Sahel, sur de Argelia y Marruecos, los focos yihadistas cercanos
Antonio G. González.- La muerte de Bin Laden, cuyas circunstancias continúan rodeadas de misterio, ha desatado la alarma mundial ante la respuesta que pudieran desatarse en el seno de su diabólica criatura -criatura con muchos padres, no sólo el biológico, digamos, por cierto- la famosa red Al Qaeda. Fue el sociólogo Manuel Castells el que mundializó el término sociedad-red para describir el funcionamiento de la sociedad en la era de la información: frente a los esquemas jerárquico piramidales del siglo XX en la política, en la economía, en la sociedad, ahora toca un funcionamiento horizontal, una organización de las lógicas de funcionamiento a través de nódulos o células interconectados, mucho más dúctiles, ágiles, cambiantes. Es lo apropiado a un tiempo cambiante sistemáticamente en el que los gustos, los beneficios, las tendencias, los hechos mismos se atropellan, aparecen y desaparecen, son inasibles, así que si se corta por un lado no se interrumpe nada…
Bin Laden inauguró el terrorismo-red. Un fenómeno inaudito, pues el rigorismo medieval y el odio atávico al infiel se cruza con un modo de acción radicalmente contemporáneo. Y fue así que Al Qaeda protagonizaría uno de los episodios que inauguraron el siglo XXI, el conflicto entre Occidente y el mundo árabe desde que en 1991 EE UU atacó Irak, tras la invasión de Kuwait, y Bin Laden se rebeló para siempre contra quienes lo había entrenado contra los soviéticos en Afganistán. Washington lo constató cuando en 1993, dos años después, dos helicópteros UH-60 Black Hawk fueron abatidos por las milicias musulmanas en Somalia, entrenadas por Al Qaeda, infligiendo la primera derrota norteamericana después de Vietnam. EE UU se sobresaltó ante su derrota en Somalia, un enemigo invisible, una red, como los cárteles de la droga, imposible de atajar de raíz, no hay una raíz. Después vendría lo demás.
En horas bajas
A pesar de las salvajadas posteriores, entre ellas los atentados de Atocha (Madrid) y Londres, daba la sensación de que Al Qaeda entraba en horas bajas, seguía ahí, se habla de células durmientes. Y, en efecto, eso es lo que son, hasta que las circunstancias las reactiven según las coyunturas por las que atraviese ese conflicto estructural revalidado en el siglo XXI con el mundo árabe mientras el petróleo e Israel continúen siendo tan centrales. La revuelta árabe actual parece un fenómeno de jóvenes urbanos en las antípodas de Al Qaeda.
Pero la red sigue haciendo de las suyas. Canarias se encuentra demasiado al sur del área geoestratégica más sensible al terrorismo islamista para Europa, que es el Mediterráneo, aun cuando algunos yihadistas hayan usado las Islas como refugio, al igual que las demás zonas turísticas.
Cerca pero lejos…
Sin embargo, tres importantes nidos de la criatura diabólica se encuentran cerca o relativamente cerca. Por fortuna la cercanía parece inversamente proporcional a la potencia de los viveros islamistas próximos. La franja del Sahel -de Mauritania a Eritrea-, esa tierra de nadie (de estados africanos fracasados, un mundo de contrabando y droga) que concentra el mayor número de bases móviles de Al Qaeda junto a Afganistán y Pakistán, está a más de tres mil kilómetros de las Islas. Tras perder una cruenta guerra contra el Estado argelino en 2011, el único que lo ha derrotado, el islamismo argelino -el peor del Mediterráneo, por ahora- se tuvo que refugiar en el Sahel (básicamente en el norte de Malí y Níger). Y así se ha consolidado Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), abanico de nódulos de la red que, como todos, va por libre. Allí se entrena y recauda fondos a través del secuestro de occidentales, una industria que ha recabado millones de euros. Y ahora se entremezcla con el tráfico de droga: la nueva plataforma de la coca colombiana. El miércoles pasado AQMI mostró a varios franceses secuestrados, tras asesinar a dos de ellos en enero, exigió la salida de Francia de Afganistán y pidió 90 millones de euros de rescate. En el sur de Argelia es lo mismo: AQMI incursiona y sale de nuevo. En marzo mató a una patrulla de soldados en un pueblo próximo a Tamanrasset.
Marruecos es el tercer foco, el más cercano pero, por fortuna, bajo el acoso total de su Gobierno. Esto no ha impedido que marroquíes fueran los autores de lo de Atocha, del atentando de Casablanca, en fin… la cosa es compleja. El viernes su ministro del Interior no descartó que el atentado de Marrakech de hace días fuera también de Al Qaeda.
Y aún hay retrógrados que no comprenden lo que está sucediendo en el mundo y quieren voler a un sistema jerarquizado a tope donde incluso la universidad funcione como el ejército.