Antonio Banderas siempre ha hecho alarde de su ideología de izquierdas. Otrora devoto felipista y muy bien subvencionado por los socialistas andaluces, vincula su izquierdismo con el “compromiso social” que dice haber tenido siempre. Dicho compromiso social no le impide sin embargo viajar en jet particular ni llevar una vida de lujo como el más rabioso capitalista.

El 5 de julio de 2012, Antonio Banderas hizo dueto con Bisbal dentro de las galas ‘Starlite’ en Marbella. “Mucho obrero con mono o parado con licenciatura en Física o Matemáticas no parece que había. Porque el cubierto costaba mil euros por riñón. Naturalmente, se podía anotar entre los asistentes a Daryl Hannah, Jon Secada, Ana Obregón, Anne Igartiburu, Eugenia Silva, Carmen Lomana, entre otras intelectualidades de postín. Mil euros el cubierto. Poco antes, el amigo Antoñito, ¡Ándele!, había puesto a escurrir al gobierno Rajoy por los recortes. No dijo nada del despilfarro que sus amigos de la Junta de Andalucía realizan contratando a familiares, amigos, amiguetes y demás ralea mientras el paro en la tierra de Banderas sobrepasa ya el 30 por ciento. No se puede mantener un discurso rabiosamente social de cara a la galería y luego gastarse en un desayuno lo que un obrero recibe durante una semana. ¡No señor!”, escribió el periodista Graciano Palomo.

Las incursiones del progre millonario en el mundo de los negocios no resultaron ser tan satisfactorias. El estudio Kandor Graphics estuvo inmerso en 2012 en un concurso de acreedores. Así terminó el sueño animado de Antonio Banderas, quien era socio y cabeza visible de esta empresa con la que habían llegado a estar nominados al Oscar en 2010 gracias al corto ‘La dama y la muerte’.

Ese mismo año, sus bodegas Anta Banderas, dedicadas a la crianza y exportación de vinos, también entraron voluntariamente en concurso de acreedores. Sólo tres años antes el actor se había hecho con el 50% de esta empresa ubicada en Villalba del Duero (Burgos). El objetivo era penetrar en el mercado japonés y norteamericano. Pero ni el glamouroso rostro del actor en las botellas sirvió para que el ‘business’ saliera adelante.

La habilidad de Banderas estuvo siempre en arrinconar su progresismo cuando la ocasión lo requería. Desde ponerse el capirote en Semana Santa a apoyar al partido que ha pretendido arrinconar a los católicos. De criticar con inusitada dureza el muro de Trump a parapetar sus mansiones contra intrusos. Especialmente elocuente es también su habilidad para remar en la dirección del viento. O, lo que es lo mismo, de quienes reparten el bacalao en la gran industria cinematográfica. El pasado año, el actor malagueño afincado en los EEUU tuvo una participación radiante junto con otras celebridades de Hollywood, en un glamuroso evento festivo cuyo objetivo fue la recaudación de fondos para el pertrechamiento militar del Ejército de Israel.

El evento fue organizado por el multimillonario israelí Haim Saban y contó con la participación de figuras “notables” de Hollywood como los actores Antonio Banderas, Jason Alexander, Mark Wahlberg, Jason Segel, Liev Schreiber, cantantes Enrico Macias , David Foster, y Gene Simmons. Según la prensa estadounidense, la participación de estos personajes en la macrofiesta logró la recaudación de nada menos que 31.000.000 dólares con destino al Ejército de Israel

Entre los principales donantes se encontró la “Fraternidad Internacional de Cristianos y Judios, cuyo presidente fundador, el rabinoYechiel Eckstein donó la friolera de 8.4 millones de dólares. El propio organizador de la fiesta, Saban, donó 5 millones de dólares. Florencia y Serge Azaria dieron su modesto óbolo de 5 millones de dólares. Y así otros tantos.

Saban alertó a los asistentes de que existía una campaña para boicotear a Israel, pero “nosotros los presentes en esta fiesta estamos aquí para mostrar el poderoso apoyo de la élite de Hollywood y de la comunidad judía de los EE.UU. para Israel y sus soldados”. Entre esos “poderosos” apoyos al Estado de Israel se encontraba nuestro “progre” Antonio Banderas, el actor preferido del director – también “progre” – Pedro Almodóvar, que entre película y película, aprovecha para evadir capitales hacia paraísos fiscales latinoamericanos.

“Trato humillante e insultos”

Ahora, el actor malagueño Antonio Banderas ha anunciado en una carta que renuncia al proyecto cultural y teatral en los antiguos cines Astoria de su ciudad natal, que había ganado el concurso de ideas, tras los «insultos» y «el trato humillante» hacia esta iniciativa.

En las últimas semanas se han vertido críticas y se ha aludido a un supuesto trato de favor hacia su plan, por parte de los partidos de la oposición (especialmente los de izquierda), en redes sociales y en medios de comunicación, que han agotado su paciencia y le han hecho replantearse todo. En una carta adelantada este martes por diario Sur, Banderas anunció que abandona la iniciativa y lamentó “los insultos, las descalificaciones y el trato humillante” recibidos por este asunto, por las insinuaciones de que se le estaría haciendo un traje a medida para resultar vencedor del proceso.

En la misiva, Banderas explica cómo se animó a participar en el proyecto y las razones que le han llevado a retirarse y «buscar un mejor lugar en el que depositar todas las energías positivas».

El actor comunicó ayer su decisión al arquitecto José Seguí y a los responsables de la empresa Starlite, con los que participaba en la propuesta de creación del centro cultural, que pretendía impulsar gracias a las relaciones personales que le ha proporcionado su labor artística en Hollywood.

«Nunca pasó por mi cabeza la idea de que este proyecto fuese rentable para mí», asevera Banderas, quien añade que para ayudar a la financiación del proyecto ofreció en torno a 250.000 euros anuales para cerrar un presupuesto por temporada que, solo para los teatros, rondaría los 3 millones de euros.

No obstante, se muestra convencido de que la aportación «más importante» que podría realizar no es la económica, sino las relaciones que pondría a disposición de esta «idea ambiciosa», para la que también se trataría de «echar las redes» a instituciones como el Actor’s Studio o el Raundabut Theatre de Nueva York.

Tras haber ganado el concurso de ideas, no vinculante, al que se presentaron 72 participantes, y haber obtenido un segundo lugar en la votación popular a través de las redes sociales, refiere que se dieron cuenta «casi de inmediato de que no existía el ambiente adecuado para seguir compitiendo por la concesión».

El intérprete alude a los «coros de voces» que comenzaron a alzarse contra el proyecto «dentro y fuera de los ambientes políticos locales, que además no se detenían en la crítica al mismo, sino que se extendían a la sorna».

Esta situación le llevó a reflexionar sobre «si realmente valía la pena arriesgar tanto», por lo que habló con sus «compañeros de viaje» en el proyecto, que «no entendían los insultos, las descalificaciones, el trato humillante».

Juntos llegaron a la conclusión de que «había que salir de ahí y buscar un mejor lugar en el que depositar todas las energías positivas que deseábamos para este desafío», relata Banderas, quien pide disculpas a los que no entiendan su postura y desea «que gane el mejor», que contará con su apoyo «gratuito y desinteresado».