Egipto se resiste a llamar “terrorismo” al apuñalamiento de seis turistas en un resort
Egipto no quiere que la sombra del terrorismo arrase una vez más con su economía, dependiente del turismo. Tras el ataque el pasado viernes contra varios extranjeros que veraneaban en un conocido resort del Mar Rojo, en el que murieron apuñaladas al menos dos mujeres de nacionalidad alemana y otros cuatro resultaron heridos por arma blanca, el Ejecutivo egipcio se resiste a catalogar de «terrorismo» el incidente, mientras la Fiscalía insiste en que «todavía no está claro que se trate de un acto individual, criminal o terrorista».
El agresor, que accedió a nado a una de las muchas playas privadas de complejos turísticos en Hurgada y que apuñaló «en el rostro, cuello y pies» a seis extranjeros, fue detenido ese mismo día y su identidad ya ha sido publicada por los servicios de seguridad egipcios: se trata de Abdelrahmán Shaaban, un joven egipcio de 29 años, oriundo la ciudad de Qaalen, en la zona de Kafr el Sheij en el Delta del Nilo, y egresado de la escuela de Negocios en la Universidad de Al Azhar, una de las más importantes de Egipto y el principal centro académico del islam suní.
Según la reconstrucción de los hechos, Shaaban llegó ese mismo viernes a Hurgada, donde compró el cuchillo que usó en el ataque y pagó la entrada a una playa pública que le sirvió de acceso al recinto del hotel donde veraneaban las extranjeras. Según un familiar ha relatado al diario Al Ahram, Shaaban viajó a Hurgada en busca de trabajo. El sospechoso, según fuentes policiales han detallado al diario Al Masry Al Youm, no tenía antecedentes criminales y «una buena reputación en su pueblo».
Algunas fuentes policiales, citadas en condición de anonimato por medios locales, relatan que el atacante habló primero con las víctimas, mientras que otros testigos apuntan que gritó en árabe a «los egipcios y musulmanes» que se alejaran, con la intención de sólo matar extranjeros. Las dos primeras víctimas murieron en la misma playa antes de que el agresor corriera hacia el hotel, apuñalando a otros cuatro extranjeros (armenios, ucranianos y de la República Checa) antes de ser herido y finalmente detenido por los guardias de seguridad.
Alemania ha confirmado la nacionalidad de las dos víctimas del ataque, «llevado a cabo con la intención (de acabar específicamente) con turistas extranjeros».
Ningún grupo ha reivindicado
«El asaltante ha sido trasladado a El Cairo, donde está todavía siendo interrogado por las autoridades investigadoras, y se desconoce por el momento la naturaleza y motivos tras el ataque con cuchillo en Hurgada», han señalado a este diario oficiales del Ministerio de Interior. Sin embargo, fuentes cercanas a la investigación han afirmado a la DPA y otros medios posibles enlaces del sospechoso con el autoproclamado grupo terrorista Estado Islámico. «(Shaaban) se había comunicado con Daesh a través de internet», apuntan.
Ningún grupo ha reivindicado la autoría del presunto atentado, que puede haberse visto inspirado por la reciente campaña online de Daesh llamando a sus partidarios a atentar tanto contra cristianos como turistas extranjeros. Los cristianos coptos, minoría religiosa egipcia, se han convertido en objetivo en los últimos meses de renovados atentados terroristas, desde el atentado bomba contra una iglesia en El Cairo en diciembre 2016 a el asalto a un convoy de peregrinos en Minya, pasando por el atentado doble contra sendas iglesias pocas semanas antes de la visita del Papa a los asesinatos selectivos en el Sinaí. Daesh, que opera en el país a tavés de su filial Wilayat Sina, ha llamado a «limpiar El Cairo» de cristianos. Ante las amenazas, la Iglesia Copta ha cancelado viajes y grandes eventos cristianos este verano en el país.
El germen de Wilayat Sina, Ansar al Beyt Al Maqdis, al igual que multitud de grupúsculos terroristas que florecieron tras la asonada militar de 2013, había atacado principalmente objetivos policiales o militares, hasta que en noviembre de 2015 reivindicó el atentado bomba contra un avión ruso que despegó de Sharm El Sheij en el que murieron 224 personas.
Entonces, el Gobierno egipcio se mantuvo con la estrategia de negar contra viento y marea la hipótesis terrorista, incluso mientras Rusia, principal damnificada del atentado, admitía rápidamente la participación de terroristas de Daesh. No fue hasta casi un año después que el presidente Abdelfatah Al Sisi admitió «el intento terrorista de desestabilizar el gobierno (y la economía)».
Más de tres años después de la asonada militar que condujo a Al Sisi al sillón presidencial, las cifras del turismo no logran levantarse. Según el Ministerio de Turismo Egipcio, los ingresos del turismo en la primera mitad de 2017 son un 70% menos que en 2010, cuando casi 15 millones de turistas visitaron el país de los faraones.
En Hurgada, jóvenes camareros languidecen y miran sin esperanza las calles vacías. Decenas de negocios apenas logran sobrevivir con los pocos turistas que se acercaron al antes popularísimo resort del Mar Rojo. Decenas de embajadas, entre ellas la británica, la francesa o la española, recomendaban no viajar «salvo necesidad» al país. «Es injusto que por ciertos incidentes en el Norte del Sinaí, o en el Cairo, esa imagen de inseguridad nos afecte aquí. Es una zona perfectamente segura, aunque ya sabemos que en ninguna parte, tampoco en Europa, se puede estar a salvo (del terrorismo). Pero son muy injustas las recomendaciones negativas de viaje de las embajadas, aquí no suceden esas cosas», sostenía a principios de año el gobernador de la provincia del Mar Rojo en la misma Hurgada.
Fuente: ABC