Diversas apuntaciones sobre franquismo, hombres democráticos y socialismo
1 . Una manera de ver el franquismo. Cualquier día de estos, pues no se precisa hacerlo al amparo de un concreto hecho de actualidad, comenzaré a desentrañar para mis lectores lo que a mi juicio significan las siglas del P.P. Hoy, a manera de anzuelo, les brindo este fragmento de un artículo publicado en el diario “La Razón” el pasado 11 de octubre por un periodista de tanto crédito para los “populares” como el de sobra conocido César Vidal. No tiene desperdicio. Léanlo y díganme qué les parece.
“A lo largo de 20 años, España estuvo sometida a ese socialismo de color azul mahón del que vienen tantos dirigentes actuales del P.S.O.E. y, como en todos los socialismos, se sufrió el intervencionismo, la cartilla de racionamiento y el hambre”.
¡Estupenda manera de ver, entender y explicar la España de los últimos 75 años! Aunque por diversos motivos admitamos que algunos puedan ver en la camisa azul mahón falangista un lejano parentesco con el inicial socialismo -a través del fascismo, que sí derivó de él, o por mantener que había sido justo y necesario su nacimiento pues los trabajadores no tenían hasta entonces manera de oponerse a los abusos del capitalismo y la burguesía- sólo un deficiente mental, un ignorante o un malvado pueden achacar el intervencionismo socioeconómico, las cartillas de racionamiento y el hambre existentes en la España de los años 40, a la influencia de los camisas azules y su deseo de una sociedad más justa y armónica… Repito: solo un lerdo, un engañador o un enfermo no pueden saber ni decir que aquella España vivió con esfuerzo e ilusión el dolor y la pena provocados por nuestra guerra, la guerra ajena y el injusto aislamiento con que la castigaron los vencedores de ésta, sin duda por mera casualidad claros representantes de la democracia capitalisma y del socialismo extremado.
Algo por el estilo podemos y debemos decir sobre la procedencia azul mahón de los actuales dirigentes del P.S.O.E. Ni Felipe González, ni Alfonso Guerra, ni Francisco Fernández Ordóñez, ni Javier Solana, etc, etc, venían de filas o escuelas azules, y lo mismo puede afirmarse de Rodríguez Zapatero, Rubalcaba, Blanco, y la inmensa mayoría de quienes ahora dirigen los gobiernos socialistas de la Nación y las autonomías. Todos ellos se forjaron, fueron protegidos y alentados en ambientes y núcleos más próximos a organizaciones eclesiales y a los servicios de información del Estado que dentro de hogares juveniles o sindicales próximos al pensamiento falangista.
2. Exaltación de valores y hombres democráticos
Cualquier pretexto sirve para llamar la atención de los españoles sobre lo bueno y conveniente que es el régimen monárquico demócrata, social y económico instaurado poco a poco entre nosotros a partir del 20 de noviembre de 1975. Ya nos lo ha dicho Don Juan Carlos hace algo más de un mes, tras el almuerzo conmemorativo del fracasado intento de rectificación que supuso el golpe del 23 de febrero de 1981: España vive hoy mejor que hace 31 años. Por eso, y gracias al oportuno aviso, cualquier momento sirve para revitalizar esa fecha y otras anteriores o posteriores. El Ayuntamiento de Madrid, regido por el ejemplar político democrático Alberto Ruiz Gallardón, ha creído conveniente homenajear a quien ese día mantuvo en las Cortes una de las posturas más dignas y valientes de cuantas personas representaban en aquel lugar la soberanía nacional, y por ello ha inaugurado con las lógicas pompas y honores una lápida rememorativa de que el general Gutiérrez Mellado vivió bastantes años en una buena casa de la madrileña calle de Almagro. En ese mismo acto anunció a todos los madrileños y españoles allí presentes -y por medio de la prensa, la radio y la televisión a cuantos no podían oirle en directo- que el referido general daría pronto nombre a una buena avenida de las recientes mejores urbanizaciones de la capital del Reino. Es una simple coincidencia que tal anuncio y ese acto se hayan celebrado en uno de los primeros días de la campaña divulgadora y alentadora de las próximas elecciones municipales, y nada tiene que ver con tan merecidas honras -e igual sucede con la llave de oro de la ciudad entregada 24 horas antes al británico Príncipe de Gales- la tan acreditada práctica del Ayuntamiento madrileño y los demás municipios españoles que les permite halagar y denigrar -según sople el viento o luzca el sol- a sus vecinos habituales o circunstanciales. Me vienen a la memoria, con este motivo, la llave de oro concedida al libio coronel Gadafi y las avenidas y calles señaladas con los nombres de generales compañeros o mandos del general Gutiérrez ahora destacado…
3. Benevolencia socialista con los etarras
Estos días dedico parte de mis lecturas a conocer las memorias de Gonzalo Puente Ojea, viejo compañero de estudios jurídicos en la Facultad de Madrid cuando esta ocupaba el caserón de San Bernardo. En ellas me han sorprendido hasta ahora varias cosas, de entre las cuales resalto ahora las siguientes: a) que casi las dedica en exclusiva a su estancia en Roma como Embajador de España ante la Santa Sede; b) el que su primero y fundamental nombre sea o haya sido el de Leoncio Gonzalo, con el que figura en el Real Decreto que el 8 de diciembre de 1982 le nombró Subsecretario del Ministerio de Asuntos Exteriores cuando en la Carrera Diplomática tenía el rango de Ministro Plenipotenciario de 2ª clase; y c) que la benevolencia socialista con los “e-ratas” (ratas de Euzkadi) no es cosa propia de Zapatero y Rubalcaba sino algo esencial del socialismo, como lo demuestra el hecho de que en la primera visita que don Leoncio hizo al Sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, monseñor Martínez Somalo, para entregarle las copias de estilo de sus cartas credenciales ante el Sumo Pontífice, que se celebró a las 11 de la mañana del 11 de noviembre de 1985, una de las cosas que el recién llegado a la Santa Sede planteó en nombre del Gobierno de España, que presidía entonces Felipe González, fué la de que el Papa aconsejara al Episcopado vasco el que aleccionara “a sus fieles una toma de conciencia de las virtualidades de la política de reinserción social de los terroristas de ETA”.
“El Episcopado vasco, hasta la fecha, nunca se ha manifestado en dicho sentido, lo que era de lamentar, pues una labor suasoria cerca de esos fieles que pusiera de relieve el acierto de la citada vía como uno de los instrumentos básicos para superar el enfrentamiento armado, produciría probablemente óptimos resultados”. Son frases textuales del informe enviado aquella misma tarde por D. Leoncio a su ministro de Asuntos Exteriores. Continúa así: “Le añadí que una declaración o Pastoral de ese carácter no exigía renunciar a nada en lo que se refiere a los sentimientos autonómicos o nacionalistas de una gran parte de la Iglesia vasca”. No hace falta transcribir más para que los lectores se den cuenta de la posición socialista respecto de los “erratas” y de los independistas -casi todos pequeños burgueses- integrantes del clero en Euskadi.