El voto inútil
Ramón Pérez-Maura.- Casi nadie sabe a día de hoy si la voluntad de Puigdemont y los suyos es la de forzar nuevas elecciones o la de ceder los trastos en el último minuto y permitir la elección como presidente de la Generalidad de un diputado que pueda ejercer el cargo. Recordemos que él mismo fue elegido en sustitución de Artur Mas en enero de 2016, en el último momento, cuando la repetición de elecciones parecía inevitable. La última genialidad que se les ha ocurrido a los suyos para demorar los plazos es la de aprobar una ley de la Presidencia que permitiría gobernar a distancia. Y para demostrar que puede gobernar desde Berlín ha hecho a todos sus diputados acudir a la capital alemana a reunirse con él. En la misma línea, lo siguiente que podrían hacer es cambiar más leyes para que el pleno del Parlament se reúna también en Berlín. Tenemos el precedente de las Cortes Trashumantes del franquismo…
El entorno del expresidente parece muy entusiasmado con su percepción de la respuesta popular a la forma que ha bloqueado el Gobierno desde octubre. Y también parecen seguros de que Puigdemont desde el exilio atrae más al electorado idependentista que Oriol Junqueras desde su celda de Estremera. Lo que no deja de ser una inmensa ironía. Por ello y para sus intereses personales –los únicos que cuentan para Puigdemont y su gente– podría tener sentido volver a las urnas y seguir sin autonomía de forma indefinida. A ello hay que añadir otro dato muy relevante.
La histórica victoria de Ciudadanos en las elecciones del pasado 21 de diciembre se ha visto después traducida en la nada. La movilización del constitucionalismo en favor de la fuerza de Albert Rivera ha servido para tener una Inés Arrimadas desaparecida del escenario, sin una voz firme que lidere con claridad la oposición al secesionismo. Porque asumir responsabilidades es mucho más difícil que dar mítines. Y esto difícilmente sería positivo para el constitucionalismo en una nueva cita electoral. Ciudadanos argumentó en esas elecciones que el verdadero voto útil frente al secesionismo era sufragar por ellos. Cinco meses después la sensación es que ese fue, más bien, un voto inútil.
De hecho el voto más útil de todo el constitucionalismo en aquella cita se está descubriendo que es el único diputado que sacó el PP en Tarragona, tras quitarle un escaño a Ciudadanos en el enésimo recuento. Ese diputado es Alejandro Fernández, un hombre que se está convirtiendo en un fenómeno en las redes sociales con sus discursos en el Parlamento catalán. Yo ya no recuerdo cuándo fue la última vez que los discursos de un representante popular en una tribuna parlamentaria se convertían en un fenómeno. Pero éste es el caso de un diputado del que en el resto de España nada sabíamos antes del 21 de diciembre pasado. Menos mal que allí no se impuso el voto útil y hoy tenemos una nueva voz que representa el mejor constitucionalismo: Alejandro Fernández.
Ahora mismo el voto es una acción inútil…