De entrada nos sorprende el silencio de los grupos antirracistas. Nos sorprende el silencio de los medios informativos pesebreros, tan decididamente dispuestos a darle la máxima cobertura a cualquier agresión “racista”… a condición claro está de que el agresor responda al perfil que exige el guión mundialista. Nos asombra en la misma medida la indiferencia de las organizaciones progresistas y las asociaciones por la tolerancia regadas con dinero público, tan proclives a magnificar este tipo de incidentes. Nos desconcierta la amnesia colectiva que se apodera de los antirracistas cuando se enfrentan a actos de violencia cometidos por representantes de las minorías étnicas. Nos sobrecoge la sordera, la mudez y la ceguera de los internautas de izquierda. Pero sobre todo, nos confunde tanto cinismo, tanta doblez moral y tamaña colección de sinvergüenzas.

Varios niños de etnia gitana se divierten en el tobogán de un parque de Bilbao. Al grupo se acerca otro pequeño de raza negra al que, sin embargo, le impiden subir al columpio. Ni siquiera la intervención de la madre del chico logró cambiar de parecer a los acosadores, que llegaron incluso a golpearle en la cabeza. Una agresión que ha generado indignación en Twitter, donde miles de personas se han hecho eco del suceso.

Los hechos, que tuvieron lugar el pasado jueves en el barrio bilbaíno de Santutxu, fueron denunciados por la usuaria Desirée Bela-Lobedde, quien publicó el vídeo en el que se aprecia cómo los menores impiden al chico negro subir al tobogán. En ese momento intervino la madre, que pidió ayuda en vano a los padres de los otros niños.

Finalmente, y tras sufrir el menor varios golpes, su madre decidió acompañarlo hasta otro columpio, lo cual no apaciguó la actitud de los otros pequeños. De hecho, dos niñas se acercaron y volvieron a agredirle mientras jugaba. Todo ello ante la impasible mirada del resto de padres, que no hicieron nada para detener el esperpento.

«¿Lo dejamos pasar porque son cosas de críos?» se preguntó en Twitter Desirée Bela-Lobedde, que hizo hincapié en que este tipo de situaciones «se tienen que cortar de raíz». En este sentido, instó a los padres a no «mirar hacia otro lado» cuando ocurran actos de racismo incluso entre los más jóvenes, porque «no son cosas de críos».