¡Tiene una vaca lechera!
El naturismo progresa en la línea previsible y ambigua que le corresponde por naturaleza, y se acoge, tras consultar al pajarico de la rama verde y a eminencias ornitológicas, como el ilustre monetarista cabreado y dispéptico, Monedero, el experto y Pablito el del clavito del tardochavismo –que sabe meter bulla, darle al Errejón en la boquita de piñón y poquito más- para escarnio de nuestros hermanos llaneros, se acoge, digo, de res a res, a la mirada de las pobres rumiantes lecheras, las hermanas vacas, de un modo enternecedor. Que se la den merengada ya es otra cosa.
Hay amores que matan y el amor que ha pillado este hombre –el del hortera chandalbanderísmo bolivariano- al poder, no es para contado. ¡Cuánta incomprensión a las generosas privaciones solidarias que se trae –que se está quedando hecho un barril XXLL el hombre- en bien de los chamuscados de Venezuela, que se estilizan mogollón, a ojos vistas, cuando no mueren en el intento de acabar con el mastodonte driver!
Don Francisco de Quevedo y Villegas, el irrepetible y genial testigo, allá en el XVII, cómo no, lo bordaba, lo dibujaba en un soneto genial, que ya saqué a colación en su día, porque, como las camisetas del Cañamero, vale para muchos –Ay, Papa Francisco- y fue con motivo del astroso protagonismo de Pedro Sánchez.
¿Miras este gigante corpulento
que con soberbia y gravedad camina?
Pues por dentro es trapos y fajina,
y un ganapán le sirve de cimiento.
Con su alma vive y tiene movimiento,
y adonde quiere su grandeza inclina,
mas quien su aspecto rígido examina,
desprecia su figura y ornamento.
Tales son las grandezas aparentes
de la vana ilusión de los tiranos,
fantásticas escorias eminentes.
¿Veslos arder en púrpura, y sus manos
en diamantes y piedras diferentes?
Pues asco dentro son, tierra y gusanos.
Deberíamos tirar del “manual del buen castrista” y analizar los salmos, donde se relata cómo los 132 neófitos del generoso comunismo, precedidos en el signo de la fe por Fidel, Raúl y Abel, arrastrando las dalmáticas y los roquetes, acudían en procesión al cuartel de Moncada, allá por el 59 en Santiago, tierra soberana, en rogativa, para convertirlo en escuelas, porque lo de convertirlo en despensas era un poco más difícil, como ha quedado demostrado por el león de Graus Joaquín Costa, y así, verdáhijo, acabar con el Fulgenchu Batista.
Iban, digo y digo bien, estos buenos ciudadanos, sin encomendarse a ningún pajarico, ni arrancar tan siquiera el apoyo a las vacas del pueblo, riau, riau, con el noble propósito, tipo Guillermo Tell, de liberar al pueblo cubano para los siguientes sesenta y pico años, namenos.
Pues bien pudieran redondearse a los cien, ya que se han acostumbrado, en la jaula, a la abstinencia y a la austeridad conventual del escaso alpiste cotidiano -y los domingos cañamones- que sólo les da para trinar con el compay Segundo -tran, tran, Buenavista social club- si el chico malo de Trump no les pone el coto que se negó a ponerles el cigüeño indeciso y moreno de verde luna; de Harvard el angelico.
Y tantos liberaron del yugo estas buenas gentes, a la que bajaban de sierra Maestra, que se les fueron, volando a Florida, un montón de avecicas del corral, del corral de gallinas que es en lo que termina fatalmente el comunismo en su mejor versión. La otra es la de Camboya o Kampuchea y el Pol Pot del demonio, con sala de despiece.
Y ahí siguen encaramadas, en los hilos de la luz, hasta que muera Raúl de antigüedad en quinquenios de vellón, al parecer ser, porque no afloja el lazo pajarero, ni la ballesta, en su esclerosis majorera. Esclerosis que se le apodera, Dios mediante, por todo lo que es el costado y le anida en el encéfalo y vestido de verde trocha y dando ejemplo de escuela y fidelidad revolucionaria.
Continúa el proceso de maduración venezolana, que va camino de amargar en su salsa purulenta y chapuza fermentada de la cochambrosa mentira marxista, a unas cuantas generaciones más. ¡Eso es democracia!
Y lo que más prisa les corre es desenterrar a Franco.
¿Por qué no desentierran a Stalin, que intentó enterrarnos a todos y no lo consiguió y le ponen al fresco?
¡Qué lástima!