Matrimonio, aviones, familia
Rosa Belmonte.- Quizá habría que prohibir el matrimonio. Parece la única medida capaz de evitar las vergonzosas despedidas de solteros (y de solteras) que arrasan ciudades y sensibilidades. El Pastifarismo es una religión cuyos miembros llevan un colador en la cabeza. De momento no existe como religión el Tontopollismo, con los miembros del sexo femenino portando en la cabeza miembros del sexo masculino. Pero al tiempo. Lo de Esquilache fue de ser tiquismiquis. Ya querríamos que llevaran capa y sombrero.
Quizá habría que prohibir los aviones oficiales. Parece la única medida capaz de evitar que critiquemos su uso. Pero sale Carmen Calvo y lo aclara todo. Dice que el presidente tuvo todo el día agenda oficial (según Toni Cantó, valenciano de Ciudadanos, las reuniones informales con Amparo Marco, alcaldesa de Castellón, y Ximo Puig, presidente autonómico, fueron un paripé). Pero Calvo todavía puede llegar más lejos: «Por la noche fue al FIB. Como si se hubiera sentado en un teatro». Como si no fuera lo mismo que hubiera ido a ver «Electra» a Mérida. A lo de ir a ver a The Killers lo llama agenda cultural. Ya nos avisaron de que con el Gobierno del PSOE iba a volver la kultur, que estábamos antes de su advenimiento como los del Daesh destrozando monumentos históricos y arrancando las cabezas de las estatuas (yo estaba arrancándoselas a las gambas, que lo tengo apuntado todas las semanas en mi agenda cultural). No sé si hasta ahora alguien se había quejado del uso del avión por parte de un presidente del Gobierno. Teníamos a Magdalena Álvarez como consejera de Aviaco viajando de balde y a Alfonso Guerra usando un Mystére para llegar a tiempo a una corrida de toros en la Feria de Sevilla. El primer ministro francés, Édouard Philippe, sí fue acusado de despilfarro por pagar 350.000 euros para alquilar un avión privado y volver de Nueva Caledonia por su cuenta (por la del contribuyente) y no en el avión estatal. Pero como diría la vicepresidenta Calvo (nuestra Yogi Berra), el dinero público no es de nadie. Edward R. Murrow estaba cubriendo Europa antes de la Segunda Guerra Mundial. Cuando se enteró de que Hitler iba camino de Austria alquiló un avión de Lufthansa para ir a Viena y ver la llegada de las tropas alemanas. El dinero era de la CBS (entonces, radio). El dinero privado sí es de alguien y hace con él lo que quiere.
Quizá habría que prohibir la familia. Tiene gracia que cuando Pablo Casado nombra a la familia entre los valores del PP se le considere muy de derechas (dejo aparte cuando nombra «la vida»; ese eufemismo ya sabemos qué significa). Imagínense que, como un presidente americano, hubiera citado a Dios. No lo cita porque Pablo Casado no es lo que dicen los que le critican que es. Pero lo de la familia es muy sorprendente. Miro a Pedro Sánchez o Pablo Iglesias y los dos tienen familia. Mujer y dos hijos cada uno. Dos chicas y dos chicos. Esta gente es tan vulgar como los de derechas. No son George Burns cuando decía que la felicidad era tener una adorable, cariñosa y gran familia en otra ciudad. Ni Nancy Mitford cuando confesaba que le encantaban los niños, sobre todo cuando se ponían a llorar y alguien se los llevaba. Y si miras el Gobierno, hay que ver la de hijos que han criado (Ábalos y Calviño están a la cabeza, con cinco y cuatro). Pero Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tienen familias formadas por un hombre, una mujer y dos hijos. Además, viven en las afueras. Qué lugarcomunismo. Yo sí podría criticar a Casado. No paran de decirme que voy a acabar sola y sin hijos. Crucemos los dedos.
Para no tener que recurrir a la prohibición por la evidente mala imagen que da,
se han dedicado a relativizarlo todo vaciándolo de contenido, eliminando su esencia, ultrajando su naturaleza, como es el caso del matrimonio, la familia. Hasta la vida, ya no es un derecho absoluto, porque ahora existe el derecho al aborto. Y así tantas cosas…
Es una demolición controlada de todos lo que han sido nuestros valores que, sin darnos cuenta, están ejecutando ante nuestros ojos.
A ver si espabilamos