Miles de cristianos iniciaron la Semana Santa en Jerusalén
Miles de cristianos de todo el mundo comenzaron la celebración pascual en Jerusalén con una procesión de Domingo de Ramos en recuerdo de la triunfal entrada de Jesús en la ciudad hace dos mil años. Como marca la tradición cristiana, la marcha arrancó a primera hora de la tarde de la iglesia franciscana de Betfagé, en el Monte de los Olivos, para concluir frente a la Puerta de los Leones, que da acceso a la ciudad vieja.
En la iglesia de Betfagé, que hace dos milenios era una aldea judía (ahora es una aldea árabe) que estaba fuera de la ciudad, se encuentra la piedra que según los el Nuevo Testamento usó Jesús para montar el borrico con el que entró en Jerusalén entre alabanzas para celebrar la Pascua Judía (Pesaj).
Desde ese punto, un crisol de árabes cristianos y peregrinos de infinidad de naciones comenzó un recorrido de cuatro kilómetros lleno de “Hosanás” y cantos de amor a Jerusalén en francés, inglés, árabe, español o latín.
La temperatura, en torno a los 34 grados centígrados, hizo aflorar gorros y sombrillas, pero no frenó un instante el tono alegre y plural que impregna la procesión, dirigida por los monjes de la Custodia de Tierra Santa, de la orden de San Francisco de Asís.
El secretario de la Custodia, Padre Silvio Rogelio de la Fuente, recordó frente a la iglesia que el Domingo de Ramos es una “fiesta de toda la cristiandad” en el que los conventos y el clero local abren sus puertas a todos los fieles.
“Ese día las piedras de Jerusalén gritan porque el Mesías está entrando en su ciudad, está haciendo su ingreso triunfal y, con él, todos los cristianos que vienen de todas las partes del mundo”, señala este franciscano natural
de Buenos Aires.
Polonia, India, Egipto, Francia, Trinidad y Tobago, España o Alemania eran sólo algunos de los países de origen de los miles de peregrinos que entonaban cánticos, rezaban o simplemente caminaban en silencio.
Sobre las cabezas, una marea de palmas y ramas de olivo se confundía con las distintas banderas, mientras que el sonido de guitarras, darbukas, panderetas (y algún que otro violín o flauta) hacía las cuestas más llevaderas.
“Vemos gentes de todas nacionalidades y todas lenguas. No nos entendemos, pero todos vinimos a festejar que Jesús entró aquí como rey”, señala la chilena Angélica.
Benny Di Bitonto, católico italiano residente en Jerusalén, vive como un “privilegio poder hacer el mismo recorrido que hizo Jesús” días antes de su crucifixión. “Es una gracia especial poder celebrar la Pascua aquí, en esta ciudad tan especial, una ciudad que sigue manchada por la violencia y por la sangre”, argumenta.
También la estadounidense Gil siente como “una bendición que no tiene mucha gente” su quinta presencia en una celebración que “trae la humanidad de Jesús a la tierra”.
En su recorrido, los creyentes pasaron junto al Huerto del Getsemaní, donde, según los Evangelios, Jesús vivió las horas previas a que Judas le entregase a los soldados romanos.
El acto más importante de las celebraciones de Pascua será el Vía Crucis del Viernes Santo, procesión que reproduce el itinerario que recorrió Jesucristo por la Vía Dolorosa hasta el lugar de su crucifixión.
Un día antes, los fieles recrearán la última Cena de Jesucristo y la ceremonia del Lavatorio de los Pies de doce miembros de la comunidad cristiana en el Cenáculo del Monte Sión.
Este año, el calendario ortodoxo cristiano coincide con el que siguen católicos y protestantes, por lo que, a diferencia de lo habitual, todos los ritos celebran a la vez la Semana Santa.