadas alrededor de este acontecimiento cultural y religioso.