Inmaculada Colau y Carles Puigdemont.

Por José L. Román.- Comenzaré diciendo que Inmaculada Colau, por muy alcaldesa que sea, es uno de los seres más siniestros y repugnantes que pululan por la escena política española. El daño que ha ocasionado y está ocasionando a los catalanes residentes en Barcelona, solo puede compararse, por ejemplo, con el que Compromís ocasiona a los ciudadanos de la Comunidad Valenciana; el daño que ocasiona “el engominado” en Zaragoza; o los continuos atropellos que Carmena y su banda cometen con los residentes en la capital de España.

El odio que destila la alcaldesa comunista de Barcelona hacia los que se sienten españoles, no es algo que nos deba sorprender a estas alturas. Estos siniestros personajes no paran en barras cuando tienen que lanzar sus rebuznos a través de sus medios informativos.

A raíz del anuncio de Rajoy, de que el gobierno aplicará el artículo 155 en Cataluña, la siniestra Colau se ha sentido herida en su hedor. Tan es así, que su respuesta al gobierno de España ha consistido en declarar que es “el día más terrible en 40 años” para Cataluña y los catalanes.

Para esta tipeja, mala persona, ciega de odio y de comunismo, es mucho más terrible meter en cintura a sus amigos golpistas, que por ejemplo, el atentado de Hipercor cometido por los etarras de su misma ideología, o los atentados de Las Ramblas y Cambrils llevados a cabo por unos terroristas pertenecientes a un colectivo, al que ella y los suyos han dado los medios para su asentamiento por todos los rincones de Cataluña.

¿Qué se puede esperar de una marxista con pedigree sin oficio ni beneficio, que ha sido a ratos azafata de congresos y por momentos zascandil de la mensajería comercial? Pues nada, subestimar a la Institución militar y coartar la libertad de los que no piensan como ella.

Sin historial académico ni laboral, como la mayoría de los de su ralea, se puso a tocar un día el instrumento de la democracia esperando la ocasión. Esta generosa sinfonía que nos atonta y ensordece, la llevó a dirigir, como encargada de “vivienda”, una oenegé catalana subvencionada por la Generalidad de Cataluña y otros organismos estatales y locales, con casi CUATRO MILLONES de euros anuales. El chiringuito se denomina: “Observatorio-DESC (Derechos Económicos, Sociales y Culturales).

Millones de euros que salen de nuestros bolsillos y que no van dirigidos a nuestros enfermos y españoles dependientes, se invierten en colocar en la Administración a repugnantes personajes como Pisarello, y a “educar” a gentes ignaras que eligieron emigrar a España por la posibilidad que les brindaba el idioma común, con que deben hablar catalán si quieren adaptarse y tener alguna oportunidad en Cataluña.

A este pesebre (Observatorio-DESC), que se abastece del Tesoro Nacional, parece ser que se amorra todo el que puede. Desde abogados, urbanistas y sociólogos, hasta Fundaciones sindicales como: “Josep Comaposada-UGT y “Fundación Paz y Solidaridad-CC.OO., ambas de Cataluña.

Proyectos y más proyectos sobre “derechos sociales para mujeres latinoamericanas” que nadie constata que se lleven a cabo ni como; pero, que nos cuestan a los españoles millones y millones de euros, y cuyo destino no es otro que alimentar a decenas de parásitos y vividores que lo único que han sabido hacer en su vida es tocar el instrumento de la democracia para poder pegarse “la vida padre”, a costa de los contribuyentes.

Esa es la principal preocupación de Colau. Que la aplicación del artículo 155 de la Constitución pueda dar lugar a que reviente todo su tinglado y otros de mayor calado, y vayan todos, uno por uno, a la puñetera calle.

Ella, y miles de pesebristas como ella, han entrado en auténtico pánico. No solo ven peligrar sus chollos y derivados, sino que salgan a la luz todos los ilícitos que se han cometido en torno al independentismo, con el silencio cómplice de sus medios informativos.

No temen a Rajoy, ni a su gobierno, ni mucho menos al PSOE. Temen a la Guardia Civil y a la Policía Nacional que, como Unidades Orgánicas de Policía Judicial dirigidas por jueces independientes, reciban órdenes para entrar de lleno a limpiar la ciénaga y sacar a la luz toda la porquería acumulada por los distintos gobiernos autonómicos durante los últimos cuarenta años. Eso es lo que temen. Que se acaben cerrando las oficinas de colocación y las academias antiespañolas abiertas por el secesionismo, y alimentadas para mayor escarnio con el dinero de los contribuyentes españoles.