La Legión pone Málaga a los pies de su Cristo de la Buena Muerte
El Himno Nacional retumbó en el muelle dos del Puerto de Málaga. La compañía de honores de la Legión había terminado de desembarcar del buque «Contramaestre Casado». Los últimos acordes del himno acabaron con un ¡Viva España! respondido por miles personas cinco minutos antes de las 11.00 horas. Se agolpaban para ver a los militares dirigirse a 160 pasos por minuto hasta la plaza de la Iglesia de Santo Domingo. Pasó la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, revista a la tropa y arrancó el Jueves Santo malagueño.
Las calles estaban abarrotadas, en los cruces la masa social se convertía en un océano de gente esperando la pasada fugaz de la compañía. Los vítores eran constantes y los ojos se llenaban de ilusión en los más pequeños cuando se comenzaban a oír los acordes de la banda de guerra del Tercio.
Veteranos emocionados
Así llegaron ante la iglesia de Santo Domingo. Esperaban pacientes los veteranos del Tercio. Algunos llevaban desde la madrugada guardando el sitio, sólo para un cruce de miradas con un Sagrado Protector que les guió durante años de servicio coronados con el «chapiri». Aguerridos guerreros de otro tiempo con los ojos llorosos. Llegados de toda España para ver a su Cristo, en brazos de aquellos que cogieron la bandera de Legión cuando ellos la abandonaron.
El camello de la época más dura en África (quedan pocos) lucía en el pecho de alguno de estos antiguos caballeros legionarios. Emocionados, llorosos, recordando a compañeros, misiones y fatigas. Luciendo sus brazos marcados por la tinta de la experiencia en el Tercio.
La tropa llegó con su paso caraterístico. Formó frente a las autoridades y la puerta de la capilla, en la que llevan días haciendo la guardia de honor al Cristo. Se abrieron las puertas. La Soledad de Mena esperaba al Hijo. Los ministros de Defensa, María Dolores de Cospedal, Justicia, Rafael Catalá, Interior, Juan Ignacio Zoido y el portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, recibieron las medallas de hermanos de la Congregación de Mena.
A las 12.35 horas quedaban formados los 200 legionarios y comenzaba un recuerdo a los caballeros en misiones en el exterior. Se produjo el relevo del estandarte entre acuartelamientos legionarios. Sonó el golpeo de la bota en el silencio contra el suelo de la capilla de paredes de mármol negro, hasta llegar a las banderas y guiones del Tercio.
El cornetín marcó el Himno Nacional y a pulso, sobre la cabeza de los gastadores que lo portaban, comenzó a avanzar con paso solemne entre los guiones de la Legión. Se balanceaba el cristo a hombros de los legionarios cuando comenzó a sonar el «Novio de la muerte».
Novios de la muerte
Cantaba la explanada de Santo Domingo los versos del himno legionario, mientras Málaga estaba rendida al Sagrado Protector de la Legión Española. Avanzaba lentamente, pasando revista a la tropa. Cantaban los veteranos y una horda de móviles intentaba captar un instante ante la atenta mirada de la Policía Militar.
En una unidad llenaban los pulmones los mandos legionarios y sus soldados, ante la reverencia de la ministra de Defensa al Cristo de la Buenas Muerte en señal de respeto al pasar ante ella. Los guiones del Tercio flanquearon a la imagen encabezados por el estandarte de la Cofradía de Mena, entre las lágrimas de emoción de los legionarios que lo portaban.
Miles de personas en la plaza rezaron el padre nuestro por los caídos. El cornetín quebró la mañana con el toque de oración, continuado por la banda de guerra. Los guiones del Tercio se inclinaban rindiendo honores al Cristo y a sus ausentes.
Con la marcha «Cristo de la Buena Muerte» se acercaron lentamente al trono. A su lado esperaba la Soledad de Mena, escoltada por la Armada. Entró en al salón de tronos de Mena el Cristo a hombros de los caballeros legionarios y quedó erguido el crucificado sobre el exorno floral morado. Preparado para ser entregado a la ciudad en la tarde del Jueves Santo. Tras el Credo Legionario, sacado del bushido japonés, la tropa se retiró y el acto acabó con los tronos preparados para ir a las calles de una ciudad rendida.
A esos “valientes” que en aplicación de la memoria histórica se dedican a derribar cruzes de las plazas públicas de los pueblos en contra del sentir del propio pueblo.
A ver “valientes” ahí tenéis la oportunidad de seguir , ir a quitarle la Cruz a los legionarios.
No tenéis huevos, nada más os atrevéis contra el pueblo llano y pacifico,