Los aditivos en la comida: ¿qué nos estamos comiendo?
Luis Duato.- Dentro de los aditivos alimentarios se encuentran los naturales como las hierbas, especias, el vinagre o la sal; pero también están los llamados aditivos “indirectos” que se agregan a los alimentos durante su proceso de elaboración o al ser procesados.
Los aditivos alimentarios cumplen diversas funciones como darle textura a los productos, mejorar o mantener el valor nutricional, conservar la salubridad de los alimentos, controlar su equilibrio, suministrar color para mejorar su aspecto o incluso resaltar su sabor.
La Fécula de Patata: el doble de producto por la mitad del coste
Entre los aditivos alimenticios que se consumen a diario, prácticamente sin darnos cuenta está la Fécula de Patata, que se utiliza como espesante o estabilizante natural y es frecuente en preparaciones tanto dulces como saladas.
Es un polvo muy fino que con frecuencia se utiliza en la industria alimentaria para espesar salsas y para añadirlas a masas panificables que no tienen trigo a fin de que sirva como sustituto en ausencia del gluten para que los ingredientes se unan.
Si bien la fécula de patata tiene beneficios para la salud, también tiene aspectos negativos que repercuten en el organismo.
De acuerdo con estudios clínicos publicados por la Revista Medicina Diabética, el consumo de 40 gramos de fécula por día en pacientes con resistencia a la insulina mejoro considerablemente la sensibilidad a la insulina en pacientes con síndrome metabólico.
Adicionalmente, es posible que al incluir la fécula de patata en los alimentos, se presenten algunos efectos secundarios que afecten su digestión como hinchazón y gases, así como alguna reacción alérgica por intolerancia.
Umami, el quinto sabor
Un producto muy común como aditivo alimenticio es el glutamato monosódico (GSM), también conocido como “umami”, frecuentemente utilizado en alimentos procesados. Es uno de los cinco sabores básicos que se encuentra en alimentos como la carne, las espinacas y los champiñones.
El GMS no es un producto natural, es el resultado de un proceso químico que mejora el sabor de algunos alimentos procesados para que el sabor sea de un alimento fresco, eliminando el sabor metálico de los alimentos, potenciando los sabores naturales e incrementando la necesidad de comer hasta en un 40%.
De acuerdo a los estudios realizados, el GMS puede producir dolores de cabeza, migrañas, espasmos musculares, nausea, alergias, anafilaxis, ataques epilépticos, depresión e irregularidades cardiacas debido a que es una neurotixina que deteriora el sistema nervioso y produce una sobre estimulación de las neuronas produciendo efectos negativos.
Por otra parte consumir alimentos con alto contenido de GMS provoca un incremento en los niveles de esta sustancia en sangre, filtrándose al cerebro y ocasionando malestares físicos.
Según recomendación de Katherine Zeratsk, especialista nutrición y alimentación saludable, es recomendable evitar el consumo de alimentos con GMS, prefiriendo los productos orgánicos.
Además recomiendan leer las etiquetas de los productos procesados para evitar aquellos que lo contienen. Aunque es posible que al GMS se le disfrace en las etiquetas con otros nombres o se utilicen productos que lo contengan.
Incluso es posible encontrar rastros de GMS en productos que etiquetados como “bajos en calorías” así como aquellos que están enriquecidos con vitaminas, el almidón y jarabe de maíz, el jarabe de arroz y la leche en polvo.
El azúcar oculto de los alimentos
Un aditivo natural que con seguridad consumimos a diario, aún sin darnos cuenta, es el azúcar, frecuente en la elaboración gran variedad de productos procesados, aunque en ocasiones este aditivo es enmascarado con nombres como fructosa, sirop, glucosa, sacarosa, jarabe de maíz, miel de caña, miel, dextrosa, maltosa, sacarosa, concentrados de zumos de frutas, entre otros, que en definitiva contienen azúcar.
De acuerdo a Josefina Llargués, Nutricionista, el “azúcar oculto” está presente en el 80% de los productos que consumimos sin que nos demos cuenta de ello, ya que los alimentos procesados como las salsas y los refrescos, así como algunos embutidos y bollería, están cargados de este aditivo.
Es importante tener presente que el azúcar se incorpora en la mayoría de los productos procesados, incluyo en aquellos marcados como light, en alimentos de consumo infantil y en productos considerados como no dulces.
Recuerda que es fundamental tener en cuenta algunas recomendaciones sobre los aditivos alimentarios ya que es importante saber lo que comemos, por tanto lea las etiquetas y elija aquellos productos que tienen menor cantidad de aditivos.
Ten presente que algunos aditivos pueden estar camuflados y evite alimentos con colores muy llamativos o intensos ya que lo más probable que tengan otros aditivos como los colorantes que son perjudiciales para la salud.
El azúcar, especialmente porque se lo añaden a absolutamente todo lo procesado, es de los mayores venenos que tiene la industria alimentaria en su arsenal hoy día.
Hagámonos un favor: volvamos a los mercados (o al menos a las secciones de frescos de las grandes superficies) y a las cocinas, o estamos fastidiados.