Cuando la patria se pone en manos del odio
Esos jóvenes subsaharianos o musulmanes, con físico envidiable y móviles de última generación, son una nueva variante de oportunistas a quienes los odios tribales, los intereses geoestratégicos de las potencias, los oscuros empeños del estáblismen y el afán de lucro y de provecho de todos ellos juntos, han persuadido de que en Europa –con preferencia en la España gobernada por los mantenedores del “efecto llamada”- hallarán no sólo el pretendido Eldorado, sino sobre todo la impunidad para sus fechorías.
Para llevar a cabo la acción asaltante, los inmigrantes ilegales se hallan enfervorizados y espoleados por la impostada solidaridad y demás falacias embaucadoras de las oenegés, y por los afanes de quienes insisten en destruir los valores occidentales. Es decir, por la mafia opresiva que, con el apoyo de los medios al uso, aplastan cualquier pensamiento libre, y justifican y protegen los beneficios de los neotraficantes de esclavos.
Frente a esta estrategia invasora, voces mudas e inertes consienten la violencia de los bárbaros en el interior de las fronteras embestidas, y van cediendo el espacio que con esfuerzo y convicción reconquistaron sus antepasados muchos siglos ha. La desinformada sociedad española ignora, y los hispanófobos no pueden aceptar, que España ha sido un ejemplo universal de resistencia frente al totalitarismo islámico, que sus pobladores se sacrificaron durante siglos para preservar su identidad, rescatar su libertad y salvar a Occidente de dicho imperialismo.
Por su parte, los islamistas creen, con razón, que Occidente está en decadencia, que ha perdido sus referentes religiosos y morales y por ello es cobarde, lo que aprovechan para extender su perversión y fanatismo, amparados como están por nuestros cómplices dirigentes que les proporcionan los abogados, las subvenciones, las viviendas, las atenciones sanitarias, la comprensión y la propaganda, todo lo que precisamente niegan o recortan a los propios ciudadanos.
No es raro, pues, que este “colectivo vulnerable” -según las palabras de las izquierdas resentidas- al que nos subordinan y obligan a sostener con nuestros impuestos, se atreva a ir avanzando paulatinamente en sus acciones violentas: amenazas, agresiones, desprecios, violaciones, invasiones, terrorismo… todo ello en nombre de su credo y diciendo ser víctimas de la islamofobia, haciéndonos sentir que somos los culpables, por racistas.
Nos mean, y nos dicen que llueve. Y como aceptamos sus orines sin rechistar, las autoridades continúan sus desafueros en absoluta inmunidad, obsesionadas con abrir las puertas ilimitadamente a esa inmigración destructiva, del mismo modo que fomentan los separatismos para impulsar la desintegración de España.
Una mano secreta parece obstinarse en que la guerra que nos tiene declarada el terrorismo internacional y sus tentáculos desde hace décadas, se fragmente en guerracivilismos regionales o nacionales. Encarnizadas conciencias que disfrutan con la reproducción del sordo sonido metálico de los percutores. Que gozan cuando las cabezas sufren la sacudida mortal tras los disparos. Gentes que apuestan por la muerte y la celebran.
El dejar los gobiernos en las manos del odio trae siempre consecuencias. Dramáticas todas ellas. Pero esta sociedad es una babosa pútrida, que vive en el cieno. Y que hiede en su silencio.
Diré, volviendo al principio, que a la señal convenida, estos jóvenes ágiles de piernas y de brazos y estas mujeres de vientre grávido, se disponen a la acción. Unas por las buenas, apelando a la generosidad y a la dignidad que sus hombres son incapaces de conseguir en las comarcas donde tienen sus raíces. Otros de cualquier modo, últimamente actuando de victimarios ante el desvalimiento de nuestras fuerzas de seguridad, a quienes las autoridades que tienen la obligación de defender la patria les prohíben cualquier acción defensiva.
La versión oficial no dijo nada en los últimos asaltos fronterizos, ni dirá nada en los futuros, porque para las izquierdas lo que no se dice no existe. Y pretenden, en contra de la Historia, que sus errores y abusos sólo parezcan alentar en un imaginario mítico. Pero los testimonios directos recogidos por los medios alternativos no dejan lugar a duda: esos “colectivos vulnerables”, cuya prosperidad sufragamos por imposición a costa de la nuestra, atacaron a las fuerzas de seguridad causándoles graves e intolerables lesiones. Y los gobernantes y la nefasta partitocracia no sólo lo conocen y lo callan, sino que proyectan sucesivas acogidas de modo permanente. Desde el Ministerio del Interior se han cubierto los hechos mirando hacia otro lado o disolviendo la cuestión mediante el desenfoque del objetivo. Ellos y nosotros sabemos las razones.
Pero es imperdonable que oficialmente se haya tratado de mantener a la opinión pública una vez más en la inopia. Tanto por ocultar el hecho en sí como por las consecuencias que debe conllevar un suceso de esta naturaleza.
Como primera medida tenían que haberse investigado las circunstancias de lo ocurrido, a quienes participaron en la agresión y a quienes, incapaces de permitir a la Guardia Civil que se defienda, tampoco parece importarles que se humillen las fronteras de España.
En un país gobernado por demócratas, y más allá por gente responsable y no sectaria, el Ministerio del Interior –y el Gobierno en pleno- se hubieran sentido en la obligación de explicar todo esto, así como las medidas futuras para hacer del suceso algo irrepetible. Obligados también a revelarnos cómo gestionan las tensas condiciones que se viven en las ratoneras fronterizas de Ceuta y Melilla, el abandono en que se tiene allí a los guardias civiles, y a esclarecernos acerca de los medios con que se les dota para su seguridad y defensa, y con ellas las de todos los españoles. Eso o la dimisión fulminante.
Pero este no es un gobierno demócrata, sino okupa y totalitario, que nos habla de los acontecimientos vividos como de algo nimio, seguro como está de que la inanimada sociedad española, despreciada por ellos y despreciable bajo cualquier pauta de honor, olvidará pronto.
No obstante, los hombres de espíritu libre se rebelan. ¿Pequeños problemas? ¿Casos aislados? No se pueden utilizar estos términos cuando la vida de nuestros guardias y la seguridad de todos se pone en juego tan temeraria y gratuitamente.
Una vez más, ¿hasta cuándo habremos de soportar la infamia?
Salvamento maritimo se debia poner en HUELGA y no recoger mas pateras y en todo caso , atender a los invasores darles agua, comida , y aproximarlos a la costa de donde partieron .
Sólo donde hay capitán no manda marinero. Es lo que nos falta : un capitán…
Hasta que los electores, dejen de votar a “los cuatro principales” continuará el problema; el “voto útil” es el más inútil de todos los votos. Hay que dar el voto a candidaturas Patriotas fiables, aunque no salgan en las televisiones convencionales.