Cara al sol 52-75 (San Jorge y cierra España)
Nací en el octubre sevillano del 52, en la castiza Triana, el barrio del mundo donde más se españolea, entre flamencos y toros, bajo la guía espiritual de Cachorros y Esperanzas. No sé si fue una predestinación, pero vine al mundo en la calle de San Jorge, el vencedor de dragones.
Por entonces no había todavía Juntas de Andalucía, que, en los impresos de solicitud de matrícula para los centros de enseñanza, en vez de poner los epígrafes «padre» y «madre», ponen las grotescas chorradas puro LGTBI de «guardador 1» y «guardador 2» ?sin que ningún progenitor se niegue a poner su firma en esos insultantes libelos de identidad de género?. Así que tuve padre y madre, y fui un niño, en vez de una «criatura», como me habrían calificado se hubiera tenido la desdicha de nacer ahora en alguna tierra levantina. O sea, que la democracia de ahora me hubiera robado a mis padres y a mi sexo. Y robar es corrupción.
Decían que aquello era una dictadura, porque no teníamos libertades. Desde luego, en los colegios no éramos muy libres, porque no había ninguna Junta progresista que regalara preservativos y lubricantes anales y vaginales, y que obligara a los padres a matricular a sus hij@s en centros de enseñanza mixtos, ya que, como dicen ahora los sociatas andaluces, los centros de enseñanza divididos por sexo son «discriminatorios».
Donde más se notaba la dictadura era en las aulas de enseñanza, ya que el murmullo más inaudible se convertía en un «parte disciplinario». Puro fascismo, oiga, no como sucede en la actualidad, donde los gamberros disruptivos son los amos del cotarro, y modelos a seguir, ya que luego posiblemente acabarán de diputados por alguna tribu antisistema.
La dictadura se notaba en casi todos los ámbitos de la vida. Por ejemplo, no existía la libertad para asaltar capillas impunemente, la blasfemia era duramente castigada, se metía en la cárcel a la gente que okupaba fincas, y, con la ley de vagos y maleantes ?patentada por la Repúblika? no existían okupas ni perroflautas.
Tampoco había libertad de expresión, no como ahora, donde jaurías de trolls y orcos pueden decir lo que les venga en gana en las redes sociales, amenazando a los que no les bailan el agua a los antisistema. Y hasta el mismo himno de España era una «pachanga fachosa», que además no teníamos la libertad de silbar. En cuanto a la bandera, más dictadura todavía, pues carecíamos de libertad para pisotearla.
En aquellos tiempos los semáforos también expresaban la dictadura machista, al poner en ellos a un señor con sombrero, mientras que ahora tenemos la libertad para poder poner en ellos monigotes muy variados, sacados de alguna «kabalgata gay». Y, con esto de la democracia animalista, posiblemente la junta de Andalucía nos pondrá algún día perros copulando.
Y es que las dictaduras siempre se ceban con la libertad de expresión. En aquellos tiempos, por ejemplo, se piropeaba a las mujeres, cosa que hoy se considera machismo punible. También podías decir que alguien era sucio «como un cerdo», mientras que hoy en día eso supondría un ataque de la caterva animalista. O sea, que mucho cuidado con cualquier expresión que pueda caer bajo la policía LGTBI, y bajo la inspección animalista.
De dictadura hay que calificar que en aquellos tiempos nadie pudiera remover a los muertos de las tumbas sin el consentimiento de la familia, mientras que hoy en día tenemos la libertad para desenterrar a quien nos dé la gana, solamente porque fuera un caído de derechas.
Es verdad que había policía política, no como ahora, que bandas de matones escrachean impunemente a quien les caiga mal, dan golpizas a militares y gente derechosa, y expresan públicamente su deseo de enviar roscones-bomba al Rey por Navidad, de colgar banqueros, de dar azotes sanguinolentos a mujeres, o de asesinar al presidente del Gobierno.
La censura de prensa existía, claro, como en toda dictadura, no como ahora, donde la censura no existe porque en muchos artículos los periodistas tienen que morderse la lengua y autocensurarse para no incurrir en la ira de la pijoprogresía.
