El PSOE de Pedro Sánchez no es que rechace la iniciativa del Gobierno para proteger la enseñanza del español en los colegios catalanes, algo que forma parte del proyecto para la destrucción de nuestra nación, sino que sigue la estela de Zapatero para acabar con nuestra nación manipulando y tergiversando nuestra Historia, y así tapar los crímenes y saqueos del socialismo durante la República, criminalizando al anterior Jefe del Estado y haciéndolo responsable de una guerra civil entre hermanos que los mismos socialistas provocaron.

El plan de Zapatero seguido ahora por Pedro Sánchez con Ábalos de paladín, da inicio a un nuevo capítulo consistente, a través de la coacción, la amenaza y el miedo, en hacer desaparecer todo atisbo de reconocimiento de gratitud por parte de cualquier ciudadano español, a quien durante cuarenta años gobernó nuestro pueblo, lo sacó de la miseria, acabó con el analfabetismo, logró el pleno empleo, y consiguió para todos los trabajadores españoles las conquistas sociales más importantes de nuestra Historia.

Hace falta ser muy sectario y manipulador, para por una parte hablar de democracia mientras por otra se intenta hacer desaparecer mediante leyes expeditivas la libertad de exhibir un agradecimiento colectivo a un Jefe de Estado cuya figura prevalece y prevalecerá en la memoria de millones de españoles por haber dirigido la nación durante cuatro décadas de trabajo, orden, paz y prosperidad. Un periodo de cuarenta años en los que un hombre, a quien sus propios enemigos y antiguos aduladores han llamado irrepetible, se hizo cargo de esta gran empresa política que se llama España, nos libró del comunismo criminal, represor y sanguinario, y logró colocar a España como novena potencia industrial en el mundo.

Pero, aparte de la descalificación que merece esa ley de Zapatero para manipular y tergiversar nuestra Historia al objeto de tapar las represiones y crímenes del socialismo, no hay que olvidar que esa Ley solo será la antesala de algo mucho más peligroso que de momento no se atreven a publicitar, pero que se puede deducir cuando con desprecio e indiferencia alguien se refiere al “obstáculo” que supone para sus objetivos políticos los votos de los viejos, y reclama la necesidad de legitimar el sufragio de un millón de jóvenes mayores de 16 años perfectamente adoctrinados por los medios, los partidos de izquierda y el separatismo, instalados desde 1982 en los centros de enseñanza.

El propósito de la izquierda no es otro que aprobar a toda costa la nueva Ley de Memoria Histórica para meter en cintura a todo aquel que disienta de sus postulados o conserve en su casa cualquier vestigio que demuestre las excelencias del régimen anterior, como paso previo o antesala a lo que proyectan realizar después.

Si tenemos en cuenta la trayectoria de la izquierda en España desde que alcanzaron el poder en 1982, no es difícil elucubrar de lo que serían capaces para enterrar definitivamente, no solo la figura y la obra de Francisco Franco, sino todo lo que aquel régimen significó en garantizar la unidad de España y de los españoles, y mantener vivos los grandes reactivos nacionales con la defensa a ultranza de nuestra civilización cristiana y occidental.

De ahí que podamos intuir las intenciones de los socialistas, a quienes se unirían comunistas y nacionalistas para una vez aprobada la nueva Ley de Memoria Histórica arrancar la Cruz de Cristo de cualquier lugar y de nuestros hogares, y dar paso a continuación al aborto libre y gratuito sin restricción alguna, legalizar el consumo de las drogas, y, por supuesto, despenalizar la eutanasia.

Con las personas decentes en la cárcel; con la religión católica perseguida; con el aborto libre y gratuito al alcance de cualquiera; con la droga legalizada y de venta en los quioscos; y con la eutanasia despenalizada, los socialistas habrán conseguido por fin su objetivo, porque, sin el relevo generacional que España con urgencia necesita; con parte de la juventud drogada y sin posibilidad de pensar libremente; con la Cruz de Cristo perseguida y una sociedad sin valores morales; y con los pensionistas abarrotando los mortuorios por tratarse de viejos franquistas que molestan por ser considerados una carga inútil para el Estado, entonces, estos canallas podrán culminar la islamización de nuestro pueblo abriendo las fronteras de par en par; podrán controlar sin dificultad lo poco que vaya quedado tras el expolio colectivo por parte de una sociedad inmersa en la hambruna sin empresas ni trabajo, y se perpetuarán en el poder pudiendo repartir con justicia la miseria que hayan generado.