La situación de Venezuela provoca una crisis de refugiados
FT.- Una lluviosa mañana antes de Semana Santa, cientos de inmigrantes venezolanos esperaban pacientemente para comer en el Refugio Divina Providencia de la población fronteriza de Villa del Rosario, en Colombia. Voluntarios de la iglesia servían cuencos de arroz, lentejas y salchichas. Muchos de los inmigrantes llevaban ropas andrajosas, y sus mejillas hundidas y sus delgados miembros sugerían que era la primera comida decente en días.
Son las agotadas víctimas de la peor crisis migratoria de la historia reciente de Latinoamérica. Algunos habían llegado desde Venezuela esa mañana, huyendo de la escasez de alimentos, la hiperinflación, una economía que se desmorona, enfermedades y violencia. Otros llevaban en Colombia días o semanas, buscando trabajo, rebuscando comida, durmiendo en la calle y evitando la deportación. Mientras los ojos del mundo se centraban en la crisis de los refugiados sirios y en el éxodo de musulmanes rohingya de Birmania, el desastre humanitario de Venezuela ha pasado relativamente desapercibido.
Pero el enorme número de personas que huyen del país está cambiando esta situación. Acnur afirma que 5.000 emigrantes se marchan a diario: a ese ritmo, este año saldrán 1,8 millones de personas, más del 5% de la población de Venezuela.
Cruz Roja y Naciones Unidas hicieron llamamientos el mes pasado, y la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid) realizó una primera donación a lo que probablemente se convierta en un fondo de ayuda humanitaria más grande. La implosión de Venezuela se está convirtiendo en un desastre internacional.
Giro en la situación
No siempre fue así. Durante décadas, Venezuela fue un importador neto de personas, atrayendo a europeos con lucrativos empleos en el petróleo. Una generación atrás, era el país más rico de Latinoamérica. Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999, lanzando la “Revolución Bolivariana”, algunos venezolanos adinerados abandonaron el país, temiendo un comunismo al estilo de Cuba. Pero la inmensa mayoría se quedó y muchos se beneficiaron de los programas sociales de Chávez financiados mediante el petróleo. Los venezolanos no han empezado a abandonar en masa el país hasta hace poco, con Nicolás Maduro en el mando, una economía colapsada y una revolución que se desmorona. Shannon O’Neil, del Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York advierte que “podemos encontrarnos ante la mayor crisis de refugiados de la historia moderna en nuestro hemisferio”.
Muchos se dirigen al oeste a Colombia, que emerge de un largo conflicto civil propio, pero que no está preparada para recibirlos. En la actualidad hay más de 600.000 venezolanos en Colombia, el doble que hace un año. Muchos han llegado por la pasarela que separa la población venezolana de San Antonio de la ciudad colombiana de Cúcuta. En las calles de Cúcuta hay venezolanos por todas partes, vendiendo cigarrillos en los semáforos, ejerciendo la prostitución o durmiendo a la intemperie.
“Me pasé la primera semana en Cúcuta vendiendo arepas, empanadas y botellas de agua, cualquier cosa para ganar algo de dinero”, explica Yamileth Medina, de 27 años, que dejó Venezuela en julio. Cuando su marido Alejandro y su hijo de 4 años siguieron sus pasos, fueron atracados a punta de pistola camino a la frontera. A Alejandro le robaron el pasaporte y pudo entrar en Colombia suplicando a los guardias de la frontera. La familia ha solicitado el estatus de refugiados, y espera a saber si serán deportados a Venezuela.
El número de venezolanos que solicitan asilo en el extranjero se ha disparado un 2.000% desde 2014. Brasil es otro de los países con mayor acogida. Autoridades y organizaciones internacionales calculan que unos 70.000 venezolanos han huido a Brasil. “Nos morimos de hambre”, denuncia Purificación Rivero, una mujer de 52 años que viajó 700 kilómetros hasta Boa Vista en Brasil. “Tres miembros de mi familia -un nieto, un hijo y una tía- ya han muerto de hambre. Culpo al Gobierno venezolano, que está dejando morir a los pobres”.
Salud
El colapso del sistema sanitario venezolano ha hecho que vuelvan enfermedades desaparecidas hace tiempo. El Gobierno ha dejado de proporcionar datos médicos fiables, y cuando la ministra de Salud reveló el año pasado que los casos de malaria habían aumentado un 76% en un año, las muertes relacionadas con el embarazo, un 66%; y la mortalidad infantil un 30%, fue destituida de inmediato. Una reciente encuesta realizada por la oposición sugería que el 79% de los hospitales no tienen agua corriente, o diponen de él en pequeñas cantidades. Lejos quedan los días en que el Gobierno de Chávez presumía de una asistencia médica decente para los pobres. El British Medical Journal informaba recientemente de la grave escasez de anticonceptivos. Los índices de VIH y de Sida han aumentado a niveles de la década de 1980. El sarampión, erradicado en gran parte de Latinoamérica, ha regresado. De los 730 casos confirmados en la región el año pasado, sólo tres no se localizaron en Venezuela. En su huída, la gente se lleva la enfermedad consigo. En los primeros meses de este año, se confirmaron 14 casos en Brasil y uno en Colombia. Las 15 víctimas eran inmigrantes venezolanos. Dany Bahar, de la Brookings Institution en Washington, denuncia: “La gente huye porque si se quedan, mueren. Mueren porque no tienen suficiente comida, porque cogen la malaria y no tienen tratamiento, porque necesitan diálisis y no pueden recibirla”.
