¿De quién será la culpa ahora?
Me han pedido testarudamente que no escriba este artículo. Que me discutirán mi catalanidad. Que, como consecuencia, no podré ni oler las puertas del pesebre. Pero nobleza obliga a ir contra corriente. O como dijo el gran escritor Torcuato Luca de Tena, de formar parte de los renglones torcidos de Dios. No engaño a nadie si digo que la soledad es inmensa si uno va a contracorriente. Principalmente, porque el librepensamiento y la libertad de opinión seguramente son más incómodos, menos sectarios, cansinos y atrevidos que el pesebrismo. Pero, por el contrario, son los únicos reductos donde uno se siente con la racionalidad a flor de piel.
Así que si hay algo que me duele especialmente en estos momentos, es el hecho de que Cataluña, región otrora más próspera de España, no haya dejado de perder posiciones no sólo en España -lo que ya es grave- sino internacionalmente. De hecho, los datos señalan que Cataluña ha tenido una variación real del PIB, en casi una década, de un 2,05%, lo que la sitúa al mismo nivel que Aragón, pero por debajo de Madrid (2,51%) o Murcia (2,83%), en relación con su nivel de desarrollo y a su variación demográfica. Lo cual nos debería llevar a una profunda y serena reflexión, lejos de rechinamientos y cabezas de turco, sobre todo ahora que llueve sobre mojado y las finanzas del erario catalán se tambalean.
Por supuesto, la responsabilidad de esta situación no es exclusiva de Cataluña. El Gobierno central -que ahora pretende obligar a que el recorte del gasto en las cuentas públicas de la Generalitat no se limite al 10% que va a aplicar el ejecutivo catalán, sino que sea del 20%-, tiene su parte de responsabilidad. Debido, mayormente, al incumplimiento de sus compromisos de financiación con Cataluña, mientras no para de recordar que el objetivo de reducir el déficit al 1,3% es irrenunciable. Y eso lo dice el gobierno más despilfarrador de la historia, el que ha hundido al país, el que se exhibe como el profesor avanzado siendo el más zote de los alumnos. ¿Hemos olvidado que con un déficit público descontrolado el Gobierno se sacó de la manga el famoso Plan E, dotado con 11.000 millones de euros (en sus dos fases) para obras tan imperiosas para la economía nacional como la pavimentación de aceras, la construcción de piscinas o pistas de pádel en pueblos de mil habitantes, la iluminación de calles o la instalación de placas solares en ayuntamientos?
Con todo, este sainete de dislates no debería ser el leitmotiv perfecto para repetir el eterno mantra de que la culpa la tiene siempre Madrid. Esto no es más que la salida más sencilla, una excusa de malos perdedores para evitar la autocrítica y tapar los desmanes, la corrupción institucionalizada, el despilfarro lacónico y las locuras congénitas que ha tenido la Generalitat de Cataluña en las últimas décadas, del que el caso Palau es un claro ejemplo de ello y del que se ha hecho un apagón informativo sin parangón. Así que, como consecuencia, toca recortar servicios públicos y los hospitales empezarán a reducir servicios en abril en aplicación del plan de ahorro de la Consejería de Salud. Fantástico. Pero pese a semejante barbaridad, y en un ejercicio de cinismo de los que hacen época, ahora la oposición entrevé que hay material para rentabilizar el malestar social que se avecina y hace uso de sus terminales mediáticas para desencadenar una oleada de protestas contra lo que exhibe como recortes del Estado de bienestar, sin preguntarse siquiera qué parte de responsabilidad le pertoca de la ruina que han heredado los convergentes. La autocrítica para otros y las pancartas por delante, que para eso somos de izquierdas.
Porque, a la sazón, lo más fácil sería culpabilizar de los recortes en sanidad y educación a los desmanes neuróticos del gobierno de Mas. Pero como los actuales miembros de los sillones de la Plaza Sant Jaume viven sumergidos en su burbuja intangible, alejados completamente de las verdaderas necesidades de los ciudadanos, continúan con sus locuras de vaciar los bolsillos del contribuyente con medidas poco menos que manirrotas. De hecho, a nadie se le escapa que el gobierno del difunto Tripartito – que en paz descanse- fue el continuose del empezose de los gobiernos de Pujol en utilizar el dinero público como una especie de cortijo de sus ansias patrióticas. No sólo porque vendieran a voz en grito las bondades del Estatut -que no olvidemos que sólo preocupaba al 3,1% de la población, según una propia encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO), dependiente de la Generalitat catalana- jactándose de que la aprobación del nuevo estatuto traería mejores servicios y una sanidad de mayor calidad. Todo un ejemplo de manipulación. Sin embargo, el que siempre culpa a Madrid de todos los males tiene un historial digno de los mayores despilfarros habidos y por haber y que, en parte, explican la situación en la que nos encontramos los catalanes.
