La otra cara de la ‘alianza de civilizaciones’
La muchacha de la fotografía se llama Aisha, tiene sólo 18 años y su marido musulmán la mutiló cortándole la nariz y las orejas porque lo había abandonado. Esta joven afgana, a la que obligaron a casarse con 13 años, huía de un maltrato constante que incluía golpes y tratamiento de esclava por parte del mezquino esposo y sus familiares.
Para los musulmanes esto no es, en ningún caso, motivo ‘suficiente’ para abandonar al esposo. Así, cuando la muchacha fue localizada, el capitoste talibán autorizó y presenció la cruel mutilación. Una fundación norteamericana se ofreció para sufragar una intervención de cirugía plástica en California, para que la joven pueda recuperar su aspecto físico y la dignidad arrebatada por unos bárbaros que también intentan imponer sus repugnantes usos y costumbres en Occidente.
El islam es esto, no es otra cosa. No nos llamemos a engaño. Su mejor aliado es la mantecosa ‘tolerancia’ que les brindan políticos tan mediocres y deleznables como los que sufrimos en España, que dicen perseguir el maltrato a las mujeres, pero que miran hacia otro lado cuando se hacen públicas estas crueldades cometidas en nombre de pestilentes ‘alianzas de civilizaciones’. Así, mientras el señor Zapatero elude recibir al papa, y desprecia a la media España católica, viaja a Afganistán a no se sabe qué. Lo único que ha dicho es que los soldados españoles “no están allí para quedarse”. Pues sepa usted que, cuando las tropas aliadas se retiren, esos miserables facinerosos que se hacen llamar talibanes y ‘buenos musulmanes’ tendrán nuevamente patente de corso para seguir cometiendo sus desmanes contra las mujeres.
Aisha ha sido recientemente galardonada en California. María Shriver, la esposa del popular gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, le entregó personalmente el galardón y aseguró que la joven era un ejemplo para otras mujeres oprimidas. Afortunadamente, al menos de momento, estas barbaridades no se cometen en Occidente. Aunque al ritmo que se están desarrollando los acontecimientos, no hay que descartar que un futuro no muy lejano, los musulmanes logren imponer sus propias leyes en los países que tan generosamente les han acogido. ¡Todo sea en nombre de Alá y de la pútrida ‘alianza de civilizaciones’.