El despliegue de los avestruces
E. Uriarte.- El sábado me puse delante de la tele para ver el partido de fútbol a tiempo para observar las reacciones al himno. Pude seguir el partido casi como si estuviera en el campo, los cámaras estuvieron impecables y los comentaristas siguieron perfectamente las jugadas, incluso vieron algún penalti, a favor del Barça, por supuesto, que no había visto el árbitro. Pero para lo de la pitada me tuve que fiar de mi oído y de la calidad del sonido ambiente, porque los comentaristas no se enteraron. Ni una palabra. Como si el Rey o Méndez de Vigo se hubieran tropezado en su entrada al palco, y delante de las cámaras de televisión, y los comentaristas no lo hubieran visto. ¿Pitada al himno? ¿Qué pitada?
No me sorprendió el lapsus, me pareció perfectamente natural, lo habitual. Tan natural como que los comentaristas deportivos muestren siempre su preocupación por los pitos a Piqué en los partidos de la selección y pidan respeto a los bronquistas, pero jamás se enteren de las barbaridades que sueltan en los campos a jugadores como Cristiano Ronaldo. Natural, también. No es que quieran eliminar la política de los partidos de fútbol, condescendiente suposición, es que quieren eliminar la política que pueda molestar a los nacionalistas catalanes.
Después, a lo largo del partido, creí vislumbrar una bandera nacional entre los aficionados culés, pero me dije que no podía ser, que eran imaginaciones mías, que era imposible que hubiera un valiente de esas dimensiones. Que para eso se requería del valor de Joselito Adame, al que más o menos a la hora del inicio del partido pude admirar en diferido en Movistar Toros, cuando entró a matar sin muleta al sexto de la tarde en Las Ventas. Impresionante Adame, como los culés con las banderas nacionales en el Calderón, que resulta que sí, que había algunos, como confirmó al día siguiente en este periódico Tomás González-Martín. Y qué decir de los culés que sacan la bandera nacional en el Nou Camp, suponiendo que haya alguno, que es más que dudoso. Entre otras cosas, porque les envía Colau a la Policía a retirársela, como hizo con las pegatinas de banderas nacionales hace poco en Barcelona.
Y en este ambiente los hay que llaman cobarde al presidente del Gobierno porque, dicen, no toma medidas. ¿Medidas contra qué, si no existe problema alguno para el resto del país? Por no existir, no existió ni la pitada al himno. ¿Un golpe de Estado de la Generalitat? Pues lo habrá visto el presidente, porque nadie más se ha enterado. El PSOE sigue con lo del diálogo, la plurinacionalidad y la reforma «federal» de un Estado que ya es federal. Los de Podemos se dedican a retirar banderas nacionales de Barcelona y a hacerse cada día más independentistas. Y Albert Rivera pide dar una «patada democrática al procés» en las elecciones, sin percatarse tampoco, al parecer, del plan de golpe de Estado previo.
El Gobierno ha denunciado el plan de golpe de Estado y ha anunciado que va a aplicar toda la ley. Pero corre el riesgo de que le llamen paranoico, como a mí por haber escuchado la pitada al himno el sábado pasado. Pero si no existió… Se han desplegado los avestruces, como es habitual. Todos con la cabeza a ras de suelo, en modo arbusto, para pasar desapercibidos. Que no se molesten los nacionalistas catalanes, que te la juegas. En el Calderón, en el Nou Camp y en cualquier esquina. ¿Que se consuma el golpe de Estado? Pues Rajoy tendrá que llamar a Joselito Adame y a sus émulos del Calderón para que le apoyen porque el país está en modo avestruz. Hasta que pase el toro.
Excelente artículo.
En Francia si sucede eso se suspende el partido y se celebra a puerta cerrada, aprendamos lo bueno que hay fuera de nuestra nación