No hay dinero para la sanidad pública, pero sí que lo hay para conceder cuantiosas subvenciones al cine catalán, o mantener -vía ubre pública- compañías aéreas en el aeropuerto de El Prat o hacer informes absolutamente innecesarios durante el difunto tripartito. Múltiples informes como los 27.000 euros gastados para averiguar qué articulistas y periodistas de los principales diarios del país revelaban mayor o menor afinidad al Tripartito, 12.000 euros para elaborar diez argumentos para fomentar juguetes no sexistas, 11.000 euros por el estudio del diseño de parchís y puzle de la casita de cartón recortable, 123.557 euros por un informe sobre Aves esteparias y 11.965 euros por el informe Estudio, factores y manejo de la chufa. Todos ellos de extrema necesidad vital para los designios de los catalanes.
No hay dinero para Sanidad, pero tenemos en pleno tijeretazo a la vicepresidenta del gobierno catalán, Joana Ortega, como una aprendiza de Robinson Crusoe de ocio por Miami, a costa del contribuyente, haciendo turismo cámara en mano, con la excusa de inaugurar un vuelo directo entre la ciudad estadounidense y Barcelona. Y todo ello mientras en la Cataluña real se emite más deuda para pagar la deuda y la austeridad llega a hospitales y escuelas en forma de cierre de quirófanos y mantenimiento de barracones. No hay dinero para sanidad, pero las subvenciones a las selecciones catalanas de manos de la Plataforma pro Selecciones Deportivas Catalanas fueron de 1,2 millones de euros. No hay dinero para sanidad pero gran parte de la deuda de Cataluña se debe a su deseo faraónico de abrir fantasmagóricas y carísimas embajadas catalanas de dudosa utilidad. ¿Olvidamos que la Generalitat se ha gastado 25 millones de euros en abrir delegaciones en Londres, París, Rabat, Buenos Aires y Nueva York, entre otras? Y es que claro, no hay dinero para sanidad pública, pero sí para que Don Josep Lluís Carod-Rovira invirtiese tres millones de euros en construir una escuela en Perpiñán para que 600 alumnos pudieran estudiar en catalán, al mismo tiempo que condenaba a estudiar en barracones a miles de niños. Pero claro, había que otorgar 120.000 euros al ayuntamiento perpiñanés para que las placas de las calles estuvieran también en catalán. Eso era fundamental para nuestro futuro.
No hay dinero ahora para sanidad, pero TV3 cuesta a los catalanes más de 300 millones de euros al año. ¿Es necesario TV3? Por supuesto que sí. Es necesario tener un canal de calidad en lengua catalana. No sólo para fomentar el uso de la lengua, sino para ser un espacio en el que se refleje la convivencia, la pluralidad y el respeto. Pero en plena crisis, ¿es necesario tener cuatro canales sufragados con dinero público? Y, por si fuera poco, ahora Mas amenaza con un nuevo canal, esta vez en inglés.
Por tanto, resulta más cómodo no asumir responsabilidades y satanizar a los demás por sus pecados. Seguramente esta conducta, propia de mentecatos, no sea más que la coartada perfecta para tapar las propias vergüenzas y generar cierto desahogo, como un yoga comunitario sin opción de contemplar el Nirvana. Ya se sabe que el estudiante holgazán no puede pretender aprobar justificando su infortunio con la consabida excusa de que le tienen manía los profesores. Por el contrario, sólo con esfuerzo, perseverancia, austeridad, sentido común y menos estridencias se sale a flote. Justamente lo que le falta a Cataluña en estos momentos.
Si, y que decir de las listas de espera de Cirugia del Corazon En Valle Hebron como dejan de operar este verano por las tardes por el cierre de quirófanos, que CiU los querrá alquilar por lo privado para operaciones que den dinero a algunos, muchos pacientes se retrasaran. Si un solo paciente muere en la lista de espera quien es responsable? El cirujano que no lo ha operado, sus jefes que ha consentido el recorte, el gerente del hospital, el señor Boi Ruiz o el Sr Artur Mas? Quien pagara por los muertos en Badalona, en Bellvitge, en Valle… Leer más »