Los que sobreviven y salen del país afrontan grandes retos una vez cruzada la frontera. En Colombia, la mitad de los inmigrantes llegan a Norte de Santander, uno de los departamentos más anárquicos del país. Aunque la guerrilla marxista de las FARC ha entregado las armas por el histórico proceso de paz del país, dos grupos más pequeños, el ELN y el EPL, luchan al norte de Cúcuta, y dos bandas criminales, los Rastrojos y los Urabeños, pelean por el control de las rutas de contrabando de entrada y salida de Venezuela. Las ONG de Cúcuta explican que la desesperación lleva a muchos inmigranes venezolanos a entrar en el crimen organizado y en el tráfico de cocaína en Colombia.
La ironía de la migración masiva de Venezuela a Colombia no pasa desapercibida para los residentes locales. Durante décadas, la situación fue la contraria. A lo largo del conflicto civil de Colombia, hasta 4 millones de personas huyeron a la entonces estable y próspera Venezuela. Ahora, muchos regresan. José Domingo Sequeda dejó Colombia en 1979. A sus 63 años, estudia vender sus posesiones en la ciudad venezolana de Valencia y volver a Colombia.
Tensiones
A medida que aumenta el número de inmigrantes, crecen las tensiones con la población local, sobre todo en el norte de Brasil donde las poblaciones fronterizas son demasiado pequeñas para absorber el gran volumen de llegadas. Se calcula que actualmente hay 40.000 venezolanos en Boa Vista, la capital del estado de Roraima. Es decir, un 10% de la población de la ciudad.
En la ciudad cercana de Mucajaí, las autoridades explican que dos venezolanos mataron a un brasileño durante una pelea en un bar, provocando que los residentes locales prendiesen fuego a un edificio que albergaba a inmigrantes.
También en Colombia aumenta la animosidad hacia los venezolanos y en febrero el Gobierno endureció los controles fronterizos. Pero la frontera tiene 2.200 kilómetros -la distancia entre Londres y Atenas- y es casi imposible vigilarla adecuadamente. Francisca Vigaud-Walsh, abogada de Refugees International en Washington advierte que “el endurecimiento de los controles sólo conseguirá aumentar la criminalidad, el contrabando y el tráfico, incluido el sexual”.
Es difícil ver qué podría cambiar en Venezuela para frenar el éxodo. La economía se ha contraído un 40% en cinco años y se prevé que siga haciéndolo. El FMI cree que la inflación llegará al 13.000% este año. Maduro se niega a permitir que entre ayuda humanitaria en el país, lo que implica que sus ciudadanos se seguirán marchando.
Ante esta realidad, las organizaciones internacionales de ayuda centran sus esfuerzos fuera de Venezuela. Usaid prometió 18,5 millones de dólares (15 millones de euros) para ayudar a los inmigrantes en Colombia y acnur ha pedido la suma inicial de 46 millones. Cruz Roja ha solicitado 2,2 millones de francos suizos (1,8 millones de euros) para ayudar a 120.000 venezolanos en Colombia. Pero son cifras minúsculas frente a la magnitud del problema. Brookings calcula el coste del cuidado de los inmigrantes de Venezuela entre 2.800 y 5.200 millones de dólares -dinero que aún hay que recaudar. Entretanto, el trabajo recae en las organziaciones benéficas locales, las ONG y la Iglesia católica
Me da pena esta pobre gente. Sería de justicia histórica acogerlos, o bien interceder de manera contundente para solventar su régimen de Gobierno. Pablo, ¡que te lo digo a ti! ¿Dónde estás?
Si hombres sí, tenemos es España salvadores del mundo, uno de ellos es ese que se hace ilusiones con mandar para traer aquí a todos los marroquís que quieran para que le voten a él, y todavía hay quien le vota, ante todo mujeres. ¿No lo has visto arrimado al grupo por el juicio d la Manada? Que le voten ellas y ya saben los que le espera.
Ya que no hay de momento ninguna noticia en relación a los graves acontecimientos que están ocurriendo en Nicaragua (la hermana pequeña de Venezuela),voy a poner aqui por proximidad ideológica unas cuantas reflexiones en relación a Nicaragua: 1. Nicaragua otro “paraíso socialista” sobre la superficie de este polvoriento planeta. 2. Mandamases hereditarios, nepotistas y corruptos. Ortega “and family”. 3. Mandamases “socialistas-comunistas”, que no dudan en utilizar la fuerza. De momento 35 muertos. Respeto por la vida humana nulo. Tópico del “socialismo real”. 4. Mandamases de ultra-izquierda, que suben el pago a la “seguridad social”, (sea eso para ellos lo que… Leer más »
Pues que les pague Podemos las tiendas de campaña. Y van de humanitarios