Un mensaje en el autobús
El último que se ha apuntado a la moda de difundir mensajes móviles (que no por smartphones), a través de un autobús, ha sido Podemos. La puesta en marcha del “Tramabús” ha suscitado no pocas polémicas tanto por el mensaje, como por la forma en que ha sido llevada a cabo. Desde los partidos políticos como el PP, PSOE y Ciudadanos la campaña ha sido calificada de “repugnante”, “impresentable” y “antidemocrática”
Incluso desde las propias filas de Podemos, la crítica ha sido el silencio desde el sector disidente con la dirección actual, que evitó pronunciarse para no apoyar la campaña en redes sociales. Se preguntan los afines a Errejón si no se desperdicia el potencial que les dan los 71 diputados en el Congreso ¿Hacía falta una campaña como ésta que no se tradujese luego en propuestas parlamentarias? Para haber sido tan críticos con el autobús de los integrantes de Hazte Oír ¿no caen ahora en la misma trampa de querer llevar su mensaje a la calle del mismo modo que han denostado en los antedichos?
En cuanto al mensaje, aún resulta más polémico que, en lugar de dar a conocer propuestas útiles a la ciudadanía o iniciativas políticas de calado como las que planteaban antes de las elecciones, Iglesias y su equipo se dediquen a denunciar la corrupción política que, o ya conocemos o bien intuimos, pero no hagan nada efectivo por combatirla.
Parece un contrasentido pero, aun siendo así, Podemos ejerce, de esta forma, la libertad de expresión que no le ha permitido a Hazte Oir con su autobús cuyo mensaje también debió respetarse. El bús naranja fue apedreado y los violentos bloquearon su circulación, acciones atribuidas a los grupos más radicales de, precisamente, Podemos. Hasta fue paralizado por la Comunidad de Madrid con la excusa de que su mensaje contravenía la normativa publicitaria, una artimaña legal pero que se me antoja fue más que conveniente en este caso.
Pero analicemos los mensajes más en profundidad. El lema del bus azul de Podemos es: “La trama corrupta se mantiene en el poder recortando nuestros derechos y saqueando nuestro país”, aunque al mirarlo sólo se ven las caras, muy mal pintadas por cierto, de políticos como Felipe González, José María Aznar, Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy, Jordi Pujol y Rodrigo Rato; empresarios como Miguel Blesa, Arturo Fernández, Gerardo Díaz Ferrán y Juan Miguel Villar Mir; el extesorero del PP Luis Bárcenas y los periodistas Juan Luis Cebrián y Eduardo Inda. ¿Es que entonces Podemos no tiene responsabilidad alguna en que esta trama aún permanezca en el poder? ¿No se suponía que la presencia del partido morado en el Congreso iba a acabar con este flagelo? ¿Acaso no hay dudas sobre la decencia de algunos de sus propios dirigentes? ¿No confía la izquierda podemita en la Justicia como institución? La verdad, se me antojan más preguntas que respuestas.
Al respecto del Autobús de Hazte Oír el mensaje es el siguiente: “Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre eres hombre. Si naces mujer seguirás siéndolo”. En principio es una afirmación muy lógica pero rápidamente la izquierda política, el feminismo radical y el colectivo LGTBI, entre otros, calificaron al autobús de “transfóbico”, un término que se generalizó en los medios de difusión. ¿Por qué ha ocurrido esto? Sólo habla de una realidad física de las personas que tiene que ver con el dimorfismo sexual natural del ser humano pero no dice nada al respecto de una eventual oposición a la opción de identidad sexual individual. ¿Entonces, insisto, por qué se ha interpretado como transfóbico? Hay que recordar que este mensaje surge como oposición a otro de la asociación Chrysallis que un mes antes salió a la calle con una campaña en defensa de las familias con hijos transexuales diciendo lo siguiente en carteles y en una guía para los colegios: “Hay niñas con pene y niños con vulva. Así de sencillo”. Un dibujo de cuatro niños corriendo alegremente, dos niños, uno con pene y otro con vulva y dos niñas, una con pene y otra con vulva, avivaron una agria polémica al respecto de los límites a los que pueden llegar los mensajes, si pueden ser corruptores de menores o si coarta la libertad de educación el que sean incluidos obligatoriamente en la enseñanza.
Así se entiende porqué el mensaje de Hazte Oír generó enorme rechazo social en la izquierda y aunque su Presidente, Ignacio Arzuaga, fue entrevistado en “La Sexta Noche” expresando sus ideas y mostrando su talante dialogante, no cambió la respuesta violenta en contra el autobús, muy mal visto a donde quiera que va, a pesar de haber eliminado parte de su mensaje original. De hecho, otro autobús, esta vez verde, salió a la calle promocionado por el programa “El intermedio” con el lema “Esto es un pene, esto es una vulva. La identidad de género no se elige. Que no la elijan por ti”; un mensaje que merece un análisis aparte.
Lo interesante es que, a diferencia de Podemos, Hazte Oír sí ha planteado un debate al respecto de su mensaje. De hecho, iba a participar en la Universidad Complutense de Madrid en un coloquio abierto a todos para discutir sus planteamientos, pero la turba pseudointelectual anti-pensamientos-que-no-coinciden-con-los-míos se lo impidió con la anuencia del Decano que, acobardado, prohibió el evento. Independientemente de su ideología, la asociación Hazte Oír invitaba a debatir ampliamente; pocos son capaces de abrirse a ideas nuevas exponiéndose a ser criticados por las suyas y aquí está la grandeza de la democracia, Si uno piensa que no debería ser linchado por sus ideas, es porque sueña con un país ideal en que los valores de igualdad, respeto y tolerancia prevalecen sobre la ignorancia, la explotación, la superioridad y el egoísmo; y porque confía en que las instituciones velarán por el cuidado del bien común y la convivencia entre sus ciudadanos. La realidad en España dista mucho de ser así. Defender las ideas, por más diferentes que sean unas de otras, está lejos de ser el objetivo de nuestra sociedad polarizada, sectaria, intolerante y soberbia.
¡Cuánto nos falta por aprender!
Estimado Sr. Skibinsky, Le diré que comparto en gran medida sus puntos de vista sobre el tema al que hace referencia en éste artículo. También me gusta su frase final. Por otro lado, que nos quede mucho por aprender, no es intrínsecamente malo, es incluso estimulante, y absolutamente inevitable. Quizás aún más contundente y altamente preocupante, sería concluir con: “Cuantas ganas nos faltan de aprender” Porque ser ignorante, no tiene nada de malo, pero no hacer ni el más mínimo esfuerzo para dejar de serlo, ya es otra cosa. Pero ya no solo nos faltan ganas de aprender, además nos… Leer más »
Estoy totalmente de acuerdo con usted. Muchas gracias por sus aclaraciones