La ministra de Educación excluye el patriotismo como virtud
“El derecho a la educación no recae en las familias”. Así se pronunciaba en el Hemiciclo hace unos días la ministra de Educación, Isabel Celaá, leyendo un discurso cargado de intención sin tener en cuenta la importancia del patriotismo como virtud, y sin haber echado antes un vistazo al aumento de la violencia en las aulas, y el alto índice de criminalidad en nuestro país.
Un discurso político en la línea de una organización sectaria y excluyente, cuyo único objetivo es llevar a los centros de enseñanza un sistema educativo fracasado, y de cuyo resultado se desprenden los capítulos dolorosos de los que hoy nos lamentamos. Muchos derechos pero obligaciones ninguna; indisciplina; falta de respeto a padres, profesores y compañeros; fracaso y abandono escolar; y, en definitiva, falta de educación.
La obsesión de la izquierda es patológica. Insisten en seguir clavando el hacha en las raíces vivas del orden moral sin medir las consecuencias. Poco les importa la educación de nuestros hijos si de lo que se trata es llevar a cabo su plan.
Cada vez que logran alcanzar el poder se colocan los cejales, y vuelven con su empeño de convertir los centros de enseñanza públicos en academias revolucionarias y antiespañolas, mientras a sus hijos los matriculan en centros privados e incluso católicos.
Ellos saben, como sabemos nosotros, que hay dos cosas que no conviene confundir: la educación y la enseñanza. Dos derechos claramente recogidos en una Constitución que por desgracia, nadie respeta ni obedece. Ambas, educación y enseñanza, son complementarias la una de la otra, pero, sin olvidar que corresponde a los padres la educación de sus hijos, así como la elección del centro en el que deban cursar sus estudios.
Por lo tanto, es en casa donde los niños deben aprender a decir: buenos días, por favor, con permiso, lo siento, perdón, disculpe, muchas gracias, etc. Es en casa donde se aprende a ser honesto, puntual, a no insultar, a ser solidario, y a respetar a padres, profesores, policías, etc. Es en casa también donde se aprende a comer de todo, a no hablar con la boca llena, higiene personal, a no tirar la basura en el suelo, a colaborar en las tareas diarias, a no tomar las cosas que no te pertenecen sin permiso, etc. Es en casa donde se aprende a ser organizado y disciplinado, a respetar el medio ambiente y a los animales, a cuidar de las cosas, a respetar las reglas, usos y costumbres. Y es también en casa donde se aprende a amar a Dios y al prójimo, porque en la escuela, los profesores enseñarán materias como matemáticas, lengua española, historia, geografía, ciencias, química, física, biología, filosofía, sociología, educación física, etc. Y reforzarán lo que el alumno aprendió en casa.
Lo que no se debe aprender en la escuela es, una doctrina ideológica como el comunismo presentándolo además como la panacea, y omitiendo sus represiones y sus crímenes. En la escuela no se debe aprender ideología de género, lenguaje inclusivo, activismo LGBT, etc. Sencillamente, porque con lo que se aprendió en casa se respeta al individuo, se respeta la vida, la libertad, y por supuesto la propiedad de todos.
Menos adoctrinamiento antiespañol, menos compadreo entre profesores y alumnos, menos drogas, menos botellón y menos telebasura, y más educación en los hogares, más disciplina y más orden moral en los centros de enseñanza.
Derechos, sí, empezando por los recogidos en la Constitución, pero sin olvidar las obligaciones como individuo y como ciudadano. Disciplina, orden, respeto, atención, bondad, y, sobre todo, un profundo amor a Dios, a la Familia, y a la Patria.
Que personaje de otra epoca . Evolucione rapido o extingase