Alemania nunca nos falla: De Companys a Puigdemont
“¡Por Cataluña!”, gritó Lluís Companys. A continuación, se hizo el silencio. Madrugada del 15 de octubre de 1940, el líder de Esquerra Republicana muere fusilado en el Fossar de Santa Eulàlia del castillo de Montjuïc “como responsable en concepto de autor por adhesión del expresado delito de rebelión militar”. Así lo constatan en una sentencia fechada el 14 de octubre de 1940 los siete miembros del tribunal militar del régimen franquista que lo juzgan: Manuel González, Federico García Rivera, Fernando Giménez Sáenz, Rafael Latorre, Gonzalo Calvo, José Irigoyen y Adriano Velázquez.
78 años después, la policía alemana ha detenido al ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, fugado de la Justicia española, Carles Puigdemont, sobre el que pesa una euroorden de detención y que con toda probabilidad será entregado a las autoridades españolas en las próximas semanas.
Tras proclamar la República catalana y huir de España tras la victoria de las tropas nacionales, Companys se refugió en Francia. La presencia de Companys en París había suscitado reticencias por parte de las autoridades francesas, que lo querían fuera de la capital por su radicalismo y por agitar a las masas de refugiados. Debido a ello Companys abandonó París en junio de 1939. Gracias a las gestiones de Joan Casanelles, antiguo diputado y amigo de Companys, el presidente y su esposa se establecieron en la localidad bretona de La Baule-les-Pins (Loire-Atlantique). Desde allí se desplazaba frecuentemente a París, tanto para estar al corriente de los asuntos gestionados en la oficina parisina de la Generalidad, como para visitar a su hijo Lluís, que estaba internado en un sanatorio debido a su grave enfermedad mental. En mayo su hija Maria, junto con su marido, Hèctor Gally, habían partido hacia México.
A pesar de los ruegos de su hija, Companys decidió quedarse en Francia para no perder el contacto con su hijo. Con la derrota francesa ante la Alemania nazi y la firma de la capitulación, el matrimonio Companys quedó en la zona ocupada. Tras la caída de París en manos de los alemanes (14 de junio), el embajador español en Francia, José Félix de Lequerica, solicitó a las nuevas autoridades que todas las organizaciones de exiliados españoles e instituciones políticas fueran disueltas.
Con la colaboración de las autoridades alemanas, el personal de la embajada pudo incautarse de todo el patrimonio de dichas organizaciones. Tras la firma del armisticio, Ramón Serrano Súñer, ministro de la Gobernación, envió a Francia al secretario general de la Dirección General de Seguridad, con el objetivo de localizar a los dirigentes republicanos que aún estaban en Francia, conseguir su captura y entrega a España. Gracias a la documentación incautada, el 8 de agosto las autoridades de la zona de ocupación alemana recibieron una lista con 800 nombres para su detención y entrega a las autoridades franquistas. El 13 de agosto agentes alemanes de la policía militar alemana detuvieron a Companys en una casa de La Baule-les-Pins, junto a Nantes.105? y lo entregaron a las autoridades franquistas el 29 de agosto de 1940.
La entrega al gobierno del general Franco la realizó el policía español Pedro Urraca Rendueles a través de la frontera de Irún. Fue trasladado a la Dirección General de Seguridad en Madrid, donde permaneció hasta el 3 de octubre de 1940.? Desde ahí fue enviado al castillo de Montjuic, que servía de prisión. Allí fue juzgado en consejo de guerra el 14 de octubre. Su defensor de oficio fue el capitán de Artillería Ramón de Colubí. Como había sido juzgado en rebeldía en aplicación retroactiva de la Ley de Responsabilidades Políticas por un tribunal especial de Barcelona, sólo fue juzgado y sentenciado por «Adhesión a la rebelión militar», en una única jornada por un tribunal militar sumarísimo. Tras un juicio que duró unas pocas horas, fue sentenciado a morir fusilado.
A grandes males, grandes remedios.
Solo fue juzgado por adhesión a la rebelión, pero todos sabemos, que fue el culpable durante su gobierno del asesinato y persecución de 8,500 católicos, que debía de mencionarse en éste articulo. Bien merecida tenía la pena de muerte, es decir, 8,500 penas de muerte, que suelen callar los rojo separatas.
Que pena que se perdieran la buenas costrumbres al amanecer ………….