El mayor sacrificio de niños de la América prehispánica sale a la luz en Perú
El mayor sacrificio de niños de la América prehispánica ha salido a la luz en Perú, muy cerca de Chan Chan, la ciudad de barro más grande del continente, para revelar una hecatombe sin precedentes, donde murieron casi de manera simultánea 140 niños acompañados de 200 llamas.
Ocurrió hace 550 años en la civilización Chimú, que dominó la costa norte del Perú antes de ser conquistada por los incas, y su hallazgo, difundido en exclusiva en el sitio web de National Geographic, que financió la investigación, revela la importancia de los sacrificios para este pueblo.
Si bien ya existían evidencias de sacrificios humanos, incluidos niños, entre civilizaciones precolombinas, como acreditan varias momias encontradas en las cúspides de los Andes, ninguno en número y magnitud como éste, oculto durante siglos cerca de la ciudad de Trujillo y de su popular playa de Huanchaco.
“Es complicado saber si pasó el mismo día, pero sí en el transcurso de una semana o unos pocos días”, explicó el arqueólogo de la Universidad Nacional de Trujillo Gabriel Prieto, artífice del descubrimiento junto a su colega John Verano, de la Universidad de Nueva Orleans (Estados Unidos).
Los exámenes practicados a los restos óseos determinaron que en la hecatombe murieron a partes iguales niños y niñas de edades que oscilan entre los 6 y 15 años, aunque la mayoría tenía entre 8 y 12 años, mientras que las llamas también eran ejemplares jóvenes, de entre 6 y 9 meses.
Según Prieto, el sacrificio fue posiblemente una “respuesta desesperada” de los gobernantes Chimú frente a una inundación o riada causada por las lluvias torrenciales del fenómeno climatológico de El Niño, un evento periódico que el año pasado causó en la misma región cerca de 80.000 damnificados.
Están “casi convencidos” de ello, porque en la costa peruana nunca lleve salvo con El Niño, y los cuerpos habían sido depositados sobre una capa de barro húmeda en la que quedaron las huellas de los pies descalzos de los niños, las sandalias de los adultos que los llevaron hasta ese lugar y las pezuñas de las llamas.
Aunque no existen textos que narren este multitudinario sacrificio, pues las civilizaciones del Antiguo Perú carecían de escritura, los investigadores apuntan a que fue una ofrenda para aplacar la ira de los dioses y así amainar las lluvias, que podían poner en riesgo Chan Chan, el mayor exponente arquitectónico de los Chimú, declarado patrimonio de la Humanidad y donde llegaron a vivir 60.000 personas.
“Ellos ofrecieron lo más importante que tenían. Por un lado, sus niños, y por otro, las llamas, el único animal de carga de la zona andina que además era un elemento importante en la dieta, ya que su carne era lo más consumido por los Chimú”, explicó Prieto.
El sacrificio consistió en hacer un corte horizontal en el pecho que partiera el esternón por la mitad para, posiblemente, romperles la caja torácica y así quizás extraerles el corazón, “aunque eso es muy difícil de demostrar”, aclaró el arqueólogo.
Los restos de la matanza ritual, ubicada en el sitio arqueológico Huanchaquito-Las Llamas, comenzaron a ser desenterrados en 2011 con el apoyo de la Municipalidad de Huanchaco y la Universidad de Yale, después de que los primeros restos óseos emergieran en mitad de una zona ya urbanizada, si bien hasta 2014 no se reanudó la investigación.
“El gran valor que tiene es que, además del sacrificio masivo de niños, muestra cómo un sitio arqueológico no tiene que ser Machu Picchu o las Líneas de Nazca para generar un gran impacto en la sociedad”, apuntó Prieto.
“Por eso es importante preservar los sitios arqueológicos, porque no sabemos las historias que esconden”, agregó.
Como Huanchaquito-Las Llamas, en todo Perú hay esparcidos miles de sitios arqueológicos, algunos casi en estado de abandono, que son el legado de las civilizaciones que habitaron su territorio durante los últimos 5.000 años.
A Dios gracias llegamos allí los Españoles y detuvimos aquellos tremendos genocidios, Los cristianizamos y civilizamos. Les construimos escuelas y universidades y les devolvimos la condición humana.
Pocos siglos después, la masonería europea nos arrebató aquellas provincias para mayor gloria de francos y sajones, y las sumió de nuevo en el oscurantismo y la miseria en la que todavía sobreviven gran parte de ellas.