Gotas sobre el mar: ¿Qué alternancia política se le ofrece a un pueblo harto de traidores?
En todas las cortes y en todas las épocas han existido locos y enanos, pero ahora los locos son seres pervertidos y la enanez no se relaciona con la altura física sino con la bajeza espiritual. Fieras y monstruos, brutalidad y perversión que los interesados tratan de imponer a la sociedad.
En su vida generalmente frustrada, los hombres y mujeres de esta época no se preocupan de sus fealdades como no las respetan en los demás. ¿No habremos de relacionar todo esto como prueba de agravación de los trastornos psicológicos que afectan ya incluso a las generaciones más jóvenes, o a los desvíos hedonistas que derivan hacia perversiones de todo tipo?
Hoy todo es equívoco. Como viene sucediendo históricamente cuando las sociedades se degradan, el malogrado espíritu laico, los aparentes progresos de la economía –a costa de que la productividad y la rentabilidad, apoyadas en la evolución tecnológica, se constituyan en principios rectores del acontecer colectivo- y la engañosa libertad de expresión, han desarrollado el gusto por la sátira rústica y por un comportamiento social que, ignorando anteriores convencionalismos, ha deparado en inhumanidad y desenfreno.
Acentuándose así el contraste entre las cada vez más escasas voces moralistas y las costumbres siempre codiciosas y corruptas de todas las clases sociales -como el exceso creciente de tantos iconos populares imitados y reverenciados por el vulgo, tal algunos deportistas o actores o financieros y fantoches del mundo rosa que manejan millones con absoluta falta de pudor-, las contradicciones éticas no hacen sino resaltar con más viveza.
Hoy los ciudadanos personifican el derecho pisoteado por un estáblismen compuesto por plutócratas y políticos protervos, traidores y ambiciosos. Eso es, al fin y al cabo, lo que sucede en el mundo: dominan los fuertes, y los que se dejan oprimir sólo son dignos de lástima o de desprecio.
Todo esto que, en efecto, podría generalizarse respecto a la sociedad occidental, adquiere tintes dramáticos en el caso de España, porque esta nación nuestra, insalubre ya desde hace décadas, arrastra mala conciencia, particularmente desde que tras el atroz atentado del 11-M premió con sus votos a quienes para alcanzar el poder se aprovecharon de la sangre derramada, de los cuerpos mutilados y de los cadáveres.
Jamás la ignominia llegó tan alta; jamás una ciudadanía, tan baja. Y así nos va desde entonces, conviviendo como zombis con la antiespaña, amparando los planteamientos liberticidas de pistoleros y separatistas, asilando a invasores violentos, humillándonos ante los obsesionados por alcanzar el poder a costa de lo que sea.
En la Administración de justicia los juzgados funcionan peor, más lentos o ineficaces cada día que pasa. Desde la muerte de Franco, lo mismo puede decirse de la seguridad ciudadana y del respeto a la propiedad privada. La Constitución en vez de ilegalizar a los separatistas, los premia financiera y electoralmente. En la enseñanza se libran batallas doctrinarias a costa de su empobrecimiento, y el deterioro de la Universidad es evidente, dado su secuestro por el marxismo cultural.
Lo mismo ocurre en el resto de factores institucionales; el mundo de la cultura, por ejemplo, se ha convertido en un corral donde los estabulados rumian sus prebendas, una fórmula para lucimiento de mediocres y serviles, ávidos de migajas. En definitiva, las relaciones del individuo con la burocracia que teóricamente tiene a su servicio se han ido degradando desde el inicio de la transición.
Como nadie sensato puede negar el derrumbe, ni siquiera decir, aunque insensato, que el hoy sea mejor que el ayer, ha cundido la alarma en un sector de la colectividad dispuesto a acabar con las atrocidades de estos paranoicos ineptos y aprovechados, y a otorgar, en consecuencia, una confianza esperanzada a sus antípodas políticos.
Pero, ¿dónde están éstos? Porque, testimoniado ya ese anhelo regenerador que mueve a la ciudadanía más viva, existen decisiones rehabilitadoras que sólo pueden llevarse a cabo con la detentación de los resortes de una autoridad firme que esté en condiciones -con plazos superiores incluso a una legislatura-, de hacer reconocible nuevamente a España.
Es perentorio dedicarse a la transformación jurídica y constitucional del Estado. España necesita un cambio de la Administración de tal calado –autonomías, justicia, migración, cultura, sanidad, seguridad, enseñanza…- que sólo una jerarquía hábil y fuerte podrá resolverlo. El indudable impacto social, económico y político que este acontecimiento supondría para nuestro país, debe ser el acicate para que un partido opositor vigoroso emerja, evite el cataclismo y devuelva la esperanza a sus futuros y expectantes electores.
No es impropio suponer –pese al clientelismo y a la cloaca antiespañola- que numerosos votos depositados en las urnas en las próximas elecciones lo serán a favor de un proceso de limpieza institucional y social. Pero tampoco resulta inoportuno subrayar que el saneamiento de la convivencia y la función del Estado implican una disposición previa a hacerlo, que ha de topar sin duda con la mafia política que se opone a todo desarrollo positivo.
Queremos elecciones inmediatas para librarnos del asfixiante sistema que han creado e impuesto unas fuerzas oscuras, sabedoras de que la ruptura de la convivencia es la condición previa para llegar al desastre. Sin embargo no contamos con un partido alternativo operante, asentado en la totalidad del territorio español, que recoja y encauce el malestar social y así poder realizar la ardua tarea que la patria exige en esta hora.
¿A qué partido deben prestar su voto los espíritus libres, para que este sea fructífero, si los instalados en las instituciones son culpables del problema y aquellos otros que se hallan fuera del arco parlamentario están debilitados por la fragilidad de su entramado, la desconexión con la ciudadanía o por su vocación de taifa?
¿Qué opción tiene la mayoría silenciosa a la hora de defenderse electoralmente si su voto ha de resultar estéril por la naturaleza fragmentaria de sus hipotéticos receptores? ¿Qué grupo político alternativo posee capacidad de convocatoria, aptitud para movilizar y hacer partícipes sociales a una población ansiosa de votar para que desde el nuevo Gobierno se acometan reformas urgentes que reconstruyan la democracia y den paso a una segunda transición?
Que cada ciudadano mire a su alrededor y se responda de acuerdo con su juicio y su conciencia.
El descacharre de España , en todos los sentidos, vien desde la entrevista de Henry Kisinger con el Sr. Luis Carrero Blanco . Estaban tratando el tema del proyecto , para fabricar bombas nucleares en España, estabamos en el sexto año y faltaba el ensayo en el Sahara ; le dice H.K. ese proyecto lo teneis que suspender ; le contesta L.C.B. ese proyecto es importante para España y contesta H.K. es que España cuando es importante es PELIGROSA. ¿ os extraña que actualmente trabajemos de camareros para el turismo? .Esa es la hoja de ruta despues de ” Otan… Leer más »