Dismorfia de Snapchat: la moda de llevar el filtro de Instagram a la vida real
El poder de las redes sociales parece no tener límites. Instagram, Facebook o Snapchat son tres de las plataformas más populares entre los más jóvenes.
El uso de imágenes y fotografías es tan solo uno de los infinitos motivos por los que el público juvenil apuesta por ellas. En Instagram, por ejemplo, hace unas semanas se instauró la opción de hacer preguntas (que no son anónimas) a los usuarios que sigues.
Pero si hay algo que verdaderamente triunfa en el mundo de las redes sociales esos son los filtros. Clarendon, Valencia, Crema o Ludwig son algunos de los más populares en Instagram, sin contar las divertidas orejas de perro que seguramente ya has utilizado. De hecho, utilizarlos para retocar tus fotografías es uno de los trucos que puedes seguir para ganar seguidores en esta red social.
Pero alguno parece que ha querido ir un paso más allá. Ahora ya no vale con retocar las fotos, aunque sean selfis de nosotros mismos. El siguiente paso es acudir a un especialista para realizar una cirugía y que tu rostro se parezca lo máximo posible a estos filtros. Un fenómeno que ya ha sido bautizado como Dismorfia de Snapchat.
¿En qué consiste?
Se trata de un trastorno que repercute en una preocupación fuera de lo normal por un defecto, independientemente de que sea real o ficticio, por alguna característica propia. Por ejemplo, si un joven ve en su piel demasiados granos, generalmente tenderá a utilizar algún filtro de su teléfono móvil para eliminarlos.
Pero el proceso no concluirá ahí. Posteriormente consultará con un especialista la posibilidad de operarse y dejar su cara de idéntica manera a como se ve en su teléfono móvil. Así lo explica un estudio publicado por la revista JAMA basado en la cirugía plástica facial.
“Los filtros y las ediciones se han convertido en la norma, alterando la percepción de la belleza a nivel mundial. “Hoy con apps como Snapchat y Facetune ese mismo nivel de perfección es accesible para todo el mundo, y la omnipresencia de estas imágenes filtradas puede afectar la autoestima, hacer que nos sintamos inadecuados por no mirarnos de cierta manera, e incluso desencadenar y conducir a un trastorno dismórfico corporal”, explica el trabajo, que ha sido elaborado por el Dr. Neelam Vashi.
Cada vez más jóvenes tratan de reproducir esa perfecta imagen en la vida real. Es decir, ahora ya no queremos parecernos a los famosos, sino que queremos alcanzar la versión perfecta de uno mismo.
Lo que las nuevas tecnologías han hecho (porque en muchos casos ya no hay remedio) con los jóvenes es demencial: noviazgos virtuales que acaban como el rosario de la aurora, vídeos virales en los que no hay pudor ni respeto a uno mismo, exhibición de la intimidad, necesidad de público para mostrar las estupideces más grandes… no soy muy conspiranoico, pero los dueños de estas empresas no dan puntada sin hilo. Jóvenes idiotas, eternamente infantiles, incapaces de respetar unos valores… es lo que hay, señores.
Con esta “generación del milenio” nada. No valen para nada. Son un aborto en vida.
Están agilipollando a la gente, sobre todo a la juventud.
No creas que esto sucede por azar.