El Pana, el torero que brindaba a las prostitutas y soñaba con fama, dinero y gloria
Rodolfo Rodríguez «El Pana» fue un «tigre de la calle» con una personalidad «compleja» que supo explotar la teatralidad del toreo, un oficio en el que encontró «el sentido de la vida», dijo a Efe Rodrigo Lebrija, director del documental «El brujo de Apizaco» sobre el polémico torero.
Lebrija intentó retratar la personalidad y el lado humano de El Pana (1952-2016), nacido en una familia pobre de Apizaco, en el estado de Tlaxcala (centro de México), que trabajó durante su adolescencia y parte de su juventud como panadero e hizo de todo para ganarse la vida antes de hallar la gloria y la fama en el ruedo.
En la película, él mismo cuenta cómo un maestro panadero lo animó a entrar a la tauromaquia porque tenía cuerpo de torero y le advirtió de que ahí el vino y las mujeres no le faltarían. «Hay que ser muy vago para ser torero», dice Rodríguez en una de las escenas del filme, rodado durante siete años.
«Él venía de la nada, era un tigre de la calle, vendía tamales, lavaba coches, fue un sobreviviente. Entonces cuando le dicen que en el toreo había mujeres, dinero, fama y gloria a cambio de jugarse la vida, él pensó ‘pues mi vida está jodida, no tengo nada que perder’, y ahí es donde encuentra el sentido», dijo a Efe el cineasta antes de una de las presentaciones del documental en Guadalajara.
Lebrija conoció al torero en Madrid en 2008 y cuenta que quedó «impresionado» ante el personaje que tenía enfrente, un hombre que «era chistoso, era vulgar, serio, cómico y también era profundo».
Más que ser un homenaje, la cinta narra sin tapujos el ascenso y la caída de un torero polémico e irreverente, «odiado y amado por igual», que murió en el ruedo como siempre quiso, sostuvo Lebrija.
La película muestra al torero siendo vitoreado en decenas de corridas que protagonizó en México, cuando era llevado en hombros en su despedida en la Plaza de Toros México en enero de 2007, pero también al adicto en su habitación en alguno de los centros de rehabilitación de Alcohólicos Anónimos a los que asistía o al hombre canoso y flaco caminando por la calle sin que nadie lo reconociera.
Sus más profundas pasiones
El Pana revela a la cámara sus más profundas pasiones, la adrenalina que suponía jugarse la vida en el ruedo, su afición por la bebida y las mujeres, el alcoholismo que sufrió y que lo llevó a embriagarse con todo tipo de bebidas y a relacionarse con homosexuales, hasta su profunda fe en un «ser superior».
Pese a sus excesos, el controvertido torero tenía muy arraigada la espiritualidad, no solo en sus creencias sino en su forma de ver la vida, asegura Lebrija.
«(Fue) un espíritu que viene a encarnar un cuerpo humano para dejar un testimonio muy fuerte. Es un espíritu fuerte, con una fe inquebrantable y con una determinación como pocas he visto en mi vida», dijo.
«Se construyó un personaje»
Rodolfo Rodríguez supo construir al personaje de El Pana con sus desplantes, su forma de torear, su irreverencia, sus declaraciones y su clavel en la solapa. Se convirtió en un actor del ruedo, afirma el director del documental. «Se construyó un personaje; sabía qué contestar a la prensa. Dicen que se torea como se es y él era un personaje muy teatrero, él era un actor y entendió que eso era el toreo», enfatizó.
Para el cineasta si El Pana no tuvo más fama ni gloria fue por su «falta de educación» y porque no supo aprovechar las oportunidades que se presentaron, pues incluso toreó en Madrid y estuvo a punto de cumplir uno de sus sueños, que era llegar a pisar Las Ventas.
«Cuanto más subía, más se hundía», concluyó el director.
«El brujo de Apizaco» fue estrenada en noviembre pasado y tendrá una breve temporada en cines y espacios culturales de Guadalajara. Lebrija adelantó que la cinta será proyectada en algunas salas comerciales a partir de marzo y además estará disponible en plataformas como ITunes y Amazon.