¿Cómo han de admitir la magia de los Reyes Magos cuando consideran que la maternidad es una carga que recorta libertades?
Efectivamente. Se trata de otra de las realidades de nuestro tiempo. Por eso me van a permitir, para ilustrar mejor la decadencia moral que padecemos, que comparta con ustedes una historia donde el comportamiento de sus protagonistas y lo que en ella acontece, ponen de manifiesto la importancia que la magia de la Navidad y la visita de los Reyes Magos tienen para nuestros hijos.
Imagínense por un momento la España rural de mediados del pasado siglo; imagínense un pequeño pueblo donde la maestra del único colegio de la localidad convocó a los padres de sus alumnos en el preludio de la Navidad, para hablarles de lo que ésta significaba y de la ilusión de los niños por la visita de los Reyes Magos.
Les habló sobre la importancia de hacerse presentes en casa el máximo de tiempo posible. La profesora entendía que, aunque la mayoría de los padres eran trabajadores del campo, deberían encontrar unas horas para dedicar, hablar, escuchar y entender a los niños. Sin embargo, se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó de forma espontánea y humilde, que él no disponía de apenas tiempo para hablar con su único hijo durante la semana, exceptuando algunos domingos. Cuando salía por la mañana para ir al trabajo era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo. Cuando regresaba del trabajo por la tarde-noche era ya muy tarde, y el niño ya no estaba despierto.
Explicó además, que tenía que trabajar de sol a sol para poder llevar el pan a casa. Dijo también que, no tener tiempo para su hijo le angustiaba mucho, por eso intentaba redimirse yendo a besarlo todas las noches cuando regresaba del trabajo, y que para que su hijo supiera de su presencia le hacía un nudo en la punta de la sábana. Cuando su hijo despertaba y veía el nudo, sabía, a través de él, que su papá había estado allí y lo había besado. El nudo en la sábana era el medio de comunicación entre ellos.
La maestra enmudeció con aquella singular historia, y se sorprendió aún más cuando constató que aquel niño era feliz, y uno de los alumnos más aplicados de la escuela.
Esta historia nos debería hacer reflexionar sobre las muchas formas en que las personas pueden hacerse presentes y comunicarse con otras. Aquél padre encontró su forma, que era simple pero eficiente. Y, lo más importante, es que su hijo percibía, a través del nudo afectivo, lo que su papá le estaba diciendo.
Hoy sin embargo, con horarios laborales mucho más flexibles que los de hace cincuenta años, hay padres que apenas encuentran tiempo para estar con sus hijos y conversar con ellos, es más, incluso los dejan solos a muy corta edad para correrse una juerga, o los encierran en un vehículo mientras realizan compras en un centro comercial.
Se ha ido perdiendo poco a poco la comunicación a través de los sentimientos. Simples detalles como un beso y el nudo en la punta de una sábana, deberían significar para un hijo muchísimo más que regalos o disculpas vacías. Se trata de comunicar; de dejar constancia de que estamos ahí; de que puede dormir tranquilo porque alguien vela por él. Es válido que nos preocupemos por las personas, pero es más importante que ellas lo sepan, que puedan sentirlo. Para que exista la comunicación es necesario que las personas “escuchemos” el lenguaje de los corazones, pues en materia de afecto los sentimientos siempre hablan más alto que las palabras.
Tal vez no entendamos el significado de muchas palabras, pero sabemos registrar un gesto de amor aun cuando el gesto sea solamente un nudo; un nudo lleno de cariño. Por esa razón, establecer estos lazos o nudos como un indicador de que estás allí, de que piensas en esa persona, de que la amas, y de que la recuerdas, fortalecen aún más las relaciones familiares.
El amor sincero y desinteresado es el sentimiento más noble y fuerte que posee el ser humano; es la manera más natural de conquistar el alma de otro ser. Y, lo más importante, para que ese sentimiento prevalezca en una comunidad, debe pasar de padres a hijos mediante una sólida formación espiritual. Por consiguiente, comuniquemos nuestro afecto de tal manera, que cuando nuestros hijos obren con amor y buenos sentimientos, piensen de inmediato en nosotros como sus “Reyes Magos”; aquellos que estuvieron ahí cada día y cada noche sin faltar ni un solo instante, y que con toda ilusión esperaban dormidos cada 6 de enero a que su magia los llenara más de amor. Gracias mis queridos Reyes Magos.
Felicidades por este articulo, feliz año nuevo.
Sr. Román: Así es. Estoy con vd. Feliz Navidad y Año Nuevo.
tonterías, el 80% de los padres de hoy en día pasan mucho más tiempo con sus hijos que hace 50 años y lo de las juergas y dejar en un coche no representa ni un 0,005% de los padres.Un nudo en una sabana no puede reemplazar a una hora de jugar al balón con tu hijo o de dar un paseo en bici.
Estoy completamente de acuerdo con Ud. en la literalidad de su afirmación, pero no creo que el Sr. Román nos esté proponiendo que nos vayamos a trabajar durante 16 horas al día y que por la noche le hagamos un nudo en la sábana al niño para compensar ese déficit. Creo que el sentido de sus palabras van más bien dirigido a lo contrario, a que el tiempo que podamos pasar con ellos lo pasemos efectivamente con ellos, en vez de gastarlo en otras frivolidades, al menos así lo he entendido yo. Si fuera posible le ruego al Sr. Román,… Leer más »
Gracias por su artículo, Sr. Román. De los que no abundan.