Del mismo modo, como vivía en una dictadura, tampoco había libertad para procesionar «coños insumisos» con el fin de ultrajar a mi Semana Santa, ni tampoco había libertad para violar monjas en espectáculos titirietarras. Y había entre nosotros pocos musulmanes, pero aquella dictadura xenófoba no les daba ni un duro para que hicieran sus ramadanes, ni traía gente de otros países para abaratar multikulturalmente la mano de obra.
Sí, hay quienes roban dinero, y hay quienes butronean corruptamente el corazón y el alma de los ciudadanos para robarles su pasado, su memoria, sus recuerdos, sus sueños. Por eso me eché un día al monte en un maquis incontenible, porque esta chusma de antisistemas puño en alto quieren robarme una parte importante de mi existencia: desde los semáforos, a mi madre; desde mi bandera hasta mi fe católica; desde mi lenguaje hasta la historia de mi Patria; desde mi Esperanza de Triana hasta el sol cara al cual vi la luz en el 52.
Mas no pasarán: siempre nos quedará san Jorge. San Jorge y cierra España.
Don Laureano, sus reflexiones como siempre magnificas, acertadas y verdaderas. Las tima que esas reflexiones aparentemente compartidas por una gran parte de la población española, luego no se materialicen a la hora de las urnas..
Un saludo.
SPE.
“De dictadura hay que calificar que en aquellos tiempos nadie pudiera remover a los muertos de las tumbas sin el consentimiento de la familia.”
En el valle de los caídos, solo se les pidió permiso para enterrarlos a los familiares de los nacionales.
¿Usted tiene que morderse la lengua y autocensurarse?
Además de a San Jorge, invoquemos también a nuestro Patrón Santiago.
Hombre:yo naci en el 49 en BARCELONA y la verdada decir que aquello eran libertades es pasarse un poco.Lo que si habia era una enseñanzas en las escuelas que hacian de los niños personas responsables al llegar a adultos.Habia una clase que era Urbanidad y buenos modales que te enseñaban a ser respertuoso con los mayores,a no renegar por todo etc Sí el maestro te castigaba,preparate porque al llegar a casa te esperaba la zapatilla,Y luego por si aun no habias aprendido ivas a la Mili y te acababan de enseñar a razonar y obedecer.Y no importaba si eras de… Leer más »
En cuanto a la libertad, hay que tener empatía. Una persona podía caminar tranquilamente por una calle durante la noche, mientras que esa falta de tranquilidad por el miedo a que le atraquen o agredan hoy en día condiciona la libertad. Por no decir que cualquier español era libre para viajar al extranjero (menos a países comunistas), condición que no se daba a los que vivían en un estado comunista. Hoy es imposible expresar una opinión contraria a la del régimen político sin ser señalado o acosado hasta la extenuación, bajo la amenaza de ser incluso despedido.
Qué falta nos hace el Caudillo.
En 1936 España se jugó su supervivencia en una confrontación que daría como resultado el inicio de un tiempo distinto e infinitamente mejor que cualquier otro tiempo pasado y de momento, por lo que tenemos en el presente, futuro. Las libertades eran entonces reales, prácticas y no esta profunda melopea de libertades individuales y derechos antinaturales que han hecho impracticable la libertad de convivir. Yo tenía siete años cuando Franco murió, y desde entonces sólo he visto en España un proceso de decadencia y desintegración en la que no te acuestas sin haber sufrido un bombardeo continuo de politiqueo, partidismo… Leer más »
Vivencias similares puede uno relatar ya que, aunque soy una decena de años más joven y nos separan geográficamente 700 kms, llegué a conocer de primera mano todo aquello que el Sr Benítez cuenta en su irónico artículo. Y doy fe que es tal y como lo cuenta. Si uno lo analiza fríamente, aquello era un mundo mucho más libre y sobre todo, mucho más racional en todos los aspectos que esta decadente sociedad paria en que nos ha hecho degenerar la mierdocracia del 78. No era perfecta ni mucho menos. Pero al menos no era el cúmulo de despropósitos… Leer más »