La ilusión semántica
Hay que subrayar que la fuerza real del nacionalismo, sea cual fuere, queda disimulada por la ilusión semántica que convierte a todos los Estados de hoy oficialmente en “naciones” y miembros de las Naciones Unidas, incluso cuando es patente que no lo son. Por consiguiente, todos los movimientos que buscan la autonomía territorial tienden a pensar que crean “naciones” incluso cuando salta a la vista que no es así; y todos los movimientos que defienden intereses regionales, locales o incluso sectoriales contra el poder central y la burocracia del Estado se pondrán, si ello les es posible, el traje nacional, preferiblemente en sus estilos étnico-lingüísticos. Así pues las naciones y los nacionalismos parecen ser más influyentes y omnipresentes de lo que son.
En realidad, el aumento de las agitaciones separatistas y étnicas se debe al hecho de que , contrariamente a la creencia general, el principio de creación de Estados desde la segunda guerra mundial, a diferencia de después de la primera, nada tenía que ver con la autodeterminación nacional “wilsoniana”. Reflejaba tres fuerzas: la descolonización, la revolución y, por supuesto, la intervención de potencias exteriores. Dado que más de la mitad de los estados que existen ahora tienen menos de cuarenta años de edad, esto limita seriamente la incidencia del “tradicional “principio de nacionalidad.
De ahí las llamadas constantes, y a menudo finalmente vanas, de los líderes de tales estados nuevos pidiendo que se superasen el “tribalismo”, el “comunalismo” o cuales quiera que fuesen las fuerzas consideradas responsables de que los nuevos habitantes de la república de X no se sintieran, ante todo, ciudadanos patrióticos de X, sino más bien miembros de alguna colectividad.
En pocas palabras, la atracción de la mayoría de tales “naciones” y “movimientos nacionales” era lo contrario del nacionalismo que pretende unir a quienes se cree que tienen en común la etnicidad, la lengüa, la cultura, el pasado histórico y lo demás. Factores afines que se dan en España más para la unión que para la desunión.
La intervención de potencias extranjeras, finalmente, es obvio que ha sido no nacionalista tanto en su motivación como en su efecto, exceptuando la pura casualidad. Lo mismo puede decirse de las repercusiones de la revolución social, aunque han sido menos efectivas. Los revolucionarios sociales han sido muy conscientes de la fuerza del nacionalismo, además de estar comprometidos ideológicamente con la autonomía nacional, incluso cuando en la realidad no es deseada, como ocurre entre los eslavos de Lusacia, cuya lengua va replegándose lentamente, a pesar de los esfuerzos de la antigua República Democrática Alemana, durante su periodo de existencia independiente, por fomentarla. La única forma de sistemas constitucionales que los estados socialistas se han tomado en serio desde 1917 son fórmulas para la federación y la autonomía nacionales.
Ya sabemos de dónde viene el problema de la autodeterminación en España desde un principio a partir del tercer tercio del siglo XX, aunque éste haya derivado en España en la unión de revolucionarios y conservadores tanto en Cataluña, CONSERVADORES-CUP-ERC, como en Vascongadas, PNV-BILDU, en los objetivos finales.
*Teniente coronel de Infantería y doctor por la Universidad de Salamanca
Se equivoca. El problema proviene de la polisemia y relatividad del la palabra nación. El único concepto objetivo de nación es el de pueblo con estado soberano propio, que es el concepto utilizado en derecho internacional. Lógicamente legalmente no cabe usar otro, pues cualquier otro es relativo. Los catalanes no forman una nación porque no hay un estado soberano propio. Claro, en sentido cultural, se pueden inventar cuantas naciones se deseen, porque es cuestión de buscar puntos culturales comunes a un grupo de personas.
Pero no me negara que la crisis político social es grave, pues que un gobierno autonómico se subleve de la forma que lo hace utilizando todo su poderío institucional, mediático y social para lograr forzar al gobierno central a sentarse a negociar las exigencias SEPARATISTAS, es grave al menos es una crisis institucional de muy difícil resolución siendo las 2 partes radicalmente opuestas la una a la otra, pues ninguna dará el brazo a torcer esto es un jodido pulso de fuerza y cojones.
Apliquese de inmediato …
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